sábado, 24 de marzo de 2012

Transparencia y democracia


Ayer decretó el Gobierno de España una nueva Ley llamada de la Transparencia. Sorprendente que una cualidad física como la transparencia se decida por ley. Estamos ante un metáfora, no sé si acertada. Esta ley pretende que estén al alcance del público el conocimiento de las acciones de todas las instancias públicas: gobiernos, autonomías, ayuntamientos...( Pero lo que es transparente es atravesado por la luz y puede no verse si la transparencia es total, aunque lo que pretende la ley es que se haga visible lo que hoy no lo es. Sería mejor título Ley del Desvelamiento, ley que descorra los velos que velan los actos públicos que no lo son.)

Primero sorpresa: ¿pero no lo estaban ya? Pues no, por lo visto vivíamos en un país en el que no estaban al alcance de los gobernados las actuaciones de los gobernantes. Después, vergüenza. ¡Tras treinta y tres años de democracia la acción pública no era pública! Así que éramos como los siervos a quienes sus amos no tienen que dar cuenta de lo que hacen. De nuevo he recordado el texto que ya comenté aquí de Etienne de La Boetie,  "La servidumbre voluntaria" para explicarme esta cuestión. ¡Y eso que la izquierda - que se jacta de ser defensora de libertades y derechos -  ha gobernado durante más de 20 años de esta democracia!
¡Ay, no éramos ciudadanos de pleno derecho! Por eso me ha llamado la atención el trato discreto y escaso que los medios de comunicación inexistente le han dado a esta noticia. Como queriendo que pase desapercibida o, al menos, que no tenga la relevancia que merece. Y no la tendrá. Es para evitar la vergüenza a los gobernantes al hacerse evidente que actuaban con nocturnidad toda la vida, para no quedar deslumbrados en su acción a obscuras. Y también para evitarnos la vergüenza a los administrados. Tan ineptos que no querían enterarse de lo que pasaba, que aceptábamos sin rechistar nuestra condición de servidumbre.

Como en un chiste, tras el efecto buscado-la transparencia- aparecen las realidades reprimidas: la irresponsabilidad de gobernantes y la sumisión de los gobernados. La alegría por un logro queda ahogada por lo que nos descubre. De pronto se transparenta la mala calidad de nuestra democracia y tratamos de pasar de puntillas sobre ello. En fin, que toda la vida hemos sido siervos y señores en Hispania.
No acaba aquí nuestra decepción: en algunos medios comentan que en los Estados Unidos toda la acción pública es publicada y accesible inmediatamente a todos los ciudadanos. Hasta la agenda diaria del Presidente de la nación. Y desde la Constitución americana, hace más de doscientos años. Antes que nosotros llegáramos a Cádiz.

Fíjense que intolerable amargura para quienes siempre han denostado al Imperio del Mal americano haber descubierto que el presidente George Bush publicaba todo lo que hacía. Mientras que aquí no nos enterábamos de la misa la media de lo que hacían nuestros gobernantes con nuestro dinero.

Quizá los españoles aprendamos algún día que la democracia y la libertad no son frutos de la tierra, que no nos son debidos por nadie, que son solamente el resultado de un acto que los sujetos deciden. Los sujetos de derecho.  Que no nos los garantiza ningún Otro. Que dependen de nuestros deseos.
Ha resultado ser un buen golpe a nuestra presunción. A ver si aprendemos...

















domingo, 11 de marzo de 2012

La lengua y el sexo


Lo que usted ha podido pensar al leer el título, los diferentes sentidos que permite, o sea el equívoco, es la esencial forma de comunicación con el inconsciente: lo que habré dicho para que me entiendan esto. ¿Cuál era la intención del decir? ¡Ay! si uno mismo lo supiera con seguridad. El caso es que uno dice más que lo que pensaba y menos de lo que quería. "Esclavo de tus palabras..."
Este título se refiere al texto del académico Ignacio Bosque: "Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer" que ha despertado tan importante polémica. El profesor ha respondido a tantas "guías de lenguaje no sexista" que han proliferado por doquier. Antes también había guías como éstas pero se llamaban "Manual de buena conducta", "Consejos a la recién casada", "Cómo ser buenos padres", "El comportamiento correcto en la mesa"... Ya ven por dónde voy. Gran sabiduría y enorme paciencia derrochan el profesor Bosque y el profesor Alvarez de Miranda ("El género no marcado", El País 7 de marzo) para tratar de convencer a gentes tan bienintencionadas que Humpty Dumpty, el conejo blanco de Alicia, estaba loco. Que su afán de dominar el lenguaje de los otros (feliz no-cumpleaños), creerse el amo de lengua ("las cosas significan lo que yo quiero que signifiquen") en la clínica se llama psicosis. No es el caso de esta buena gente, pero quieren acercarse a decirnos cómo debemos hablar para que las cosas signifiquen otra cosa que el modo antiguo.
En realidad, la lectura de lo que dicen hace el mismo efecto cómico que el conejo: ¡qué chaladura! Lo grave es que lo dicen en serio, y muchas gentes apoyadas por partidos y organizaciones sociales y públicas. Y lo de la arroba es desternillante. Aquí pretenden inventar un nuevo alfabeto.
Para las tales guías y demás la cuestión clave es eliminar el genérico masculino, "el género no marcado" según la terminología empleada. Que haya que decirlo siempre en masculino y femenino. Por obligación, pretende esta nueva Inquisición. Pero aquí se encuentran con un límite: la imposibilidad práctica de hacer lo que dicen. Han topado con un límite porque el lenguaje es una estructura aunque no completa ni perfecta, por eso va variando con el uso. Y si rompes una estructura, la ley que determina el significado de los significantes, llegamos al pensamiento disgregado o incoherente. Y como en Babel, no nos entenderíamos.
 Era más suave la censura de los regímenes autoritarios, no atentaba contra el sentido, permitía sugerirlo. Fíjense, el mejor cine antifranquista se hizo en el franquismo. Y si no me creen vean a Berlanga y Bardem. El cine de la democracia no ha hecho nada más digno a favor de la libertad.
Es decir que hay un límite a las ocurrencias. El lenguaje no aguanta todo.
La pregunta que se hacen todos es por qué es masculino el género no marcado: "los españoles somos buenos". Dice el profesor Álvarez de Miranda que pueda deberse "a la prevalencia ancestral de patrones masculinistas". Efectivamente parece ser así en todas las culturas que han existido. Pero por qué ha sido así.
¿Por qué el género masculino puede usarse para abarcar a los dos sexos y, en cambio el femenino no?
Supongo compleja la respuesta pero ensayaré la mía. Hay una asimetría entre los sexos. La diferencia principal que otorga el sexo es tener pene o no tenerlo. Es decir tener una cosa o que no se tenga. Simple y elemental. Al hombre se le puede privar, a la mujer no. El uso del género masculino indica una significación de tener, y no significa una privación de la mujer, pero no las masculiniza. En cambio, el uso del género femenino apunta a la significación de no tener, no contradice a la mujer, pero priva al hombre del tener, lo feminiza. Por eso mis amigos y yo cuando tomamos una copa juntos, y con señoras, no decimos que estamos encantadas. Ellas nos abandonarían.
 Algo simple y elemental se significa con la lengua y no veo nada más sencillo. Ya sé que me mandarán a la hoguera por decir esto. Está inspirado en lo leído en Freud y Lacan, diré. Quizá sea peor.
Es decir, el sentido de ser mujer soporta el genérico masculino, en cambio el sentido de lo masculino no soporta el uso del genérico femenino, éste lo negativiza. Ya ven cuál es el sexo fuerte.
Existen connotaciones sexistas en la lengua hablada, pero no es a causa de la lengua, sino del uso que hacemos de la lengua.
Con todo, este debate está politizado e ideologizado. El feminismo en su largo recorrido ha sido dominado por un discurso que replica el sentido de cierta izquierda actual: de todo lo que pasa tiene la culpa el Otro. Se llame como se llame. Incluso si es lo que nos sirve para llamar a las cosas por su nombre.
En realidad esta cruzada por la purificación de la lengua tiene un aroma integrista, un estilo totalitario que de hacerles caso, más que a favorecer a la mujer, nos llevaría al silencio. Entonces quizá las mujeres fueran más "visibles", ¿pero serían más audibles?.

sábado, 11 de febrero de 2012

El "contenido" frente a la "forma"


España está viviendo un episodio conflictivo en relación a los juicios del juez Garzón que divide las conciencias y las posiciones políticas. Son graves acusaciones las que han hecho al juez y las que hacen a sus juzgadores.
Ayer se conoció la sentencia: prevaricación, el delito más grave imputable a un juez en el ejercicio de su función. Y la condena: expulsión de la magistratura e inhabilitación para 15 años.
El país dividido, decía, pues este caso ha polarizado la opinión pública, la izquierda (o gran parte de ella) ha salido a la calle en defensa del juez, asimismo la prensa, digamos progresista, también ha sostenido la inocencia de Garzón y ha acusado de posiciones antidemocráticas al tribunal. Sugieren un consenso conspirativo entre la derecha política, judicial y de medios de comunicación para acabar con la carrera de Garzón. En la calle se ha gritado "fascistas" a los miembros del Tribunal Supremo y, en fin, se ha abierto una crisis sobre la actuación de la Justicia. Es grave porque afecta al consenso moral sobre el funcionamiento del Estado de Derecho y la democracia en general.
Los defensores del famoso juez argumentan que el propósito de Garzón era justo y honesto: hacer justicia contra la corrupción y, en el juicio siguiente, contra los crímenes del franquismo. Y, en resumen, que sólo le movían loables intenciones en sus actuaciones. Que, por tanto, quienes le condenan y le critican atacan a un juez justo, y deben estar animados por oscuras intenciones: intereses políticos para encubrir la corrupción y, además, quieren la impunidad para los autores de crímenes franquistas. Todos los demonios familiares españoles convergen en los procesos a este juez, lo cual es sorprendente en su coincidencia.
El tribunal, y quienes están de acuerdo con él, argumentan que la justicia no solo se basa en objetivos como hacer justicia y realizar el bien moral, sino en que se haga mediante unos procedimientos establecidos por el propio Estado de Derecho. Y serían éstos los que el juez no ha respetado.
Reconocerán alguna relación con un viejo problema ya desde Maquiavelo, autor de una de las citas más repetidas desde hace siglos. La de que "el fin justifica los medios". Es decir, un buen fin, justo, justifica los procedimientos que se han empleado para conseguirlo. Pocos defienden abiertamente este principio, ya que de entrada justificaría cualquier cosa. Todo tipo de crímenes, por ejemplo. De ahí que no tenga muchos defensores manifiestos. Se dice que la democracia ha superado el principio maquiavélico que se ha quedado reducido a calificativo indigno.
Pero, ¡ay!, no está tan claro que su modo de hacer no tenga muchos partidarios. Sin saberlo quizá, son defensores del principio maquiavélico todos los que defienden la primacía moral, política, filosófica... del FONDO o CONTENIDO sobre la FORMA. Antiquísima polémica desde los clásicos griegos, me sugiere una analogía con el FIN y los MEDIOS. El fin es el fondo, el contenido político moral de una actuación. Los medios remitirían a la forma de conseguir el fin, el contenido.
Desde Marx, y como todas las teorías finalistas, la izquierda ha dado la relevancia fundamental al contenido frente a la forma, de la que siempre han sospechado porque, como en la "democracia burguesa"- osea, en la  única democracia que conocemos- las formas (libertades, parlamento...) escamotearían el contenido (la igualdad, la justicia social...). De ahí su desprecio por las formas, "formalismo" y su reivindicación del contenido, a lo que podríamos llamar "contenidismo".
Esta es una idea no solo equivocada, sino letal para la libertad. Las "formas" son los procedimientos que regulan las leyes hechas por el parlamento. Y la democracia se basa en esos procedimientos que nos dan la garantía de que se respeten nuestros derechos. Las "formas" nos preservan de la tiranía. Estas cuestiones las tienen claras desde hace más de doscientos años en muchos países, donde las formas son la "sustancia" indiscutible de la democracia. Aquí vamos poco a poco (como respondió el yonki al médico que le advertía que drogarse era matarse lentamente: no importa doctor, no tengo prisa).
Esto es lo que juzgan en el Tribunal Supremo: si el juez Garzón ha respetado y seguido los procedimientos que regulan nuestros derechos. Para todos los sujetos e independientemente de cuáles sean sus propósitos.
El Tribunal ha considerado culpable a Garzón de no haber actuado conforme a los medios democráticos.
Los que se rasgan ahora las vestiduras jamás alzaron la voz ante los crímenes del comunismo: los llamaron errores. El "contenidismo" arrastra multitudes. Ya saben, la ética de las convicciones. Siempre el pensamiento religioso al fondo, verdadero "fondo" de los discursos salvadores: el contenido como coartada moral para lograr nuestra adhesión a su actuación. Pero el contenido de la democracia consiste en las formas democráticas. No en un más allá que Otro define como nuestro bien.
Las buenas intenciones han servido para justificar siempre todos los horrores causados por no respetar los procedimientos que respetan a las personas.
 Lo dijo Albert Camus - en su polémica con Sartre que  apoyaba a la Unión Soviética - "son los medios los que justifican un fin".

viernes, 20 de enero de 2012

El nuevo orden simbólico (2)


Les prometí la continuación de la entrada sobre los cambios simbólicos en nuestras sociedades y el nuevo orden que impera en nuestro tiempo. Si vimos los cambios propulsados por movimientos y tendencias de tipo progresista que han traído una  permisividad sobre los comportamientos desconocida hasta ahora, podemos constatar que también desde ámbitos del poder y del conservadurismo se han impulsado comportamientos permisivos y tolerantes en el funcionamiento empresarial y económico novedosos y contrarios a la política tradicional. Un nuevo orden - o desorden - se ha instaurado en la economía mundial cuya consecuencia más dramática ha sido la crisis que vivimos hoy.
Recientemente ha pasado por los cines una película americana, "Inside Job", que explica extraordinariamente los cambios que desde los setenta, y sobre todo los ochenta, se han producido en las políticas sobre el mundo empresarial y las finanzas (lo bueno de los americanos es que hacen las mejores críticas sobre los americanos). La locura del empuje al "enriquecimiento" que ha traído catástrofes a tantos países, como el ejemplo terrible de Islandia, donde el recurso demencial al crédito bancario ha hundido su economía.
Esta película sitúa muy exactamente el comienzo de estos cambios en los gobiernos de Ronald Reagan y de Margaret Tatcher, en USA  y Reino Unido, en la década de los ochenta. Ellos iniciaron una política económica que llamaron muy precisamente "desregulación". Se trataba de eliminar requisitos legales y administrativos que según ellos dificultaban el funcionamiento de las empresas financieras. Desaparecieron las garantías necesarias para permitir los productos financieros que creaban los bancos. Este fue el camino por el que se ha llegado a los "bonos e hipotecas basura", y demás artificios financieros que envolvían de títulos la nada. Una gigantesca estafa que causó, al descubrirse, la quiebra y ruina de tanta gente.
Ello ha supuesto la ruptura del orden legal del capitalismo clásico que nace con la regulación del Estado como garantía de los intercambios en la vida económica. Este nuevo capitalismo tiene mucho de capitalismo sin ley, "desregulado", conforme a las teorías del neoliberalismo imperantes en los últimos tiempos, que consideran perniciosa la intervención del Estado en la economía. Nos proponen el delirio de que dejado en plena libertad - sin regulaciones - el mercado nos llevará siempre, por su propia lógica, a óptimos resultados. La actual crisis es su desmentido total.
Esta "nueva economía" se puede considerar también, en tanto "desregulación", caída del orden simbólico en que se sustentaba, como otra manifestación más de ese declive de la función paterna que desde el psicoanálisis observamos en la actualidad. La desregulación va a eliminar las barreras a los funcionamientos falsificadores de las empresas financieras. Va a poner en el puesto de mando la obtención del beneficio sin trabas, a la voz del nuevo mandamiento:"enriquecéos".
En la interesante película sobre Margaret Tatcher se puede ver el discurso que produjo ese cambio: la combinación del refuerzo del control del Estado sobre los ciudadanos y la liberalización extrema de la economía. Tatcher, mujer valiente y decidida, encarnó el signo de los nuevos tiempos, y su éxito fue facilitado por el descrédito de la permisividad en comportamientos sociales que resultaban destructivos. Representa la mezcla paradójica de autoritarismo político y anarquía económica que predomina hoy día. Según Tatcher, "la sociedad no existe, sólo hay individuos y familias". Este es un fantasma que ha cambiado el mundo, con el desprestigio del bien comunal y lo público.
Dice Tony Judt "las instituciones han sido degradadas, sobre todo por el dinero"..." peor todavía, el lenguaje de la propia política se ha vaciado de sustancia y significado"... "ya no hay lugar para la gran narración al viejo estilo"... "la santificación de cualquiera que tenga grandes sumas de dinero llevó a la admiración por un funcionamiento con una regulación mínima"..."la retrotransformación del lenguaje económico moderno nos ha llevado a los escándalos de las bancarrotas...".
Y una cita más de Judt que me parece muy lúcida: "Es la distancia entre la naturaleza intrínsecamente ética de la toma de decisiones públicas y el carácter utilitario del debate político contemporáneo lo que explica la falta de confianza en los políticos y la política".
La economía es la distribución del goce entre los actores de la misma. El goce de la acumulación de objetos, de su disfrute, o de su privación. Hoy hay una distribución más injusta- es decir, menos repartida- y esto tiene que ver con la crisis. Pero esto se hace mediante un consenso social mayoritario que acepta un nuevo ideal que ya vimos desde el progresismo: el individualismo. Esta ideología o ideal moderno, hipermoderno, ubica al individuo por encima de las referencias éticas, religiosas, sociales que quedan trasnochadas ante el empresario sin escrúpulos, el drogadicto, en suma, ante el individuo moderno amputado de un discurso comprensivo sobre sus relaciones con el conjunto.
El individuo es un Yo infatuado, imaginarizado sobre su propio carácter imaginario, empujado a la maximización de su goce, hasta situarlo por encima de todo orden simbólico. Ahora bien, este individuo agigantado se corresponde con un sujeto condenado a esforzarse sin descanso en búsqueda de ese goce prometido, y siempre fallido, para su Yo.
Finalmente no me resisto a otra cita de Judt: "El lector observará que estoy dando a palabras como "riqueza" o "posición" un sentido que va mucho más allá de su habitual aplicación material. Hacer esto a una escala mucho mayor - renovar nuestra conversación pública - me parece la única forma realista de propiciar un cambio. No pensaremos de otra forma si no hablamos de otra forma".
¿Seremos capaces de hablar de otra forma?




jueves, 5 de enero de 2012

La nocturnidad de los Reyes Magos


A los mito, como a los cuentos y las leyendas, hay que interrogarles. Nos pueden proporcionar conocimiento sobre la condición humana, pues los mitos son saberes concentrados transmitidos a través de siglos o milenios por las generaciones. Y transmiten en forma cifrada, metafórica, cuestiones esenciales de las relaciones entre los sujetos. Por ejemplo lo prohibido y su sentido. Los mandamientos religiosos y las doctrinas son para quienes ya tienen "uso de razón" (hoy ya no se emplea esta expresión pues sería complicado establecer su edad correspondiente), pero para cuando lo estudian ya saben lo fundamental porque desde niños han recibido la transmisión oral de estos mitos. Porque lo fundamental en la condición humana no se transmite por enunciados explícitos, no es una instrucción, se transmite mediante referencias con elipsis y metáforas, en decires que anudan sentidos sobre lo indecible.
Hoy, gracias al psicoanálisis, estos mitos y cuentos infantiles son fáciles de descifrar. ¿Por qué los Reyes actúan de noche? (A mí me desesperaba cómo era posible que en una noche trajeran juguetes para todos los niños del mundo) ¿Por qué los niños no pueden verles, bajo pena de quedarse sin regalos? Además deben estar dormidos cuando los Reyes lleguen. Vemos claramente de qué es metáfora esa grave prohibición de verles lo que actúan por la noche: el goce de los padres debe permanecer oculto a los hijos. En ese secreto se basa la familia. Los niños siempre saben que los Reyes son los padres, o mejor, que los padres son esos seres todopoderosos cuyo secreto, la práctica sexual, es algo traumático que debe quedar velado.
A cambio de aceptar dormirse tendrán sus regalos. Esos objetos cuyo valor se basa exclusivamente en ser signo de amor. Para que los niños sepan que aunque sus padres tienen otros goces no se olvidan de ellos, no los dejarán caer nunca, y que de su actividad nocturna, de allá donde ellos han venido, siempre se desprenderán unos restos que son para ellos. Prueba de que a sus padres no les bastó con gozar del sexo y de que necesitaron traerles a ellos. Desde luego que es para alegrarse. Es incluso la alegría perfecta: recibir un regalo sin sujeto que lo regale, gratis et amore, sin deuda con el otro, por el simple hecho de ser. Es la alegría posible por la elipsis de los padres. Y los regalos, más allá de juguetes, son las palabras de amor con que se contó la vieja historia de los Reyes.
Les deseo que les traigan los Magos de Oriente lo que no se merecen. Será la mejor prueba de que les quieren...

sábado, 24 de diciembre de 2011

La felicidad


En estos días no paramos de "felicitarnos", aunque sabemos que la felicidad es inalcanzable. En la vida hay momentos de dicha, pero no menos de dolor. El programa de la felicidad tan ensalzado y anhelado, sencillamente, no es realizable. Las religiones, sabiamente, la prometen para la "otra vida". Consuelo de los afligidos. Retórica para aliviar lo insoportable de la vida. Son más decentes la viejas religiones que los programas  utópicos de todos los visionarios. Éstos mienten más. Mienten decididamente, con saña, para que les sigamos a ningún sitio. Yo de  joven seguí a muchos vendedores de futuros esplendorosos. En la dictadura franquista era fácil creer cualquier cosa, con tal de que fuera otra. Me ha quedado de entonces una prevención decidida frente a los profetas de todo signo. Una alergia al narcisismo que emana de todos ellos. Con los años he llegado a preguntarme cómo alguien puede ser tan presuntuoso como para prometer la felicidad a los otros. Ni Jesucristo la prometía para esta vida. Los profetas laicos son más iluminados y falsarios.
Lo dicho: los humanos no estamos programados para la felicidad. A nadie se lo ocurrió decir lo contrario hasta los comienzos de la modernidad. Alcanzar la felicidad es un delirio contemporáneo basado en    ilusiones desprendidas de la idealización de la ciencia. La contradicción entre  el ser hablante y la satisfacción que persigue es insalvable.
Pero el funcionamiento de esta sociedad exige creer en la felicidad, o hacer como si se creyera. Los pobres indignados creen, como en el 68, que bajo el asfalto hay una dulce playa esperándoles.
Y a pesar de todo...
Pues sí, cada día nos levantamos para salir en busca de nuestros deseos. Como si la felicidad nos llamara: "Eh tú, despistado. Que es por aquí. Por donde no habías pensado" Y así, a veces, entre que vas y que vienes, y que el azar nos bate de aquí para allá, nos hallamos en momentos que merecen la pena vivirse. Que dan sentido a nuestros sufrimientos y renuevan nuestras fuerzas para continuar. ¿Hacia dónde? Eso ya es otra cosa. Ustedes dirán. Cada uno por sí mismo. Más acá de las promesas de humo, y más allá de la  resignación inútil.
Por eso les deseo hoy que tengan suerte en sus búsquedas y que les deparen algo de esa felicidad.

lunes, 12 de diciembre de 2011

El nuevo orden simbólico


Todos se preguntan ¿qué está pasando en el mundo? ¿A dónde vamos a parar? Sabemos que todas las generaciones se lo han preguntado desde los inicios de la modernidad. No es probable que lo hicieran en edades más antiguas. Es desde la aplicación masiva y sistemática de la ciencia a la vida de los humanos cuando la impresión de cambio y de incertidumbre aparece en la subjetividad de la época. Es que la ciencia cambia nuestras formas de vivir y nuestras concepciones sobre todas las cosas.
Pero es verdad, así lo creemos, que en el presente algo muy sustancial es diferente a antes. Por lo menos para las personas que, por edad, hemos presenciado y vivido cambios sustanciales en la sociedad. ¿Cómo hablar de ello sin que parezcan batallas de abuelo? Lo intentaré.
Los psicoanalistas consideramos que ha cambiado el paradigma de funcionamiento de nuestras sociedades en las últimas décadas. Que como ha definido J-A Miller (Un fantasía, 2004) el objeto de satisfacción ha ascendido al cénit social. Es decir que la búsqueda de goce para el sujeto se ha convetido en "la brújula de nuestro tiempo" y "le invita al sujeto a franquear sus inhibiciones".
Todo ello ha conllevado un distinto peso o importancia de los ideales y los valores morales. Como ya hemos comentado, los psicoanalistas, en nuestra jerga, denominamos a este fenómeno, que observamos en la clínica actual, como declive de la función paterna. Era ésta la que representaba y transmitía en su nombre la ley moral y los ideales para la vida del sujeto. Y hoy muestra sus limitaciones.
Por eso hablamos de un cambio en el orden simbólico, en la jerarquía de valores, en la modificación de ideales, en las causas que mueven al sujeto en nuestra civilización.
Me referiré a dos cuestiones que nos muestran esos cambios y la aparición de un nuevo orden en la vida de la gente. En primer lugar a los cambios que se iniciaron en los años sesenta. Mucho se ha escrito sobre ello, pero puedo testimoniar de haber vivido en mi juventud unos cambios que modificaron la sociedad que conocí de mis padres, mis abuelos y, en cierto modo, desde siempre.
Tras la II Guerra Mundial, la generación siguiente promovió los cambios a que me refiero. Primero cambiaron los semblantes de manera radical. Nadie había visto algo semejante a los Beattles, la minifalda, la música nueva, el protagonismo de la juventud, la impaciencia, los hippys... Pero también cambiaron las representaciones del mundo, la idea del derecho del individuo a actuar libremente en busca de su felicidad. Y También cambiaron la modalidades de goce: los hábitos de comportamiento sexual vivieron una "revolución", los porros, el ritmo de la vida...
Todo esto encontró su momento cumbre en los sucesos de Mayo del 68 en París, donde todas estas nuevas tendencias se condensaron en gigantescas protestas juveniles, sobre todo de clases medias, que no tomaron el poder pero tuvieron una influencia decisiva en el modo de vida de las gentes. Aquéllas consignas de "prohibido prohibir", "la imaginación al poder" y tantas otras, reflejaban lo que Jean-Claude Milner llamó "la arrogancia del presente"(en un libro del mismo nombre), de la que fue sujeto la pequeña burguesía intelectual. "Su arrogancia se traslada a la inmediatez del presente, se obtiene el aquí y ahora, quiere todo". Y que Tony Judt en "Algo va mal" (Ill Fares the Land), en 2010, define asi: "El individualismo - la afirmación del derecho de cada persona a la máxima libertad individual y a expresar sin cortapisas sus deseos autónomos, así como a que éstos sean respetados e institucionalizados por la sociedad en su conjunto - se convirtió en la consigna izquierdista del momento. Condujeron a la afirmación de que lo privado es político. La identidad comenzó a colonizar el discurso público". Mayo del 68 es un síntoma de un cambio de época. Curiosamente comenzó con una revuelta de los estudiantes porque no les dejaban a las chicas quedarse a pasar la noche en las residencias de los chicos.
Seguro que todo esto trajo más libertad para las gentes: reivindicaciones feministas, en mi sociedad divorciarse o tener un hijo soltera ya no sería causa de un estigma de vergüenza de por vida, el peso de las prohibiciones religiosas, políticas, disminuyó. Esencialmente se quebró la autoridad del padre sobre la sexualidad de las hijas. Se acabó el "a las diez en casa". Pero lo bueno, como siempre tuvo su lado de dificultad. Ahí nace el declive de la función paterna, la pérdida de autoridad y de referentes... la desorientación del presente. La generación del 68, cuando fueron padres se tuvieron que enfrentar a su propia pérdida de autoridad frente a sus hijos.¿Cómo es esto?¿Es mala la libertad? Sencillamente no existe un ideal de funcionamiento humano, esta es la verdad intolerable, y por tanto los cambios liberan y pueden aplastar a la vez. Ya sé que esto fastidia, pero...
Todo esto vino por lo que llamamos la izquierda. En la siguiente entrada me referiré a lo que trajo la derecha.