lunes, 5 de septiembre de 2011

La Torre de Canterbury


La veía todos los días durante el mes pasado. Por la mañana al caminar ligero para ir a clase aparecía siempre dorada y brillante con la primera luz, orgullosa, rampante, como un desacato al cielo: no hay nadie por encima de mí libertad. Entendí algo de eso tratando a los ingleses. El respeto a la libertad del otro es tan sagrado que se excusan siempre si sospechan que pueden invadir tu espacio. Es el límite de tu libertad: la del otro. Hacen que me sienta libre. Claro que, si así lo he elegido, libre hasta para morir en la calle.
Dan los ingleses por supuesto que uno es reponsable de su vida, de sus decisiones y de adonde le conducen. Se nota enseguida que no es un país católico, no hay la identificación masiva con la falta del otro: por buen nombre caridad.
Escuché el origen de Inglaterra - aunque mis dificultades con el idioma me impidieron entender mucho de lo que decía el guía. Pues allá por el siglo V, cuando se desmoronaba el Imperio recién convertido al cristianismo, una tal lady Wooton, de origen francés se casó con un caballero normando. El caso es que se formó un primer reino allí en Canterbury. Parece que en la ceremonia la lady viendo a un muchacho normando de bellos ojos azules y cabello rubio, dijo: "c`est comme un ange". O sea un ángel. Y de ahí angle-land, y después England. En su origen tierra de ángeles.
En estas estaba cuando estallaron las revueltas(?) o lo que fuera, pero no de ángeles. Terribles explosiones que inquietaron a toda la nación. Es defícil calificar estos hechos. Son de tipo nuevo. Ni rebelión política ni social. Con participación de clases y edades diversas. Lo único claro era la acción vandálica depredadora y agresiva. Sólo puedo pensar que es el efecto del empuje a la satisfacción inmediata e incondicional (todo y ahora) por encima de normas morales y legales. Creo que es la culminación lógica de la sociedad de consumo. Es la explosión de una sociedad cada vez más insaciable. ¿Podremos entenderlo?
En Canterbury vi algunos destellos: un día caminabámos un grupo de amigos y nos cruzamos con jóvenes altos y guapos y borrachos y, sin mediar palabra, le arrojaron una hamburguesa a la cabeza a un jóven árabe que venía con nosotros. Estaba en el aire la electricidad de la violencia. Me inquietó, aunque luego pensé que, aunque en distinto contexto, en nuestro país hemos vivido algo mucho más terrible. Pero nuestra sensibilidad depende en gran medida del efecto escénico.
Era un día nublado, la Torre envuelta en la bruma era de piedra dura, oscura y mostraba su faz severa.
Al día siguiente fuimos a la Universidad de Cambrige. Exquisitez, elegancia y, claro, Isaac Newton, Bertran Russel, Ludwig Wingtestein, Karl Poper, Stephen Hawkings.... Y vimos algo que se repite en plazas y parques de ciudades y pueblos. En los colleges, bien visibles en sus muros, se leen las incripciones de quienes allí estudiaron y que murieron en la Primera y Segunda Guerra mundiales, los que dieron su vida por la libertad de su nación.
Entre ellos están los "muchachos del pelo largo". Los jóvenes que cuando Inglaterra estaba en peligro de caer bajo Alemania, bombardeadas sus ciudades cada día, aprendieron rápidamente a pilotar, se subieron a los aviones recién construidos, y lucharon contra la aviación alemana. Murieron la mayoría de ellos pero ganaron la Batalla de Inglaterra. Así se ganó el tiempo para preparar la derrota del nazismo, que a punto estuvo de dominar toda Europa. A ellos se refirió Churchill cuando dijo aquello de "nunca tantos debieron tanto a tan pocos". Pero como sabemos, ya les había pedido antes "sangre, sudor y lágrimas". Por eso los ingleses tienen sus ángeles.
Al volver de Cambrige, al anochecer húmedo, sobre el firmamento morado, hubiera dicho que por la Torre de la catedral de Canterbury se deslizaban lágrimas de piedra.

8 comentarios:

Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Dear Viar, wellcome home! (Que is your home, naturally, aunque lleváramos ya unos días de cháchara okupa en la otra entrada).
Creo que ha escrito un texto en registro de alegoría y así se lo voy a tomar, que si no tendría que preguntarle, ¿cómo se ha dejado engatusar tanto por los perfidoalbionenses?
(My God!)

6 de septiembre de 2011, 23:24  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

El psicoanálisis ha hecho que la inclinación que yo ya tenía por los individuos se agudice bastante, así que la deliberada selección de elementos de la personalidad inglesa que hace me ha puesto en contra. Al cuadro que cualidades y logros que pinta yo le añadiría, si me deja, otras cosas también tradicionalmente inglesas: manadas de borrachos en Benidorm y resto de costas mediterráneas, el hooliganismo como deporte, la disciplina inglesa, eso que se enseña para distinguir la pragmática del excuse-me y el sorry (primero oyes un "excuse me", luego te arrean una buena patada, después te dicen "sorry"), y a sir Francis Drake y Jack el Destripador. No sé cómo son los ingleses ni cómo han sido, ni siquiera sé si existen, en realidad, aunque he visto a algunos y acabo de leer unas novelas de Iris Murdoch e Ian McEwan que están llenas de ellos, pero son de mentiras, vamos, como los demás (que también somos verdaderos ingleses de mentiras).
Me arriesgo a interpretar su alegoría de la torre con la clave de la grandeza de las realizaciones humanas anegada por una marea creciente de barbarie insensata, Prometeo decepcionado y tal vez traicionado y también humillado. Y es un implacable ejemplo de contrastes y contradicciones, pero estoy segura de que no es la primera vez que esa torre llora ni tiene por qué ser la última. (Además, no se fíe de las lágrimas de una torre, que seguro que están llenas de autocompasión).

6 de septiembre de 2011, 23:40  
Blogger M ha dicho...

Hola Iñaki
Iñaki, podrían ser, tus primeras líneas, el comienzo de un buen libro, me encanta.
Es genial cuando alguien vuelve impregnado por la historia de otro país, así con ángeles y libertad.
Ja, Ja! Elefante de Guerra también tiene todo lo que tú dices el mundo, nuestro mundo.
Cuando he viajado a Europa central, países nórdicos, me siento a gusto con esa educación, ese respeto, sonrisas, respeto a las filas, la gente no grita, no hay ruido de tazas y platos en los bares (lo odio sobre todo si es mi primer café mañanero) la estética en los cafés, calles con jardineras, restaurantes con velas, la limpieza…me gusta mucho. En fin que ahorita mismo me iría a cenar a un sitio de esos; luego cada uno tiene su parte desagradable y si vives con ellos lo acabas viendo lo mismo que aquí pero para viajar está bien.

Nos comentas Iñaki el tema de la sociedad de consumo y pienso que cuando empezamos este blog nos proponías que hablásemos del futuro de nuestra sociedad, junio del 2010, temor a la crisis que se avecinaba y ahora pienso ¡dios santo! aquello no era nada con lo que está pasando ahora.
Y la libertad que nos comenta Iñaki … viendo la que está cayendo por ejemplo, qué libertad tienen los países para hacer otra cosa que no la que le obligan a hacer. Y las personas igual. Quizás en algún momento es un lujo o una bonita palabra.
Me acuerdo que mi padre alguna vez decía:-¡cómo que depresión! Pero cuánto tiempo tiene la gente, un poco en broma y en serio.
Sobre lo de Inglaterra no lo ví como vandalismo ( no lo que cuenta del árabe en concreto) lo vi cómo una reacción a muchas cosas que han pasado con anterioridad y que no se habían puesto las medidas, ni las van a poner, es un producto que se ha ido fabricando poco a poco.
Hacer las cosas bien cuando se gobierna pasa por más generosidad, por la equidad, etc. luego no vale decir qué mala es la gente, porque otra vez recae sobre los mismos y no me parece justo.
Bueno me voy a cenar que como siga así la luz de septiembre se me va a oscurecer. Besos

7 de septiembre de 2011, 21:50  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Estimada Doña Elefanta, "vayamos por partes..." que dijo Jack el Destripador.En fin,pues sí, que toda selección es deliberada, qué le vamos a hacer.Y que le dejo añadir eso y todo lo que quiera. ¿Quizá Gibraltar? No se me enfade, es broma. Yo también estoy convencido de que siempre ha habido y hay ingleses muy malos. Y gente mala en todos los países. Pero los ingleses empezaron a tener derechos ciudadanos allá por el siglo XII, si no me equivoco, y es el sistema de libertades más antiguo. En fin, permítame que yo, que no conocí las libertades democráticas hasta mis treinta años, les admire.

Estimada M., los conflictos de Inglaterra creo que son actos vandálicos, a pesar de mi admiración por los ingleses lo veo así.
Verá, mi impresión es que la sociedad inglesa es, en lo bueno y en lo malo, más... cómo diría ¿strong?. Hay,ay¡ aspectos de la condición humana que no se arreglan con generosidad.El bien no lo puede todo.
Pero hay materia para largar.

Soy Viar anónimus.

7 de septiembre de 2011, 23:53  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Very well ('bastante bien'), I get it ('lo pillo'), así que yo también voy a contar una cosa de los ingleses que a mí me pone verrrde de admiración ('green of very pig envy'): el OED (Oxford English Dictionary), un enorme monumento lingüístico.
La historia de este diccionario parece sacada del mismo libro de cuentos ejemplares en el que figura el relato del famoso teatro en llamas, del que cientos de londinenses van saliendo sosegadamente y en ordenada fila mientras cantan "God Save the Queen" (solo interrumpidos por los naturales "après vous").
Este que fue proyecto de nuevo diccionario inglés, concebido a mediados del XIX en la Sociedad Filológica de Londres, y más tarde prohijado por la Universidad de Oxford, es un diccionario histórico del género diccionario total.
Pero lo bueno no es su diseño, ni siquiera el impresionante resultado: lo más gordo ('the big fat') es que salió adelante alimentado por toneladas, latifundios de horas de estreñido trabajo filológico ¡de voluntarios! No sé si cientos o miles de ciudadanos acudieron al llamamiento público a colaborar, y dedicaron tiempo (es decir, amor) en sus domicilios particulares, a la lectura y papeleteo de obras inglesas de todas las épocas. Gracias a ellos pudo elaborarse el corpus idiomático de testimonios y ejemplos sobre el que se construyó la primera edición del monumental diccionario.
Hay un libro de un tal Simon Winchester, que es una crónica novelada de la gestación del OED. Se titula "El profesor y el loco. Una historia de crímenes, locura y amor por las palabras" (Madrid: Debate, 1999). El episodio más singular de los que relata, y que es el que sirve para el título, es la relación que Charles Murray (el editor entonces del OED) mantuvo con uno de esos desinteresados corresponsales, W.C. Minor, un militar recluido por asesinato, cuya particular colaboración resultó muy estimable, bien que el hombre estaba bastante regular de la parte de los nervios. Lo bonito del asunto es también la fraternidad que se estableció entre el curilla Murray y el frenético Minor, que llevaban una vida de reclusión semejante y compartían la misma pasión por las palabras.
Pero volviendo al tema Pueblos ('Towns'), y ante la lacerante historia de rupturas y fracasos del aún inexistente diccionario histórico del español, una se pregunta si aquí habría sido posible el planteamiento voluntarista y ciudadano del OED, y, sobre todo, su éxito.
Y, si fuera menester, una misma respondería que sí, que aquí también, como un solo hombre. (Faltaría more).

9 de septiembre de 2011, 0:01  
Anonymous maite ha dicho...

Hola Iñaki, bienvenido después de tus vacaciones.M, Doña Elefanta, encantada de saludaros
Dos cuestionesme llaman la atención. Todos los pueblos tienen sus... "cosas"... ¿Se puede decir así? Nos sorprendimos con la manera de ser de los japonese, muchas veces hemos hablado de como son de diferente las culturas. Hablamos ahora de la flema británica. yo creo que las religiones si influyen en la manera de ser los pueblos. Los ingleses sin duda no tienen la caridad cristiana disfrazada que tenemos en España y en otros paises católicos.Pareceria que su deseo es más claro. Si historia y su manera de afrontar la realidad no admite medias tintas. todavia me estoy acordando de la contudencia del primer ministro. 16.000 polícias salieron a la calle la noche siguiente a la marras.
Gente buena y gente malo en todos los lugares pero no creo que la flema inflesa o el silencio de los japoneses, haga a un universal. Sin embargo los hechos acaecidos en Inglaterra, yo lo veo como el universal que es de todos, odio al otro, al diferente y ahora agudizado por la situación que tenemos en el mundo, por su globalización, por el capitalismo, por la caída de ciertos valores, . Como dicen los psicoanálistas, porque ha Habido un desfallecimientodel nombre del padre
(Esto yo lo entiendo como falta de ley, que no soy psic. pero algo he recogido)

Me sorprendio la decisión de América de matar al terrorista.Luego pesé que tonteria, si ellos aplican la pena de muerta desde hace muchos años.
¿Los veis esto posible en Inglaterra y en nuestra vieja Europa?
Mientras tanto en nuestra tierra, algunas personas siguen pensando que la vuelta a España, no tiene que pasar por el país vasco. Esto es lo que tenemos.
¿¿Cómo sería la "flema", el estilo español?
Yo cada vez siento más que nos llaman al orden y a tener certificados de profesionalidad.
Bueno Salud

10 de septiembre de 2011, 20:34  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Buenas noches: Saludado Viar, saludo a todo el mundo, que leyéndoos veo que ando hecha una patana de primera. Saludo especialmente a M. a quien no me he dirigido aún, aunque lo hacía en un borrador que me engulló el éter, y a Maite, que ha inaugurado el curso como una auténtica campeona. No sé "si estamos solos en la galaxia o acompañaaados", decían los Siniestro, es decir, si esto lo lee alguien más que aquellos que participamos. Con y sin ellos (a ver, mi güija: "si estáis ahí, manifestaaaaaoooos"), a veces la "conversación" del blog se me aparece en su propia irrealidad desasosegante que tengo que saltar, o sea, no ver, para no rilarme y dejar de dejar estas pequeñas muestras ectoplasmáticas y electrificadas, entre los que aparecen y desaparecen.
M. se ha referido a las causas, que es para mí una cuestión entre difícil e imposible, yo nunca sé cuál es la causa de las cosas, no lo digo para escaquearme. Nunca siento esa conexión con claridad y certeza, llamo a una y vienen un ciento. Las respuestas de Maite, en relación con la Ley, el odio al Otro y los valores a mí me llevan al tema educación (Heducación), que me importa un güebo de la mente y me pone frenética. Y que es para mí causa y principio y fin. Y todo me parece mal: veo rematadamente mal todos los recortes y que se justifiquen de cualquier forma, incluso apelando a que la calidad viene del esfuerzo, verdad evidente, quién lo niega. Y que se desprecie a los profesores y se mienta descaradamente cuando se confunden horas de impartición y horas de trabajo, por ejemplo. Pero a los profesores los conozco también de uno en uno, no como a los ingleses, y no puedo soportar el abandono y la terrorífica rendición de muchos de ellos (¡no tienen derecho a rendirse!). No me refiero a que tienen que pelear por sus sueldos y sus condiciones de trabajo, sino al trabajo de cada día con los cacho capullos que estamos criando en las aulas, que son nuestros capullos.

11 de septiembre de 2011, 22:55  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

He leído en un Babelia atrasado un artículo de Ricardo Menéndez Salmón sobre la literatura y el mal: "Cautivos del mal". Comienza con Dios, el Papa y Auschwitz, "¿Por qué, Señor, callaste?". Al hilo de la observación de Viar y el comentario de Maite, tengo que declarar que a mí, del catolicismo, la caridad no me estorba nada, lo que me flipa, anonada y estomaga son, precisamente, preguntas como esa.
En el artículo que digo hay una pila de cosas que conversan con esta entrada. El mal natural e inevitable no es cosa nuestra; es el otro mal, arbitrario y evitable, el que nos compete. No me interesa qué pasa con Dios, ni siquiera si el hombre es malo por naturaleza y solo la civilización le sujeta, o, por el contrario, un ángel al que la sociedad estropea a fondo, la famosa discusión alrededor de un café con bollos entre Hobbes y Rousseau.
En cambio, me parece sustancioso el derrotero que toma el repaso que el artículo de Menéndez hace, cuando enfoca la relación entre el mal y la libertad, porque "la existencia objetiva de la maldad nos habla de la existencia no menos objetiva de la libertad". Que libertad no tiene por qué ser sinónimo de bondad ni acompañarla necesariamente. Resumísimo y concluyo con una cita muy notable del filósofo y divulagador alemán, Rüdiger Safranski:
"En la política de Hitler, la locura destruye la realidad. Ahí está la catástrofe de la libertad. La libertad incluye la capacidad de cambiar la realidad según patrones que no proceden ellos mismos de la realidad, sino del mundo de lo imaginario. Y ¿qué es imaginario? ¿Es solamente la materia a partir de la cual se hace arte? Los judíos no eran lo que Hitler veía en ellos. Pero los transformó de acuerdo con su visión: los vio como bacilos y los hizo matar como bacilos".

Y aquí el atolladero de mis rumigaciones: La torre de Canterbury, la obra humana grandiosa, la más admirable, solo existe gracias a que ha vivido en el mismo país de fantasía que el proyecto nazi. Pero, ¿cuánto Mal hay en el Bien? Que se libran guerras por la libertad, y preguntado Churchill, dijo que unos pocos a cambio de muchos; que construir pirámides y torres superfálicas ha costado la sangre, sudor y lágrimas de algunos a cambio del deleite universal. Y se puede formular al revés: ¿Cuánto Bien hay en el Mal? (Puesto en prosodia sadiana: ¡Cuánto Bien hay en el Mal!). Se llama sacrificio.

17 de septiembre de 2011, 15:01  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio