domingo, 11 de marzo de 2012

La lengua y el sexo


Lo que usted ha podido pensar al leer el título, los diferentes sentidos que permite, o sea el equívoco, es la esencial forma de comunicación con el inconsciente: lo que habré dicho para que me entiendan esto. ¿Cuál era la intención del decir? ¡Ay! si uno mismo lo supiera con seguridad. El caso es que uno dice más que lo que pensaba y menos de lo que quería. "Esclavo de tus palabras..."
Este título se refiere al texto del académico Ignacio Bosque: "Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer" que ha despertado tan importante polémica. El profesor ha respondido a tantas "guías de lenguaje no sexista" que han proliferado por doquier. Antes también había guías como éstas pero se llamaban "Manual de buena conducta", "Consejos a la recién casada", "Cómo ser buenos padres", "El comportamiento correcto en la mesa"... Ya ven por dónde voy. Gran sabiduría y enorme paciencia derrochan el profesor Bosque y el profesor Alvarez de Miranda ("El género no marcado", El País 7 de marzo) para tratar de convencer a gentes tan bienintencionadas que Humpty Dumpty, el conejo blanco de Alicia, estaba loco. Que su afán de dominar el lenguaje de los otros (feliz no-cumpleaños), creerse el amo de lengua ("las cosas significan lo que yo quiero que signifiquen") en la clínica se llama psicosis. No es el caso de esta buena gente, pero quieren acercarse a decirnos cómo debemos hablar para que las cosas signifiquen otra cosa que el modo antiguo.
En realidad, la lectura de lo que dicen hace el mismo efecto cómico que el conejo: ¡qué chaladura! Lo grave es que lo dicen en serio, y muchas gentes apoyadas por partidos y organizaciones sociales y públicas. Y lo de la arroba es desternillante. Aquí pretenden inventar un nuevo alfabeto.
Para las tales guías y demás la cuestión clave es eliminar el genérico masculino, "el género no marcado" según la terminología empleada. Que haya que decirlo siempre en masculino y femenino. Por obligación, pretende esta nueva Inquisición. Pero aquí se encuentran con un límite: la imposibilidad práctica de hacer lo que dicen. Han topado con un límite porque el lenguaje es una estructura aunque no completa ni perfecta, por eso va variando con el uso. Y si rompes una estructura, la ley que determina el significado de los significantes, llegamos al pensamiento disgregado o incoherente. Y como en Babel, no nos entenderíamos.
 Era más suave la censura de los regímenes autoritarios, no atentaba contra el sentido, permitía sugerirlo. Fíjense, el mejor cine antifranquista se hizo en el franquismo. Y si no me creen vean a Berlanga y Bardem. El cine de la democracia no ha hecho nada más digno a favor de la libertad.
Es decir que hay un límite a las ocurrencias. El lenguaje no aguanta todo.
La pregunta que se hacen todos es por qué es masculino el género no marcado: "los españoles somos buenos". Dice el profesor Álvarez de Miranda que pueda deberse "a la prevalencia ancestral de patrones masculinistas". Efectivamente parece ser así en todas las culturas que han existido. Pero por qué ha sido así.
¿Por qué el género masculino puede usarse para abarcar a los dos sexos y, en cambio el femenino no?
Supongo compleja la respuesta pero ensayaré la mía. Hay una asimetría entre los sexos. La diferencia principal que otorga el sexo es tener pene o no tenerlo. Es decir tener una cosa o que no se tenga. Simple y elemental. Al hombre se le puede privar, a la mujer no. El uso del género masculino indica una significación de tener, y no significa una privación de la mujer, pero no las masculiniza. En cambio, el uso del género femenino apunta a la significación de no tener, no contradice a la mujer, pero priva al hombre del tener, lo feminiza. Por eso mis amigos y yo cuando tomamos una copa juntos, y con señoras, no decimos que estamos encantadas. Ellas nos abandonarían.
 Algo simple y elemental se significa con la lengua y no veo nada más sencillo. Ya sé que me mandarán a la hoguera por decir esto. Está inspirado en lo leído en Freud y Lacan, diré. Quizá sea peor.
Es decir, el sentido de ser mujer soporta el genérico masculino, en cambio el sentido de lo masculino no soporta el uso del genérico femenino, éste lo negativiza. Ya ven cuál es el sexo fuerte.
Existen connotaciones sexistas en la lengua hablada, pero no es a causa de la lengua, sino del uso que hacemos de la lengua.
Con todo, este debate está politizado e ideologizado. El feminismo en su largo recorrido ha sido dominado por un discurso que replica el sentido de cierta izquierda actual: de todo lo que pasa tiene la culpa el Otro. Se llame como se llame. Incluso si es lo que nos sirve para llamar a las cosas por su nombre.
En realidad esta cruzada por la purificación de la lengua tiene un aroma integrista, un estilo totalitario que de hacerles caso, más que a favorecer a la mujer, nos llevaría al silencio. Entonces quizá las mujeres fueran más "visibles", ¿pero serían más audibles?.

18 comentarios:

Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

¡Por fin vamos a hablar del sexo oral!, ¿que me diga verbal? ... o sea, de género, ¿lingual? Lingüístico. Claro. ¿Y está vuecencia por ventura al cabo de los días que pueden enumerarse entre su anterior entrada y esta? Dicho de otro modo, ¿ha contado sus noches? (Viar-sensei, reñido queda).
Que el día se opone a la noche ("que ni sé cuándo es de día ni cuando las noches son"), pero también la incluye (en los trabajos de la Tierra, rota que rotarás, la incansable Tierra), por arte y magia del mismo mecanismo llamado neutralización de oposiciones binarias que es el que el académico Álvarez de Miranda destaca en eso que llama expresión por defecto, y que en este caso es el "género no marcado": El que no excluye, el incluyente pennis gratia, dice Viar (¡Ave María Purísma!).
No hay nada como querer decirlo todo para que se le quede a una toda la bocota llena y solo salgan perdigones de saliva. Así que, para no ahogarme, digo una cosa y doy las buenas noches (de este día): Me contó una profesora que en carnavales llegó un estudiante a clase disfrazado de gato. Ella estaba muy molesta, a mí en cambio me pareció muy gracioso. Claro que si el estudiante hubiera pretendido obligar (moralmente: ¡es carnaval, tíos!) a los demás a que se disfrazaran o disfrazáramos, me habría resultado inaceptable e insufrible, o meramente increíble. Es lo que opino de las mencionadas guías (he podido leer alguna) y sus a veces insoportables ocurrencias, en la medida en que se erigen en un deber ser de las cosas, al que a menudo nos plegamos irreflexivamente y, lo peor de todo, en contra de nuestro propio instinto, víctimas y cómplices del abuso moral al que alude Bosque en el artículo que cita Viar (puede leerse en la página de la RAE, aquí: http://www.rae.es/rae/Noticias.nsf/Portada3?ReadForm&menu=3).
Se han registran incluso algunos casos de notable virtuosismo al respecto. Por ejemplo, he oído mencionar que cierto profesor (varoncito) de Trabajo Social siempre utiliza el femenino como genérico, dice que porque concuerda con persona, y además el pollo por lo visto no se equivoca nunca. Bueno, me sé de causas más dignas del esfuerzo y también de juegos más divertidos, e incluso mucho menos artificiosos; pero a este, igual que al estudiante vestido de Micifuz, le respeto la originalidad y la manía. Por lo mismo, que no me pida que la comparta, ni que le ayude a atarme las correas.

13 de marzo de 2012, 0:31  
Blogger helena ha dicho...

A mí también me molestan las ridiculeces en este asunto, las malas aplicaciones, las exageraciones... Pero tampoco estoy de acuerdo con que lo genérico masculino sea universalizable.


Iñaki, dices:

La pregunta que se hacen todos es por qué es masculino el género no marcado: "los españoles somos buenos". Dice el profesor Álvarez de Miranda que pueda deberse "a la prevalencia ancestral de patrones masculinistas". Efectivamente parece ser así en todas las culturas que han existido.

Esto no es exacto. Esto sucede en las culturas indoeuropeas y no en todas (en el ingles el género está en los pronombres y en el holandés solo existe el género masculino). En muchas otras cultura -no indoeuropeas- la distinción de género se realiza para distiguir entre "lo animado" y "lo inanimado", por ejemplo.

Hay también un autoritarismo cultural que consiste en cierta tendencia a creernos nuestras propias invenciones...casi a pies juntillas...

15 de marzo de 2012, 11:45  
Blogger helena ha dicho...

(Disentir de la disensión no significa situarse al lado de la norma sino implementar la complejidad de la reflexión. Para quien le apetezca.)

15 de marzo de 2012, 11:56  
Blogger helena ha dicho...

(Repito la aclaración anterior porque no me gusta como me ha quedado. Quiero decir: mis desacuerdos no son pedradas.)

15 de marzo de 2012, 12:31  
Blogger helena ha dicho...

Dices Iñaki que "no es la lengua sino el uso que se hace de ella" mas o menos habilidoso, según quien...(-je, je, je: alusión al chiste de tus primeras líneas, si me lo permites)
Es cierto, es muy cierto. Creo que es de ahí de donde surje todo este debate y es muy interesante.

15 de marzo de 2012, 12:39  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Helena:
a) ¿Cómo saben los holandeses que su único género es masculino?
b) La oposición 'animado / no animado' también está gramaticalizada en español. Por ejemplo, la animacidad resulta pertinente como restricción que condiciona en español la aparición del complemento directo preposicional:
Trae al niño / trae a un niño
Trae al gato / trae a un gato
*Trae al libro / *Trae a un libro

b) El concepto de gramaticalización es muy pertinente en el debate del género sexuado: el hablante no escoge las categorías que su lengua gramaticaliza ni sus exponentes (o manifestaciones), pero es ese ese fondo estructural y sistemático el que le permite elegir otros elementos de contenido, que son los que pueden hacerse conscientes. (Tú, por ejemplo, has escogido "implementar " en lugar de "desarrollar", has actuado libremente ). (Sin acritú).

c) Gramática no es lo mismo que norma. La norma es en buena medida una suerte de etiqueta social, y como ella se puede desconocer o rechazar (libertad y responsabilidad); por más que a uno siempre puedan afearle cualquiera de las dos opciones, como escribir "surje" o no utilizar bien los cubiertos de comer bogavante. (En mi vida he visto un bogavante y el día que vea uno no pienso comérmelo).

d) Estoy completamente de acuerdo contigo en que lo más importante es qué hacemos con la lengua.

e) Y por eso creo que es en el final del escrito de Viar donde está lo muy más de pensar de él: visibilidad versus audibilidad, exhibición y expresión, la posibilidad de distinguir el ostentar del decir.

16 de marzo de 2012, 0:19  
Blogger helena ha dicho...

Vale, muy bien todo: entiendo poco, hago faltas de ortografía y utilizo sinónimos poco adecuados.

A parte de esto tu punto "b" es interesante, si:

b) El concepto de gramaticalización es muy pertinente en el debate del género sexuado: el hablante no escoge las categorías que su lengua gramaticaliza ni sus exponentes (o manifestaciones), pero es ese ese fondo estructural y sistemático el que le permite elegir otros elementos de contenido, que son los que pueden hacerse conscientes.

Me pregunto si "ese ese fondo estructural y sistemático el que le permite elegir otros elementos de contenido" ¿permite mucho?, ¿permite poco?, ¿lo pone fácil?, ¿lo pone difícil. cada hablante escoge, cada uno según sus posibilidades....?

Espera que ya te estoy oyendo: "ese ese fondo estructural y sistemática, no es un sujeto volitivo, así que no..."

16 de marzo de 2012, 14:02  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Helena:
¿"Espera que ya te estoy oyendo" quiere decir "cállate"?
Tal vez no había entendido tu invitación a "implementar la complejidad de la reflexión". Mi interés por la lengua es genuino.

16 de marzo de 2012, 20:59  
Blogger helena ha dicho...

No, ni te digo que te calles ni pongo en cuestión tu interés por la lengua.
Lo que digo es que no estoy deacuerdo en que algunas ideas puedan universalizarse porque dudo de que la lengua se relacione con lo real de la misma manera en todas las culturas. Es posible que el lenguaje sí se relacione con lo real siempre igual ¿pero la lengua? Y me pregunto seriamente si dependiendo qué lengua hablemos esto "empujará" toda nuestra construcción imaginaria en una tendencia o algo así. Quizá hasta cierto punto sí, pero ¿siempre igual?. Y también pienso que a menudo olvidamos que las ideas en las que vivimos sumergidas y que producimos, son elaboraciones culturales, consensos, "invenciones" para la convivencia y no verdades absolutas. Tampoco estoy diciendo que todo sea relativo, no es esto lo que digo. Lo que digo es que a menudo nos afianzamos en nuestros propios argumentos sin un resquicio de duda, y a veces la duda cabe (otras puede que no). Y me pregunto con curiosidad sobre las culturas -y las lenguas- que no conozco en las que la única diferencia de género que existe es entre seres animados e inanimados...
Me pregunto cosas Elefante de Guerra, solo eso.

17 de marzo de 2012, 9:37  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Tengo la impresión de que crees que si una lengua categoriza lo inanimado frente a lo animado, hombres, mujeres o gatos (mejor digamos las palabras que se refieren a ellos) se agruparían juntos frente a piedras, suelas de zapato y chicles, por ejemplo. Por lo que sabemos de la categorización de las lenguas del mundo, sería bastante verosímil que los sexos humanos se situaran en categorías distintas: hombres al lado de gatos y piedras; mujeres, chicles y suelas en la otra banda.
Lo que quiero decir es que las categorizaciones gramaticales de las lenguas realmente existentes no las ha planificado la UNESCO, sino que han surgido de experiencias colectivas que tienen otras manifestaciones significativas. Pero que desde el punto de vista lingüístico lo fundamental es el proceso subsiguiente de desmotivación y convencionalización, es decir, la gramaticalización, la parte automática, sistemática e inconsciente que sostiene el hablar y sin la cual la categoría no funciona como categoría lingüística.
Por supuesto, una lengua es más que gramática, no menos.

17 de marzo de 2012, 13:05  
Blogger helena ha dicho...

Si, parece que "el lenguaje no lo aguanta todo" como dice Iñaki, por eso algunas de todas estas variaciones o nuevas costumbres permanecerán y otras no, imagino, la gramática tendrá sus límites de flexibilidad y supongo que saldrán adelante aquellas que encuentren donde: una experiencia que justifique su uso.

Si, quizá el feminismo ha tomado la fuerza para sus reivindicaciones de oponerse a aquello a lo que en muchas ocasiones ha terminado por parecerse.

Me pregunto por el origen de esta "moda" de retorcimientos gramaticales de "corrección de género". Quizá tenga un aroma integrista, pero ese aroma ¿no os parece independiente del origen de la moda? Es decir: que en nuestro lenguaje cotidiano lo femenino, el femenino, lo mujer se use de forma peyorativa o no se use? ¿No se interpreta la falta, el "no tener" como algo peyorativo? ¿o pensais que no? ¿de donde viene esto? ¿No veis que exista en este sentido cierto "machismo lingüistico"? ¿Igualmente que cierto clasismo lingüistico, cierto racismo lingüsitico...? En expresiones cotidianas y asumidas como: "merienda de negros" o "mariconada" o "nenaza (como insulto)...

Es una pena que al hombre no pueda faltarle. Me pregunto si esto se entenderá así en todas partes, quiero decir: si todas las sociedades se organizan sobre la negativización de la falta... ¿si? ¿No hay hombres que deseen ser mujeres sin dejar de ser hombres? ¿No hay hombres a quienes les alivie no tener, la falta?... ¿No existe ninguna sociedad en la que la falta se interprete como un valor positivo?... ¿Podemos nosotros interpretar la falta como un valor positivo sin que esto signifique que los hombres tengan que cortarse la pilila?

17 de marzo de 2012, 18:52  
Blogger helena ha dicho...

Otra cosa (o sea: mas de lo mismo) La mujer no necesita visibilizarse, ciertamente, siempre estamos en los anuncios de coches, cosméticos, moda... por todas partes se nos vé, bueno a las que más se vé es a señoras casi "paranormales" en cuanto a medidas y proporciones. Creo que no se trata de visibilizar a las mujeres sino más bien de que aquello tradicionalmente adscrito al universo de "lo femenino", menospreciado o ignorado, sea reconocido como un valor.. Es decir que aquello que rodea a lo faltante y sus metáforas, sea reconocido e interpretado como un valor positivo. ¿No? ¿Puede ser algo de esto lo que esté detrás de la "corrección de género"?

17 de marzo de 2012, 19:04  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

No me quiero escaquear, al contrario. Pero me cuesta una barbaridad pensar en qué es lo femenino y lo masculino, solo se me ocurre un plomizo runrún de cosas muy tópicas que por alguna razón me molestan o me resultan una especie de cháchara entretenida, como hablar del horóscopo. No me siento más mujer que piscis, o no veo que tenga ninguna lucha pendiente como mujer ni como piscis que no me rete o interrogue exclusivamente como individua. Cuando alguien me parece estupendo o bien asqueroso, nunca lo atribuyo a su género socioantropológico, aunque sé que hay razones sexuales por las que la compañía de ellos es tan emocionante, tal vez las mismas que explicarán algunos de mis odios y rivalidades con ellas. Es lo más que descubro en mi mente en plan general, pero en la sencillez de ese condicionamiento a lo mejor me encuentro más cerca de lo que se le atribuye a un camionero que lo que se considera propio de nosotras.
Yo no sé que es el falo (y, esto, ¿qué era el pene?). Recuerdo que M. explicó muy bien qué era la falta, pero no se me ocurrió que los hombres no tuvieran una.
Y creo que tampoco soy feminista, me parece que por la misma razón que no soy antiesclavista, me he criado en un mundo en el que la igualdad era ya la legalidad. También sé que es privilegio de los pocos de un pequeño rincón del mundo, pero ahora mismo estoy sentada en ese ángulo y adoptar cualquier otro me resulta una impostura. Y disculpa que insista, pero esa legalidad formal viene a ser para mí una gramática subyacente que permite después toda las variaciones semánticas y expresivas posibles. Sé que otro tópico es el de las horrorosas mujeres del poder y si éste es masculino y por eso se vuelven terribles y fieras. Lo tengo fresco, porque el otro día discutí un poco con una señora explotadora y abusona, además de gorrona (vamos, que siempre fuma de lo tuyo), pero que hace la guerra feminista, forma parte de comisiones institucionales de esas que nos quieren obligar a liberarnos de ataduras lingüísticas, por ejemplo, y estaba muy indignada con los académicos. No atribuyo sus insufribles características personales a su ideología, aunque a veces me haga gracia por lo chocantemente incongruente. Una vez oí sentenciar a un compañero sobre cierta mujer: "Es que está mal follada". No le llamé machista, le dije tarado, baboso y gilipollas.

A mí me gusta "merienda de negros" porque me recuerda mucho a mi madre, a Tarzán y al pan con chocolate.

18 de marzo de 2012, 1:02  
Blogger Iñaki Viar ha dicho...

Debate animado e interesante el de vuesas mercedes (sintagma éste que creo que vale para los dos géneros)sobre el que diré algo con mucho cuidado. Pues es lo aconsejable en estos menesteres en que las cosas que atañen a mujer y hombre, en tanto a su condición, es merecedor de elogio quien hablare con prudencia y comedimiento. Más aún si fuere varón el que discrepare pues sabido es que de no hacerlo así saldrá malparado. ¡Y aún así! que es lo que la experiencia desde tierna infancia nos ha enseñado, por estos pagos al menos.
Digo yo, con todos los respetos y sin ningún ánimus injuriandi, que esto del lenguaje y el sexo tiene que ver con lo más recóndito y originario de la condición humana, pues que ésta, exiliada como está del mundo real y natural, no tiene más remedio y privilegio que hablar, e incluso pensar con palabras, y más diré, que sin una lengua no entendiere nada el nacido humano y quedare por siempre extraviado en la vida.
Otro sí diré que este extrañamiento de la naturaleza que el lenguaje nos impone y que nos constituye como ser hablantes impone que el mismo lenguaje de nuestros desvelos conlleve desde su nacimiento en el infante el que acarreare un falta o falla estructural, igual en hembras que en varones, pues que como decíamos en esto sí que somos iguales ambos sexos. Todos con falta, con imposibilidad de completud en nuestro ser y en nuestros goces de la vida. Pues que por eso hablamos, obligados a ello por nuestra falta; y que el hablar es un pedir siempre a los otros que nos tengan en cuenta. En sus decires y en sus pensamientos, en los malos y en los buenos.Y reitero con permiso de vuesas mercedes ¿a santo de qué iba hablar un nacido humano (varón o hembra)sino fuere porque le falta algo?
Y yendo a la cuestión que nos desvela y que tanto ocupa a vuesas mercedes con obvios motivos, la del sexo con respeto, quiero decir, no viniera a ocurrir que la Santa se interesare por nuestras honestas disquisiciones queriendo ver en ellas algo impuro (lo cual, quede entre nosotros, siempre sería cierto)y nos reclamare de aclaraciones que no sabríamos dar.
Que metidos en la harina del sexo (que los hay de todo tipo de singularidades) sólo me cabe decir a vuesas mercedes que éste no tiene remedio. Que mil vueltas que le diéramos,al sexo, digo en el discurrir, jamás llegáramos a encontrarle respuesta acabada y satisfactoria para vuesas mercedes y para mí. Que como el Génesis nos dice Dios hizo al hombre de barro y díjole que "aquí te doy compañera". Y, la verdad, que nunca ha llegado a ir bien la cosa. Pues harto difícil es que uno y otro, ambos con su propia falta, alcancen armonía alguna, debiendo compensar sus faltas con una aceptación de su condición y no demandando al otro más de lo que éste pudiera otorgar. Y miren que también esta conseja pudieran echarla en saco roto que no les haya de aliviar el tránsito por las vías que les tocare en este azar que nos acarrea.
Teniendo todos falta, son los varones quienes más se engañan, pues que creen, o así les ha hecho creer la lengua, que tienen algo que el otro sexo quiere porque no lo tiene. Y, a su vez, la hembra también se lo cree, pues que tambíén le han hecho saber que no lo tiene, y cree entonces que debe hacer por conseguirlo. Así es que en este doble engaño se asienta la condición absoluta para se habitados por el deseo, esa cualidad que nos anima por la vida y a la que todo debemos, y que es el bien más preciado, que nos hace vivir que solo perdemos al morir.
Así que este doble engaño nos llega con la lengua, que el deseo lo crea la lengua que traspasa nuestros cuerpos y que hace posible la vida. No queramos ir más allá, al otro lado de las palabras siempre insuficientes, pues es el reino obscuro que los dioses llamaron el Reino de las Tinieblas, donde nada se entiende ni nada se sabe. Arreglémonos con nuestra falta pues es el menor daño que puede sufrir quien ha nacido humano.

18 de marzo de 2012, 11:26  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Que dice Leoparda que ha puesto "hembra" y que ella quiere ser "mujer" hasta en el Génesis. Pero que no se le da de ello un ardite, porque Vuesa Psicoanalisticidad es el más fermoso y garrido decidor de toda la Psicoanalistería Andante.

18 de marzo de 2012, 12:50  
Blogger helena ha dicho...

Gracias. Está muy bonito como pones la diferencia entre la falta y los engaños del tener... Irresoluble...
¿el Reino de las Tinieblas?...mhh...very interesting...

18 de marzo de 2012, 22:35  
Blogger Iñaki Viar ha dicho...

Pues que sí, tiene razón doña Leoparda,que queda más bonito muller que fembra.
Y el Reino de las Tinieblas, doña Helena, dícese por otro nombre del infierno. Es en el Tercer Recinto del Séptimo Círculo donde penan los violentos contra Dios, contra la Naturaleza y contra la Sociedad, de donde escapé, para advertir a los humanos, que el infierno no es sino donde van aquellos que no tienen otra cosa que hacer.

20 de marzo de 2012, 21:45  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Vaya tontería, para calzarnos el género en su vertiente no gramatical.

Ha hecho estragos que no se haya estudiado latín y griego o haberse saltado las clases. El primero marca el género -categoría gramatical- masculino para ambos sexos.

En Griego es más acorde con el animado y el inanimado. Y dentro del animado el que produce los frutos, por eso los árboles son femeninos hasta en latín. El inanimado o neutro queda para quien no tiene función ni de macho ni de hembra.

Y luego vienen los siglos que desgastan el idioma y, cómo no, las analogías... a ver si termina en a suena como femenino.

22 de noviembre de 2018, 20:31  

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