domingo, 25 de julio de 2010

La identificación: males y bienes

Madrid, recibimiento tras el Mundial.

Ha pasado ya un tiempo desde la final del Mundial que ganó España, y podamos ahora hablar de ello con cierta distancia. Para todos, los que estaban a favor y los que en contra de la selección española, ha sido un acontecimiento singular, que nos ha descubierto varias cosas.
Primero ver y escuchar a millones de jóvenes, sobre todo, apoyando y celebrando a la selección con cánticos, banderas y todo tipo de demostraciones de contento. Esto es nuevo. Nunca habíamos visto tal despliegue de banderas españolas y de reivindicación de la condición de ser españoles. Es cierto, nuestra historia del siglo XX, con su rastro de sangre y dolor produjo una actitud de escepticismo sobre la idea de patria, nación, etc. Como si aquí eso fuera a acabar mal. Ha sido necesario que pasen varias generaciones sin guerra para que los jóvenes de hoy puedan, como cualquier otro ciudadano europeo o americano, manifestarse con alegría, sin sectarismo político, con entusiasmo por un logro colectivo. Es decir la normalidad de una sociedad democrática, libres de sospecha. Decía Santiago González en su blog que cuando oyó las celebraciones tras la victoria de España se sintió pro primera vez miembro de una sociedad que no se desprecia a sí misma.

Por otro lado, los nacionalismos han ido mostrando su odio a la realidad de España, necesario para exaltar su propia idea nacionalista. En efecto, lo que Freud llamaba el "narcisismo de la pequeña diferencia", que puede tener efectos devastadores. El otro es tan semejante a uno mismo (véase catalanes, vascos, españoles en general, que para un sueco o ruso somos iguales) que necesita algún tipo de degradación o rebajamiento de ese otro para sostener la diferencia de su propia identidad. Así han manifestado de diversas maneras su deseo de que España perdiera. Esto es algo más que fútbol, obviamente. Es anhelo de destruir la común convivencia existente.

Aducen razones de todo tipo. Siempre hay razones para explicar todo. El lenguaje sirve para eso también. Pero el deseo de mal para el otro no es sino el resultado de la exacerbación de la propia identidad.

Estos fenómenos constituyen los mecanismos de identificación de los humanos. Su fundamento es el amor al otro, por eso voy con él. Los grandes episodios de identificación de masas han dado de todo en la historia: nazismo, comunismo, nacionalismo, integrismos y, también, movimientos democráticos, gestas heroicas en defensa de la libertad...

O sea, que la identificación es según cómo y para qué se use.

Creo que en la historia del triunfo de España en el campeonato del mundo se ha usado para bien, que ha sido bueno para nuestra sociedad: aceptarse a sí misma, con sus particularidades, y virar de un tono depresivo, de culpabilidad antigua, hacia una alegría nueva. Será un buen legado que queda para las nuevas generaciones.

En cuanto a los del odio no hay otra vía que rechazar sus dicterios.

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8 comentarios:

Blogger helena ha dicho...

Yo ví el partido con unos amigos y vestida con un equipamiento completo de la selección española. No llevaba “la roja” pero mi camiseta era el 7: Villa (¡olé, olé…!) Tampoco me gusta el fútbol (aunque veo algunos partidos) y vi todos los de la selección –como decía alguien que escribía aquí en otro post. Cuando terminó el partido me tocó pasear al perro por el parque y dije: “¡Pues voy a salir así vestida!” Y no me atreví. Esto me dolió. Os podéis imaginar que no era mi pinta ridícula lo que me molestaba para salir (que hacer buenamente el payaso no me disgusta). Al ratito –mientras me cambiaba- ya escuché en la calle alguien que discutía, y vi que unos se querían pelear con otros y escuché gritar: “¡español, fascista…!” y me puse mas triste. Sin embargo, del bar que está debajo de mi casa salía un montón de gente con sus camisetas, contentos y felices, celebrando con naturalidad. Y me fui al parque a pasear, con mis amigos, Jose, mi perro y mi dolorcillo (al 7 lo dejé en casa).
Pensé “algo está cambiando” cuando ví por la tele la plaza Moyua de Bilbao llena de gente con banderas españolas. Una chica salía gritando “¡Viva España, creí que nunca podría decir esto…!” –algo así. Hace unos meses en el programa de ETB2 “El conquistador del fín del mundo” concursaba un chico –Andeka- que se llevó allí la camiseta de la selección con el número de ¡Raúl! Cuando jugaba (que es del maldito Real Madrid –que no me gusta nada y es el equipo de Andeka). Era muy chistoso porque le tomaba el pelo a Korta (medallas olímpicas de remo)…etc. No me voy a extender en esto.

Pienso que hay una gran pugna por colonizar los símbolos (los mas visibles y también los menos visibles y mas complejos), por vaciarlos de su sentido original, por inocularlos con ideologías ajenas a su construcción. Así, quedan desactivados como lugares simbólicos para la cohesión social y se convierten en perversos dispositivos para la disgregación social. Esto pasó con la propaganda nazi y esto no solo lo hacen los nacionalismos.
De la eficacia de esta manipulación quizá pueda hablar el psicoanálisis con esa herramienta tan interesante que vincula los tres registros Real, Simbólico e Imaginario.
El ideal me parece una construcción vinculante, pero ¿seguro que sus mecanismos se fundamentan en el amor al otro? El amor es desde luego vinculante, pero me pregunto: ¿es amor cualquier amor? ¿son amor todos los amores?
El ideal es complejo, es admiración, es ética, es moral… Admiro a todas las personas a las que amo, pero no amo a todas aquellas personas a quienes admiro: puede que me identifique con ellas en parte, que haya parcelas de identificación…Esto hace que mi ilusión se vea “traicionada” constantemente: todo es parcial (qué interesante expresión: “Todo es parcial”).
Pienso también que la reivindicación de los símbolos desalojando sus contaminaciones es una tarea complicada, cotidiana y necesaria. Cuando sucede algo como lo del mundial, ganamos todos.
A propósito de símbolos, ideales e identificaciones, deporte y patrias: ¿habéis visto la película “Invictus”? La película (basada en el libro “El factor humano” de John Carlin) muestra como Mandela fue en aquella ocasión el ejemplo de quien entiende a la perfección los mecanismos de lo simbólico y los utiliza de forma anti-horrible. Para esto no tuvo que manipular los símbolos, sencillamente usarlos en el sentido de lo que son en su origen: construcciones vinculantes.

27 de julio de 2010, 23:30  
Anonymous Anónimo ha dicho...

me parece muy interesante el punto de vista. Ese tiempo necesario para que la nueva generación haya vibrado con el triunfo, algo más que el fútbol, por supuesto. Lo decía Xavi Hernández, creo recordar: "Nuestra generación se lo merece". Pues eso. Ya basta de negros condicionantes con el pasado y de falsedades sobre el presente. No es normal que algo que se siente no aflore. Bien visto, era natural que sucediera, aunque fuera extraordinario. Esos jóvenes diferentes, unos con pendiente y desenfadados, otros con vestimentas clásicas que asomaban bajo la Roja. La alegría fue algo común. Algo que aún no han llegado a comprender las élites de nuestro país. No sólo: lo olvidaron pronto. Pero ahí queda ante nuestros ojos

31 de julio de 2010, 23:21  
Blogger Ali ha dicho...

Siempre pensé cuando era una niña en el colegio,lo divertido que era(y nos lo tomabamos muy en serio)que mientras una colocaba una bandera en clase, otras colocaban "la otra". Ya desde pequeñas se nos inculco la idea de jugar a las banderas. Cada una podia identificarse con la suya, una identificacion que hacia sentirse superior en cualquier parte de la geografia española por la "diferencia" que sentiamos con el resto.
Sigo recordando y veo las zonas diferenciadas de potear, de cenar, de mostrarte..entre las dos partes separadas por el color de la bandera.La mezcla era innombrable.
El lenguaje es universal pero el lenguaje no es siempre particular ni individual; las identificaciones son mas fuertes. ¿sera por esto por lo que nos cuesta tanto hablar de nosotros mismos? Me gusta que haya parcelas de identificacion, me identifico con Helena en esto, quiero poder ponerme la camiseta roja y tomarme la cerbeza en la "otra".

2 de agosto de 2010, 1:40  
Blogger M ha dicho...

Nuevamente la entrada de Iñaki me parece fantástica, de todo lo que nos cuenta que no tiene desperdicio, me apetece comentar esta parte “(…) lo que Freud llamaba el "narcisismo de la pequeña diferencia", que puede tener efectos devastadores. El otro es tan semejante a uno mismo (véase catalanes, vascos, españoles en general, que para un sueco o ruso somos iguales) que necesita algún tipo de degradación o rebajamiento de ese otro para sostener la diferencia de su propia identidad. (…)”
No sólo pasa con los temas de nacionalismos o políticos, que cada vez se diferencian menos y se odian más remarcando sus “grandes (?) diferencias”, sino en nuestra vida cotidiana. Esto provoca muchas rivalidades. ¿Por qué tenemos que tener tanta sensibilidad frente a esas particularidades de la diferenciación?
Las pequeñas diferencias están muy bien, a casi nadie le gusta ser igual que otro. Por lo menos a mí no. Nuestras pequeñas diferencias son nuestra identidad, es como nuestro “yo soy”, te particulariza y otras pequeñas diferencias también te agrupan a otros.
He estado leyendo alguna cosilla por ahí y parece que Freud nos dice que es algo consustancial el que nos agrupemos alrededor de nuestras diferencias identificándonos con amor y a la vez sintamos hostilidad hacia los que no son de nuestro grupo, que esto va así en el ser humano.
Es una pena… y no lo digo desde la ingenuidad ni la ñoñería. En los trabajos, relaciones, etc, se ve como se configuran grupos que se van cuidando más entre ellos pero que se relacionan con hipocresía con los demás y la verdad es que la gente lo pasa mal; siempre se pasa mal si eres del bando más débil. Y por otro lado, a veces, los grupos fuertes si se van haciendo más cerrados, a veces también les estalla en las manos porque dentro del grupo también se marcan las pequeñas diferencias y así, así vamos involucionando…mi pierna se acabará enfadando con mi brazo por sus pequeñas diferencias?, ja, ja es broma es que es verano. Me encanta el verano. Todo irá bien.

8 de agosto de 2010, 20:26  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Me gustaria que Iñaki hiciese una entrada sobre "el narcisismo de la pequeña diferencia", en las mujeres.Me resulta dificil entender porque algunas veces muchas mujeres se dejan destruir pòr otras.¿Por qué tanta agresión entre nosotras? ¿es solo la apariencia de la otra? ¿Es que no podemos aguantar la diferencia de que la otra sea distinta? M lo dice bien necesitamos degradar al otro? La amistad entre mujeres, no siempre hace grupo.

9 de agosto de 2010, 19:06  
Blogger Ali ha dicho...

Aprovechando el ultimo comentario, me parece muy interesante resaltar el tema (que suele traer cola) de la relacion entre las mujeres que tanto daño provoca.
¿por qué es más fácil la relacion entre 1 hombre y una mujer que si hay 2 mujeres juntas en el trabajo?. Creo que es una cuestión de rivalidad, de envidia mal entendida. Esta bien saber que el psicoanalisis defiende la cura a través de la palabra. La palabra, poder hablar, escucharte hace poder ver las cosas,tus inquietudes sobre la vida, pero esto a veces no es fácil con una mujer. es mas dificil que surja el deseo en la mujer "sin envidia" sin que las cosas se tergiversen sin que se muestre el odio sutilmente.
Tendremos que cuidar con quien hacemos las identificaciones, si nos merecen la pena y aprender a escogerlas en la medida que se puedan.

10 de agosto de 2010, 13:53  
Blogger M ha dicho...

http://bit.ly/a8RABf
Los semblantes.
Para reirnos un poquito

19 de agosto de 2010, 13:36  
Anonymous Ana A.B.V. ha dicho...

A mi me gustó mucho el ambiente y me lo pasé muy bien. Además me gusta mucho el deporte y el fútbol.
Me lo estoy pasando muy bien leyendo estos artículos y comentarios y también escribiendo mis opiniones. Pero por hoy lo dejo.

6 de octubre de 2010, 1:18  

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