martes, 14 de septiembre de 2010

El acontecimiento


"Un acontecimiento no es un hecho" comienza el poema de Chantal que nos trae Yyo Quesé.
Es muy cierto. Un acontecimiento es más que un hecho. Un suceso importante o de gran resonancia, nos dice María Moliner. Corominas en su diccionario etimológico nos dice que "acontecer" deriva de "contigere" que es "tocar", "suceder". Y más tarde "acontecimiento" que también viene de "contingente", es decir," lo que puede o no suceder", y del participio "contingens", que sería lo que toca a cada uno".

O sea, un acontecimiento es aquello que se produce (pero podría haber no sucedido, depende del azar) y que nos afecta.

¿Cómo traducir que nos toca, que nos ha afectado (el uso del pasado conviene porque solo sabemos que es un acontecimiento después que ha sucedido)? Creo que se trata del advenimiento de una nueva significación. "Un poema puede sugerir el instante / Y en ese instante está el universo entero". Espléndida ilustración. Un poema puede dar una significación que nos "toque", que nos invada con una nueva significación que nos "llena", que hace rebosar nuestra subjetividad: es el universo entero.

Y una nueva significación supone una nueva satisfacción, un goce que vivimos con nuestro cuerpo. Por eso se dice que un acontecimiento nos toca. Y marca una discontinuidad en la vida. Por el placer o por el dolor que esa significación produce. "El sentido de la vida" se va desplegando en ese "acontecer".

Y nunca es el ideal la vida, como pretendiera Platón. Porque como vimos en la anterior entrada, los humanos padecemos de narcisismo congénito, ya que al adquirir nuestra identidad de una imagen exterior, nunca hay una armonía, una completud ideal, entre nuestro ser y nuestro cuerpo, sino más bien un "decalage", una dehiscencia (dehiscere:entreabrirse, como una herida incurable) que el

narcisismo trata inútilmente de suturar

Desde el psicoanálisis se considera que un síntoma, como comenta J-A Miller, es un acontecimiento del cuerpo, alcanzado por una nueva significación, y que se anuda en nuestra vida. Por eso hay que respetar los síntomas y tratar de hacer un mejor uso de aquello de que padecemos.

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9 comentarios:

Blogger Unknown ha dicho...

Perdón si me pongo afanosa y confusa. Es que precisamente me encuentro completamente acontecida y contingenciada en el tema del asunto sobre el que ha escrito Viar, como en la cima del chorro de un surtidor, empujada arriba y a punto de caer todo el tiempo, del chorro de la significación.
Tengo un hijo y me produce bastante agonía la incertidumbre de si sabrá elegir ser un hombre de bien o tal vez preferirá vivir como mujeruca quejumbrosa (lo he leído en el diccionario y expresa de buten lo que quiero decir). Un día que nos estábamos dando unos buenos testarazos el uno al otro en el pasillo, le dije que comprender era mejor que follar (tiene 13 años, lo de follar no venía a cuento y se lo grité un poquito, así que no, este año tampoco me van a coronar "miss pedagogía" en las fiestas del barrio). Bueno, pues yo estaba percibiendo con gran claridad que comprender es una cosa muy grande, la mejor elección, y quería transmitírselo, si bien sé que casi por definición tal vez solo puede advertirse cuando se experimenta: lo que significa la significación, cuando se nota en la barriga y no solo en el entrecejo. Y no estoy segura de que pueda provocarse, el acontecimiento de comprender, como un puro milagro; quizá solo creer en él y hacerse a un lado para ver la luz (¿dehiscente?) de la postal que ha puesto Viar, que no sé si es hermosa o solo duele un huevo al mirar. Contando con el beneficio del puro azar (que también lo ha puesto Viar), que tendrá su ciencia, sus variables, pautas, patrón, plantillas e incluso titulares ("Según un estudio de la Universidad de Walkitalking, el veinte por ciento de los canguros rubios de tres años de la ciudad de Palencia..."), tan incapaces de capturarlo ni de hacerlo comprender. Comprender como cuando el mundo era nuevo y nuestros primeros padres cromañones asistían al rebrotar de las plantas y al quebrarse de los hielos (y en la Universidad de Walkitalking aún no se había creado el Departamento de la Primavera).
Yo conozco a una que lleva un tiempo psicoanalizándose y, cuando le pregunto, lo que dice es que se ha puesto gorda y le han salido muchas ramas; ella que, la verdad, solía ser seca y desértica. Dice que es porque le pasan milagros. (A mi amiga le gusta la mística de pueblo más que a un tonto un lápiz. Yo creo que quiere decir acontecimientos).

15 de septiembre de 2010, 23:01  
Blogger Iñaki Viar ha dicho...

Efectivamente, la nueva significación que produce un acontecimiento se aprecia más en la barriga.
Quiero aclarar que las excelentes fotos de las entradas de este blog se deben a una participante que firma como M.

15 de septiembre de 2010, 23:25  
Blogger Ali ha dicho...

Aprovechando la nueva entrada de Iñaki, y leyendo la explicación que nos ha dado Iyó kesé, sobre su relación con su hijo, me he animado a escribir sobre la confusión que me crea cada año, cada nuevo curso que comienza,(yo tb me siento acontecida) sobre los posibles aconteceres que surjan, como si se tratara de nuevos advenimientos de nuevas significaciones, que me hacen temer antes de que aparezcan; nuevas significaciones sobre cómo enfrentar y cómo actuar ante nuestros hijos que no quieren y no pueden adecuarse al mundo que ya se encarga de marcar las directrices, sin permitir ningun tipo de excepción y sin que exista individualizacion alguna.
Me tranquiliza pensar que hay que respetar los síntomas, y que posiblemente con el tiempo, se pueda comprender cómo hacer uso de aquello que se padece. otra buena entrada para Iñaki que de algo complicado tiene la habilidad de hacerlo más fácil.

16 de septiembre de 2010, 14:02  
Blogger M ha dicho...

Después de leer esta interesantísima entrada de Iñaki, que nos va abriendo tantos caminos de esa forma tan maravillosa, y los fantásticos comentarios de Yyo Qusé y Ali, me he puesto a pensar… ( a ratitos durante estos días) ¿Yo cuándo me he acontecido?, ¿me apetece que me acontezca?, ¿me acontecí alguna vez?… ¿soy un ser humano sin acontecer?, ja, ja, ( no! esto sería horrible)…¿buscaré acontecerme?
Luego ya pensaba para avanzar tiene que acontecer y significarse y de ahí claro...
¡Por favor que me acontezca!
Es fortuito (de fortuna) pero también es algo a “trabajar”, no como en el campo de algodón pero sí como digo a mis alumnos “Hay que ponerse en situación de…”

Y me pasó esto:
(...y como yo estaba en situación)

El viernes pasado por la mañana tuve una fantástica conversación con una amiga y participante de este blog sobre un tema que me preocupaba y me dijo una frase que me llegó al cuerpo, me lo rozó, pero a los segundos se fue… (no me había llegado a la barriguilla), pero sentí que se acercaba, le pedí que me lo volviese a repetir y yo me preparé para aprehenderlo, para que se pudiese significar.
Quiero que se signifique, y voy a estar alerta; pienso esa frase y esa conversación junto al tema que me preocupa para que se hablen entre los dos, se hagan amigos y yo sea más feliz. Porque creo que cuando acontece y se significa uno es más feliz.
No sé si llegará la significación, pero voy a ponerme en situación con ayuda del psicoanálisis. Haré como dicen los escritores, si viene la musa que te coja con papel y lápiz.

18 de septiembre de 2010, 11:03  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Lo que dice Ali de los hijos me ha hecho ver que los hijos te hacen una herida en la mismísima herida esa que dice Viar, y que los sacas tú de la herida y luego te haces parte de la suya.

(Soy la participante antiguamente conocida como Iyó Kesé; he renunciado a mi seudónimo africano a favor del nombre de mi abuela, que es una herida de la que vengo).

18 de septiembre de 2010, 12:22  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Todos nacemos sin "saber". Poco a poco vamos incorporandonos al mundo del lenguaje y nos cuesta mucho comprender lo que se nos dice,o se nos cuenta.No hacemos caso(creo que la prepotencia imaginaria y no sentir la posibilidad de la muerte, de la castración, del dolor en los niños, en los adolescentes,muchas veces hace imposible el díalogo con ellos.Para mí fue una sorpresa descubrir que los chistes, las bromas que yo les hacia a mis hijos,no los entendían, o se enfadaban.No es el mismo insconsciente con 15 años, que con 40.Pienso que conforme vamos haciendonos mayores, la falta, la herida, la marca se va haciendo paso en nuestro camino, y empezamos a comprender algo de porque soy asi, porque me gustaria hacerlo de otra manera
eso claro, si me lo cuestiono t tengo ganas de saber.Que todavía conozco a mucha gente "mayor" que funciona como adolescentes.O renunciando "es que callada va mejor".Yo tuve una amiga que me decia: pensar no, que duele, y luego la cabeza me pide amnistia.El tiempo, el implacable, como ganancia de saber, como perdida de cuerpo.Un tiempo de ver, un tiempo de comprender, un tiempo de decidir.Esta frase me gusta, cuando me surge un nuevo acontecimiento....y otra vez en marcha.

20 de septiembre de 2010, 22:33  
Blogger Iñaki Viar ha dicho...

Sí, el acontecimiento puede surgir a la vuelta de la esquina. Ser doloroso o feliz. Y siempre se basa en palabras que dan sentido a un acto, un hecho... y que sea un acontecimiento depende de nuestra respuesta, que marca algo nuevo o diferente. Unas frases a un hijo en un momento oportuno puede constituir un acontecimiento para él. Ali apunta algo muy importante: la uniformización que se impone a los jóvenes. Un síntoma puede ser la resistencia a esa uniformización, su modo preservar su singularidad. ¡No esperemos que nuestros hijos sean ideales! Dejémosles que se inventen (lo cual no quiere decir permisividad ni excluye las broncas de rigor).

20 de septiembre de 2010, 23:03  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Como ejemplar bastante típico de gorila de mi especie me gustaría poner dos ejemplos sobre uniformización, para concretar, para comprender:
a) Cuando el niño entró a la escuela había que comprarle babi. Rosa o azul; la madre reflexionó y cogió uno verde. El padre, disgustado por la elección, sentenció: siempre tienes que dar la nota. (Para que se entienda mejor el significado de la cosa, diré que el padre había sido conocido en su instituto por llevar un impermeable de charol rojo y un sombrero negro, más o menos; quiero decir que ese que luego fue padre solía detestar los uniformes de ponerse encima tanto como los de ser por dentro; una de las razones por las que probablemente la madre quiso que el padre fuera el padre, el padre del niño del babi que digo).
b) Años más tarde, ese niño estaba en un campamento y llamé (vale, sí, la madre soy yo) al profesor para preguntar qué tal. Él me dijo que bueno, que esa noche estaban todos castigados. Todos, menos mi hijo. ¿Y POR QUÉEEEE MI HIJO NOOOOO? exclamé yo, inmediatamente, alarmadísima. Me daba igual por qué. ¡¡¡Que le castigaran a él también, por favor!!! O sea, que no me lo dejaran en la aterradora intemperie de la singularidad, EN NINGÚN CASO. Ni para bien.
Muchos de los que creemos amar apasionadamente la singularidad no sentimos ningún embargo -sin embargo- en requerirnos el calor cobarde del pelotón a la menor brisilla que sopla. (Para ejemplos gordos nacidos de idénticos polvos, véase Historia Universal, capítulo Masa Cómplice).
La frase de Viar ("dejémosles que se inventen") puesta la lado de mis propios sentimientos dolorosamente reales me ha hecho verme inevitablemente en el Unamuno de "que (se) inventen ellos". O sea, que se inventen los hijos de los otros, lo del mío se lo pongo ya inventado (con etiqueta y dos años de garantía, que es lo que manda la UE). Para no darse una cuenta de que los otros somos nosotros. Porque en la frase "la uniformización que se impone a los jóvenes", falta el sujeto impositor; creo que ese sujeto es cada cual más a menudo de lo que cada cual advierte. (¿Son estas también partes de las dos orillas de la herida esa? ¿El gorila aterrorizado y el hombre que pugna por salir de él? -el hombre escapa, el gorila le llama, el hombre le niega, luego el gorila perseguidor atrapa al hombre y le asfixia...–).
¿Puede uno inventarse si hace ya algunas semanas (incluso meses) que ha dejado de ser adolescente? ¿Corresponden los tiempos de ver, comprender y decidir -de que habla Anónimo- a diferentes épocas de la vida, o son infinitivos que no se agotan nunca?
Me respondo yo (cómo mola poder) volviendo a lo que escribe Viar del acontecimiento, la discontinuidad y el sentido de la vida que se despliega en el acontecer. Para mí son versos (verso libre), puedo estar mucho rato pensando en ellos.

23 de septiembre de 2010, 12:41  
Anonymous Ana A.B.V. ha dicho...

Aquí no me atrevo a comentar nada. Sólo quiero decir que me gusta todo lo que he leído en este artículo y en estos comentarios. Me gusta. ¿Habrá sido eso un acontecimiento? Me ha gustado todo.

6 de octubre de 2010, 19:43  

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