martes, 25 de enero de 2011

Las victimas y nosotros

Símbolo del Día de la Memoria.
Se trata del título de una conferencia pronunciada hace algo más de un año. Les extracto gran parte de ella. Hoy, cuando contemplamos esperanzados que el terrorismo se debilita, es muy importante que tengamos en cuenta el deber de memoria, pues de ello depende el relato que quede de lo que ha pasado y, por tanto, nuestro devenir político también.


"Quiero agradecer al Grupo de Psicoterapia Analítica de Bilbao, por esta invitación a hablar aquí, con ustedes, de los efectos del terrorismo en el País Vasco. Su invitación me ha sorprendido agradablemente. Es la primera vez, que yo sepa, que se realiza en un medio que se ocupa de salud mental, de psiquiatría o psicoanálisis, una conversación sobre los efectos que el terrorismo de ETA ha producido en nuestro país a lo largo ya de varias décadas.
Sorpresa porque creo que es evidente que a lo largo de estos años, en la sociedad civil, se ha hablado muy poco en libertad de esta cuestión. Es verdad que la satisfactoria evolución que, afortunadamente, podemos constatar hoy favorece esa toma de palabra necesaria para normalizar nuestra sociedad.
“Los efectos psíquicos del terrorismo en el País Vasco” es el tema que nos convoca. Quiero dejar claro, de entrada, a qué me voy a referir. Para ello me ha parecido conveniente introducir el tema por la actualidad de esta misma semana. Con dos noticias que he leído ayer en “El Correo”, periódico de Bilbao.
La primera aparece en la página 26, donde el diario hace la crónica de un juicio contra los presuntos asesinos de un concejal de Zarautz, José Ignacio Iruretagoyena, asesinado por ETA mediante una bomba lapa puesta en su coche y que destrozó su cuerpo. Dice la crónica: Casi doce años después de la muerte del concejal, su mujer, María José Imaz, que nunca hasta ahora había hablado públicamente, contó al tribunal que “en todo este tiempo he querido proteger a mis dos hijos- tenían 4 años uno, y pocos meses el otro- sin darles detalles del atentado”. Al mayor, dice María José, que tiene ahora 16 años, “no se lo he podido decir hasta este año porque yo no estaba bien. El pequeño, de 12 años, todavía no lo sabe”. Desde entonces, María José, ha pasado ocho veces por el quirófano por varios motivos, y en 2006 le intervinieron de un cáncer de mama del que los oncólogos sugirieron una posible relación con el sufrimiento padecido. Mientras, los acusados en el juicio, dice El Correo, se rieron.
La viuda de Iruretagoyena reveló que tras el atentado recibió “llamadas inhumanas” en su contestador telefónico. Algunas decían: “José Ignacio, cabrón, por fin fuiste al paredón”. Hasta aquí la crónica.
Pero ¿qué ocurre con estas noticias y con el horror que nos inspiran? Que afortunadamente las olvidamos. La distancia respecto a las desgracias, nuestra no implicación afectiva, libidinal, nos permite que ese mecanismo de defensa que es el olvido nos haga recuperar nuestra normal subjetividad . La que necesitamos para vivir nuestras vidas."

"¿Por qué es tan difícil el duelo para las víctimas del terrorismo? En las víctimas del terrorismo la pérdida de un ser querido conlleva un grave efecto traumático. Pues el asesinado por el terror sufre, además, lo que llamaríamos una segunda muerte: la injuria que recae sobre el sujeto fallecido. Porque se le ha matado por ejercer sus derechos y cumplir sus obligaciones, y en nombre de una acusación infamante, que le califica, de diversas maneras, de “enemigo del pueblo”. Esta infamia se declina de varias maneras, pero siempre con la significación de que el muerto ha merecido ese destino por el daño del que le acusan. Este efecto traumático que añade a la pérdida la humillación, el agravio a su memoria, dificulta enormemente el duelo.
Toda pérdida de un ser querido nos amputa parte de nuestra vida afectiva, nos produce un agujero que es el vacío que deja el objeto amado. El trabajo de duelo es reconstruir el tejido de palabras e imágenes, de representaciones fantasmáticas que encauzan nuestro ser pulsional, y que nos permite recomponer nuestra organización libidinal, la necesidad de volver a investir nuestra energía psíquica en todo lo que permanece en nuestra vida. Es lo que llamamos un duelo normal. El respeto a la memoria del ser querido, el recuerdo de lo bueno que en él hubo para nosotros, es algo esencial.
Pero los deudos de una víctima del terrorismo tienen una grave dificultad porque se enfrentan a un sentido acusatorio que justifica la muerte de su ser querido. El sinsentido ante la pérdida se ve acompañado de la vergüenza, la incomprensión, la rabia… No pueden explicarse por qué alguien ha querido matar a su cónyuge, su hijo, su hermano…No encuentran paz en las reflexiones comunes ante la muerte: la contingencia desgraciada de un accidente, la fatalidad de una enfermedad, se hizo lo que se pudo, luchó hasta el final…No es el caso: alguien (que puede representarse como un Otro social) ha querido su muerte. Es una significación mortificante que ocupa el vacío dejado por el ser querido. De ahí propiamente su efecto traumático. Por eso les es necesaria una reparación simbólica, que les restituya la dignidad de la víctima.
Alguna cercanía personal, a través de asociaciones y foros cívicos, en las que personas víctimas del terrorismo me han honrado con su compañía, me ha permitido constatar la inmensa y decisiva importancia que para ellas tiene la recuperación de la memoria de sus muertos, del honor de su familia. Como Antígona, no cejarán por conseguir las exequias que sus seres queridos merecen.
Y es decisiva en esta cuestión la reparación por parte de las instituciones públicas debido al elevado poder simbólico que representan. Es el homenaje de este Otro social el que tiene que desplazar al Otro del daño, el que hace posible, con palabras dignas, el reconocimiento que precisan para volver anudar y recubrir el abismo subjetivo que padecen. Esto les restituye en el vínculo social."

"Afortunadamente nuestras víctimas no se han extraviado por el camino de la venganza. No han caído por ese precipicio, como en otros lugares. Para bien de todos nosotros.
El ejercicio de memoria de las víctimas es un deber de la sociedad democrática. No sólo porque es de justicia sino porque tiene, además, un efecto terapéutico en nuestra sociedad: ayuda al duelo y previene el desencadenamiento de más violencia."

"El traumatizado vive en un tiempo detenido, no es que recuerde y reviva el traumatismo permanentemente. Sino que al no inscribirse el trauma en el inconsciente no le es posible el olvido. Pues para recordar es preciso haber olvidado. Así, ante el traumatismo, cada sujeto responde siempre de manera particular. Elabora su propio modo de sintomatizarlo para soportar lo irrepresentable de la muerte, su sinsentido. Y la cura debe tratar de apuntar, no al traumatismo en sí, indescifrable, sino a la responsabilidad del propio sujeto, a su modo de respuesta y a su superación."

"Para una cierta explicación de porqué tantos jóvenes han seguido la vía violenta habrá que recurrir a múltiples causas. Unas históricas, que ahora no podemos descifrarlas en su conjunto, pero que son conocidas. Otras causas vienen de las patologías de la modernidad: patologías del acto, del consumo de tóxicos, del gregarismo violento, de crisis en la familia y en la enseñanza…Quizá tenga algo que ver el declive de la función del Padre y de su función separadora del goce. Pero en mi opinión, lo esencial es la persistencia de un discurso de mitificación de la violencia, que socializa un delirio, que soporta un Ideal identitario que se sostiene en base a constituir un Otro que integra totalmente el mal, y al que hay que eliminar. Y que ofrece a los jóvenes una vía de satisfacción pulsional en la justificación de una praxis de la violencia. Adolescentes que quedan atrapados en ese discurso y anudados al goce pulsional que promueve. Jóvenes que reniegan del orden del mundo, y que concluyen encontrando su enemigo al otro lado del espejo contra el que acaban, de modos diferentes, destruyendo sus vidas. No sin antes acabar con las de otros."

"Iré ahora a otro aspecto de los efectos del terrorismo, a la segunda noticia que venía ayer en la página 33 del diario “El Correo”. En Durango, el pasado mes de julio, ETA hizo explotar una bomba en la sede local del partido socialista. Alguien dio la alarma y la policía acordonó la zona. La explosión provocó daños importantes. Meses después, varios vecinos han colgado en ventanas y balcones unas pancartas que exigen: “que se vayan”. Pero ese lema no apunta a los autores del atentado, sino a sus principales damnificados. Lo que reclaman es el cierre de la Casa del Pueblo. Hasta aquí la noticia del periódico.
Este hecho nos introduce en la cuestión de los efectos del terror en nuestra sociedad. Es el miedo, sin duda. Un miedo que ha impregnado nuestra sociedad durante décadas. De diferentes modos, los efectos y las respuestas a ese miedo configuran una clínica del sujeto social en que estamos inmersos. Pero la denegación del miedo es el mecanismo de defensa más frecuente, más extendido. “Yo no tengo miedo”, responden muchas personas en las encuestas, en una formulación tramposa en la que se ocultan las cosas que nunca harían."

"Y también el silencio, el silencio que segrega la inhibición. Se trata de los efectos que se producen cuando la presencia de la muerte subyace como telón de fondo de nuestro acontecer. Y también la violencia callejera, y las actitudes sectarias amenazantes, y de boicot social, de marginación, que se repiten, tanto tiempo, en diversos sectores sociales y lugares de nuestro territorio."

"Hemos superado ya eso y ha cambiado en gran parte. La batalla contra el terrorismo que introduce el miedo en la población exige un liderazgo democrático firme y legitimado. Porque los ciudadanos, individualmente, es difícil que puedan expresar una respuesta política al terror. El ciudadano acobardado, solo, sin una directriz que le dé confianza, queda reducido a la impotencia. Lo explica con claridad el Freud de “Psicología de las masas”. Se necesita la personificación de un ideal liberador para que las gentes establezcan su vínculo libidinal con él y se decidan a actuar. Esto, como sabemos por la historia, puede ser para bien o para mal. Depende de los objetivos hacia los que se moviliza a los ciudadanos.
A partir de ahí, la sociedad se ha expresado de muchas y variadas formas. Es esta asunción de responsabilidad por los ciudadanos la que cambia la posición subjetiva y hace salir de la parálisis del miedo. Yo diría que nuestra sociedad es más sana, democráticamente, pues la salud social es, como en cada sujeto, la capacidad de asumir las responsabilidades que en su época le han correspondido.
Desde Freud, que nos explicó con la metáfora del “asesinato del padre de la horda primitiva” el origen de la Ley que hace iguales en derechos a todos los miembros de una sociedad, esencialmente en el derecho al disfrute de la vida, sabemos que toda muerte producida a un miembro de nuestra colectividad nos concierne. Porque tiene el mismo derecho a la vida que nosotros o nuestros hijos. Porque el asesinato de un ciudadano rompe el pacto simbólico en una sociedad y pone en cuestión que puede ser cualquiera de nosotros, y que, por tanto, atañe a nuestra responsabilidad.
Por eso la inhibición genera culpa. A cada uno su cuota de culpa que, como sabemos por Freud, es el único sentimiento que puede quedar inconsciente, pero no sin causar efectos sintomáticos, como transformar la culpa en agresividad. Algo que se puede constatar en la hostilidad y el desprecio que se expresa contra las víctimas en tantas ocasiones.
Asumir la responsabilidad es la única forma de tramitar esa culpa y de dirigir la líbido en el sentido de nuestros deseos. Quienes trabajamos con el sufrimiento humano mediante la palabra, sabemos de la importancia de hablar en libertad, de lo imprescindible e irrenunciable de esto.
Porque vencer al terror es un combate moral, más acá de la política. Consiste en hacer que logre prevalecer un discurso que responda al que sustenta la praxis perversa en todos sus aspectos. Es la responsabilidad del sujeto ciudadano.
De lo que se trata es de que, al final de esta pesadilla, se pueda construir un relato transmisible a las generaciones venideras de cómo, en este lugar y este tiempo, se consiguió una victoria sobre la pulsión de muerte que habita en la condición humana.
Gracias por su atención."

Bilbao 12 de diciembre de 2009

47 comentarios:

Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Creo bastante en la correspondencia entre las categorías de lo íntimo y lo público. Nuestra intimidad se despliega en los hechos de la Historia, es su sustancia, y los signos de la Historia nos viven y caracterizan, más de lo que acertamos a ver desde la cómoda e ilusoria habitación interior.
Felicidades, Viar; es un articulazo. Y Amén.

25 de enero de 2011, 22:48  
Blogger Ali ha dicho...

Impresionante artículo Iñaki, y muy al caso de las últimas entradas que estamos trabajando, cómo debe operar la memoria ante el horror del trauma, para poder hacer un duelo normalizado, y la necesidad de la recuperación de ésta a través de las instituciones públicas, y sobre todo de la responsabilidad del propio sujeto.

26 de enero de 2011, 14:29  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Me parece que esta es la entrada que debería titularse "El tiempo". Sin escapatoria, ya no vale decir, "menudo aguacero y qué viento", a resguardo en un portal. El tiempo del terrorismo es completamente mi tiempo, estoy hecha de eso y me sé sociedad.
Por si los marcianos que hace meses aparcaron en Moyúa siguen ahí y desean realizar un análisis de la moralidad de nuestras décadas, quiero facilitarles una pequeña pincelada intrahistórica, tan narcisista e insignificante como significativa.
Era el año 1978, lo he confirmado en la Wikipedia, porque mi memoria había jugado con algunos datos (pero aun confundida, manejada y zarandeada a capricho inconsciente, algunas cosas se conservan para mí con las marcas vivas de la tristeza y la inquietud, el sabor inconfundible que deja la propia cobardía). En marzo hubo un atentado contra la central nuclear de Lemóniz en el que murieron dos trabajadores, Andrés Guerra y Alberto Negro. Me recuerdo entonces con quince años recién cumplidos como delegada de mi clase de 1º de BUP, en la sala de profesores, al lado de los otros delegados del instituto al que acudía. No estoy segura de que entre los profesores no hubiera discordancia, pero los alumnos de todos los cursos, algunos con gran firmeza otros más tibios, acordamos declarar algo así como "nos fastidia lo de los dos muertos (eran obreros) pero no vamos a condenar este episodio de la lucha contra las centrales nucleares". Estoy segura de haber participado por aquellos años en cosas incluso más graves cuya letra he borrado aunque pueda ponerme a tararear perfectamente ahora con la melodía de la vergüenza. Creo que si me acuerdo de esta es porque me noto percibiendo ya entonces que en mi decisión había una traición fundamental y, sobre todo, el presentimiento de que no sería la última.
En mi instituto había gente estupenda, en realidad todos éramos gente estupenda y, naturalmente, lo seguimos siendo.

26 de enero de 2011, 14:36  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Soy MAY nueva en esto. He leido la última entrada y me ha gustado mucho. Las personas, no podemos sufrir todos los sufrimientos, seria humanamente inaguantable, pero si podemos sensibilizarnos con ellos a través delcontacto, palabras y experiencias de los que los padecen. De ahí lo importante que es saber escuchar. Queria dejar una pregunta para la cual yo no tengo respuesta: ¿Que valores faltan en una educación, en una sociedad...para que se implante la violencia y la agresividad como forma de comunicacion?

26 de enero de 2011, 17:46  
Anonymous Ana ha dicho...

A mí también me parece un trabajo excelente, Iñaki, y suscribo todo lo dicho por Elefante de Guerra y por Ali.
En una entrada anterior decías, Iñaki, que es el inconsciente el motor del mundo, y en este tema, las víctimas y nosotros, te centras especialmente en el inconsciente de, por un lado, los seres queridos de las víctimas (el duelo) y, por otro lado, en el inconsciente de “nosotros”, las personas cercanas a las víctimas, de cómo podemos ser manipulados (o manipularnos nosotros mismos) en nuestra pulsión de muerte y también de cómo conseguir una victoria (también por manipulación ajena o propia) sobre esa pulsión de muerte.
Respecto a lo de “nosotros”, recuerdo que en mi juventud (durante el franquismo), hubo muchos que tuvimos ese sentimiento de culpa que lo transformamos, no sólo en culpabilizar a los muertos, sino en algo mucho más cruel : cuando asesinaron a Carrero Blanco, los jóvenes de entonces bailábamos en las plazas de los pueblos con canciones alusivas a la muerte de ese político y hacíamos gestos riéndonos (no todos los jóvenes lo hacían, pero sí muchísimos, incluídos los niños). Algunos celebraban aquellas muertes con champán. Posteriormente, a medida que pasaban los años y continuaban los asesinatos, nos fuimos dando cuenta (me imagino que también gracias a los que “manipulaban” para que la pulsión de vida consiguiera vencer a la pulsión de muerte) de lo injustos y, sobretodo, crueles, que habíamos sido: yo creo que el secuestro de Ortega Lara y, posteriormente, el asesinato de Miguel Angel Blanco fueron dos hechos que nuestra conciencia no pudo ya admitir. En aquel momento la gente asistía a las manifestaciones ya de una forma masiva, es decir, rompieron el silencio.
Has mencionado a Antígona y yo creo que es lo que también ocurre aquí: que es el entorno familiar y social (es decir, “nosotros”) el que es a la vez víctima y verdugo. En el caso de Antígona es su hermano la víctima a la que su tío y padre de su novio, Creonte, prohibe que la entierren. Antígona lo entierra y Creonte ordena que la entierren a ella viva, pero ella se ahorca.
Y aquí, en el País Vasco ¿Cuántos familiares o personas cercanas de las víctimas hemos sido también verdugos o hemos aplaudido a los verdugos o simplemente hemos callado!
El enterrar a los muertos, las honras fúnebres, es necesario para los humanos: siempre lo ha sido: Aquiles, en la guerra de Troya, para vengar la muerte de su amigo Patroclo, mata a Héctor y el padre de este último, Príamo, se postra ante Anquiles para pedirle el cuerpo de su hijo y unos días de tregua para enterrarle dignamente, con todos los honores y respeto. Aquiles, el iracundo, grande y despiadado guerrero, comprende su petición y le concede esos dos deseos.
Algunos conocemos, por experiencia, lo que es perder a un ser querido y no elaborar el duelo con normalidad: es terrible. Lo pudimos eleborar gracias al psicoanálisis Pero lo que no conozco es que me lo impida el hecho de que sea “nosotros” (los cercanos, los de mi familia, los de mi entorno, los de mi pueblo o ciudad) los que culpabilicen al muerto de su propia muerte. Eso tiene que ser de una crueldad que no me puedo ni imaginar.
Estoy muy de acuerdo con Elefante de Guerra cuando decías en la entrada anterior que nadie nos reconocemos como “tontos” o como malas personas – porque las personas de mi generación con las que trataba, - como los compañeros de tu instituto- también éramos muy “ listos” y muy “estupendos”.
Respecto a lo que dice Iñaki Viar sobre “construir un relato transmisible a las generaciones venideras”, creo que lo que dice Ali es interesante: que se debe hacer a través de las instituciones públicas y de la responsabilidad de cada uno.
El departamento de educación del Gobierno Vasco ha debido poner en marcha un proyecto para que en los centros educativos se explique el problema de las víctimas del terrorismo: no sé cómo está ese asunto, pero me imagino que responderá un poco a eso que decís.

26 de enero de 2011, 18:13  
Anonymous Ana ha dicho...

Hola MAY: perdona que no te haya saludado, pero es que no me he dado cuenta de que habías escrito.estoy de acuerdo contigo en lo que dices, y respecto a la pregunta, pues la pensaré. De momento solo quería saludarte.

26 de enero de 2011, 18:18  
Blogger Ali ha dicho...

Podemos volver a entrar otra vez,en el debate de lo normal,lo normalizado, aunqueno sepamos bien dónde poner la medida.
Elefante de guerra,nos explica, que a pesar de la verguenza,de la traición,la gente del instituto era estupenda, y no me cabe ninguna duda, creemos en los jóvenes y no sería justo hacer lo contrario,pero cuando entras en una etapa más madura y tienes en tu poder detalles y datos del pasado, puedes hacer una reflexión sobre la memoria de la vida desde un prisma más lento, más individualizado, y esto permite ser más prudente y responsable;el "qué dirán"y el poder "quedar bien"ante los otros,es más propio de otra edad (aunque todos sabemos que existen adultos que pretenden una juventud eterna). El joven es más proclive a atraparse en un discurso en el que se anudan a ese goce pulsional,que nos habla Iñaki, y que al final es un delirio con el que se destruyen y destruyen al que creen su enemigo.
Creo importante el paso del tiempo,como algo imprescindible y posible para admitirnos a nosotros mismos, hacer consciente con el recuerdo, lo que fue y lo que somos, y lo importante que es encontrarse bien con uno mismo.

27 de enero de 2011, 13:35  
Anonymous Ana ha dicho...

Todos comentáis que son los jóvenes los más proclives hacia la violencia, pero lo que está muy claro es que son alentados, comprendidos y utilizados por los adultos y mayores. Los jóvenes son los que actúan, seguramente por lo que dice Iñaki, porque no les gusta el mundo, pero seguramente los mayores les alientan por los mismos o por otros motivos bien distintos.
He dicho en mi comentario anterior que en aquellas fiestas en las plazas de los pueblos había muchos niños bailando que, por supuesto, no estaban solos, que estaban vigilados por sus padres... ¡Y claro que todos aquellos padres, jóvenes y niños éramos y seguimos siendo estupendos! ¿O creéis sinceramente que una generación es mejor que la anterior?¿No os acordáis una entrada de Iñaki en la que hablábamos precisamente de eso, de que todas las generaciones piensan que la suya es la "buena generación", como todos pensamos que el Otro (sea persona, pueblo, nación, generación, raza, sexo, religión, ideología, etc...) es peor, o es el malo, o incluso, como en el tema que nos ocupa,es el Enemigo?
Ali: ¿Cuál es el debate de lo normal, lo normalizado y su medida? Es que no te he entendido lo que quieres decir.

27 de enero de 2011, 22:22  
Blogger Ali ha dicho...

Ana, como tú bien dices, es pensar que lo de cada uno es lo bueno, lo malo, lo que es normal ó no es normal, lo que es amigo y lo enemigo. ¿dónde poner la medida? .Este es el debate de lo normalizado, la manera de intervenir en la vida cuando y donde uno quiera hacerlo. Hacer de ese instante personal algo que desees, momentos que te dejan huella.
Yo, Ana, no digo que los jóvenes sean mejores ni peores, más ó menos violentos, lo que he querido decir es, que jugamos con ventaja, al tener datos y recuerdos del pasado.

28 de enero de 2011, 9:17  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

¡Voto a Bríos! ¡Aquí hay una averíaaa!

28 de enero de 2011, 13:42  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Es verdad, el tiempo nos da ventaja y eso nos hace todavía más responsables. Tampoco yo tengo los datos, pero creo que el programa del Gobierno Vasco del que habla Ana trata de desembotar los ánimos juveniles criados en la sopa del "bueno, no sé, hay una guerra, ¿no?"; el viejísimo y subyacente "algo habrán hecho", y los intemporales "pero a mí no", "ni yo (a mí) ni (a) nadie de por aquí". Y hablo de la zona (psicológica) habitable, porque ni puedo ni quiero imaginar (me pongo todo lo lejos que soy capaz, esa es mi táctica, qué gran estratega) qué pensamientos circulan en las comarcas de los hijos de los padres que cuecen ideología explícita y alimentan deliberadamente con ella a sus crías. O sea, que por parte de la Consejería se trata de informar, pero también de fomentar la empatía, me parece.
He leído unas cosas sobre la sinestesia, una figura retórica que, como todas, lejos de ser mero adorno, tiene naturaleza cognitiva, define nuestras formas de comprender y tal. Y en esos papelillos se hablaba también de las neuronas tacto-espejo, que se relaciona con la sinestesia por la conectividad, son el cable por el que circula el dolor que le provoca a uno que cuando a tu hermano, incluso a un primo tuyo de otro pueblo, le dan un martillazo a ti te duela también. El sufrir con el sufrimiento para comprenderlo, y el valor del ejemplo, que es el espejo que puede enseñarte tus ojos y brazos (igual no todos los ejemplos tienen ya), y a la vez relata.
El otro valor del ejemplo también es muy importante, tal vez más importante. (Ana lo dice y lo dijo también en otra ocasión, y es al hilo de lo que Viar expone; y de lo que Viar ejemplifica). El que dan quienes, en medio de nuestro cuento, de noche en el bosque y sin luna, se atreven a ver y a decir "en ese rincón no hay más que zarzas, aquel cordero es un lobo, por ahí tiene que haber un camino y eso es tu propio rabo (¿no te parece que llevas demasiado tiempo persiguiéndolo?)".
Los frutos del tiempo que nos toca a mí me eneseñan que la empatía puede ser siniestra, maligna, inmoral. Hace no mucho leí un artículo de Maite Pagazaurtundúa ("Coloquio con la conciencia", "El Correo", 12/11/2010). Para mí, esta mujer es un descomunal ejemplo (vid. hombría, DRAE, s.v., 2ª ac.), y entre las cosas a las que aplico la mejor energía del punzón y estilo de mi memoria, están desde luego, su ejemplo y sus palabras (quito el enlace, por si se debe a eso la pirula que me está haciendo este cacharro, pero el texto se encuentra fácilmente en la red).
(M., te mando un abrazo. Echo mucho de menos tus imágenes bajo el título).

28 de enero de 2011, 13:46  
Blogger Iñaki Viar ha dicho...

Hoy ha fallecido el padre de nuestra querida amiga M., a quien envío un fuerte abrazo y mi sentimiento de pesar. La esperamos.

28 de enero de 2011, 17:43  
Anonymous Ana ha dicho...

Lo siento mucho, M. Un abrazo muy fuerte.

28 de enero de 2011, 18:39  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Querida M., cuando te he recordado antes no sabía nada.
Un abrazo más, nunca el último.

28 de enero de 2011, 21:36  
Blogger M ha dicho...

Miles de gracias de corazón por vuestro apoyo en estos momentos tan difíciles. Es muy cálido que estéis ahí. Sigo con vosotros pasito a pasito… en esta otra entrada de Iñaki tan cercana para todos y que como siempre os y nos pone a escribir. Enseguida me pongo al día. Besos y abrazos fuertes.

2 de febrero de 2011, 18:41  
Blogger M ha dicho...

He leído el impecable comentario que nos dice Elefante de Guerra, de Maite Pagazaurtundúa, es muy interesante lo que cuenta y la analogía con el tema que tratamos. Al estar tan cerca, tan cerca uno puede dejarse sucumbir, quizás aunque estés alerta al querer entender, lo que simplemente hay que rechazar. Complicado porque hay momentos en la escucha en que dejas de estar alerta, y la tolerancia cero se difumina sin darte cuenta, y algo puede entrar.
Pero con quién pasa? Creo que no hay igualdad en la escucha, la escritora, Gitta Sereny, va con buenas intenciones, probablemente quiere saber la verdad, cómo un ser humano puede actuar así y se encuentra con un entrevistado, Franz Stangl cuyo objetivo es el de confundir, manipular, no ser responsable, “Despojar al hombre de su razón de ser victima”. Esto a las victimas les duele profundamente como lo cuenta de forma genial Iñaki en su entrada.

2 de febrero de 2011, 20:51  
Blogger Iñaki Viar ha dicho...

¡Hola M.! Alegría de leerte.
El tema que tenemos propone la memoria, en el sentido de mantener el recuerdo, como un deber ciudadano. Deber de memoria han escrito algunos. Es la literatura clásica sobre el Holocausto, y el Gulag... el testimonio de supervivientes de los horrores del siglo XX, y los que continúan...
Recordarlos para que no se repitan, o dificultarlo al menos.

2 de febrero de 2011, 22:26  
Anonymous Ana ha dicho...

¡Hola M, cariño! Recibe otro beso y abrazo fuertes. Yo también he leído el artículo que mencionáis Elefante de Guerra y tú y está muy bien lo que dice y lo que decís vosotras sobre él.
Ali: ya te he entendido lo que dices, y respecto dónde poner la medida yo creo que la pusimos en alguna otra entrada: en el cuerpo: dijimos que el cuerpo es el límite. El resto: las palabras, los silencios, etc… podrán ser más o menos desafortunados o “violentos” e incluso obscenos, pero siempre va a haber algo subjetivo que no se puede medir y que quizás nadie tenga derecho a medir ( aunque sí por supuesto a disentir, a enfadarse, a encolerizarse y a …todo, menos a traspasar el cuerpo). Pero, en cambio, el cuerpo es infranqueable.
Me ha parecido muy interesante lo que dices, Elefante de guerra, sobre la sinestesia y la empatía: ahí está , en mi opnión, la clave de prácticamente todo este tema y de otros muchos.
A mí me suelen gustar mucho los artículos que escribe J.M. Ruiz Soroa en el Correo.
Justo cuando iba a escribir el comentario veo que Iñaki Viar también ha comentado que lo importante es recordar para que no se repitan los horrores... y yo creo que primero hemos necesitado mucho tiempo para reconocerlos como horrores (y que aún hay gente que no los reconoce como tales)y que ahora estamos en eso, en ese deber de memoria que dice Iñaki.

2 de febrero de 2011, 22:54  
Anonymous unamax ha dicho...

estoy de acuerdo con Ana que nos ha costado mucho reconocer el horror. A mi me ha pasado.Estoy en el deber de hacérselo reconocer a mis hijos. Esto lo asocio con el tiempo de ver, comprender y decidir, con un tiempo lógico. No cronólogico.Con mucha gente de mi alrededor, me corta para hablar de este tema.
M ¡Bienvenida!

3 de febrero de 2011, 12:10  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

¡Qué bien que habéis vuelto!
Y, clarito, muy especialmente M., con la verde flor memoriosa y memorable. Y si soy inoportuna me perdonas, pero estos días he pensado más en mi padre, que no esperó a ser demasiado viejo para morirse, y creo que, más o menos como decía Ali por su madre, al otro lado de tu dolor los padres no mueren nunca.
En el blog hemos hablado ya otra vez de asesinos y víctimas, el horror que más nos compromete porque "rompe el pacto simbólico" que permite vivir en sociedad (Viar). Aquellos (vid. "El destete") eran los crímenes del amor al amor y estos son los crímenes del amor a la patria. En el primer asunto yo pude comprender, no sin algunos desgarramientos mentales, que hay condiciones anímicas a veces remotas más profundas que las creencias; que el machismo ambiental no está en el final de la explicación de por qué se mata al objeto de amor perdido. ¿Será que en el caso de los asesinatos terroristas lo único que hay son unas tinieblas psicológicas personales de esas tremendas, que hunden sus raíces en la noche de la lactancia también?
Pues para mí que en este caso el destete de los individuos no es el fondo del asunto. Será porque no hay discurso que justifique al asesino doméstico, que ni siquiera merece nuestra compasión. (¿Quién se apiada de los pobres maltratadores y de los desgraciados violadores?, ¿pero, acaso si les pinchamos no sangran?). Sin embargo, aceptamos y respetamos (incluso aunque no las compartamos, decimos) tantas fantasías que empujan más que carretas al lactante social, y que en sus modalidades apasionadas (amor total) afirman cosas del tipo "es que llevan minifaldas (mentales, que enseñan todas las ideas), hablan (español) y me ponen los cuernos todo el rato". El esperable resultado es que, ante el altar del amor a la patria, la maté porque era mía.
Estoy con Ana en lo importante de reconocer el horror, y con toda la sangre derramada es manifiestamente imposible no ver que hay ideas horrorosas, vestidas a veces de pastorcitas. Más aún, estoy incluso contemplando los horrores del todo amor, hasta el solo lírico y no violento, y tengo un espeluznamiento considerable (menos mal que aunque soy una elefanta muy exagerada, siempre voy bien depilada).
Ana, a mí también me gusta mucho Ruiz Soroa. Me pasa con él lo que escribía el otro día Vargas Llosa de Savater, pues el señor Mario parece que se sorprende a veces de verse indefectiblemente convencido por el razonamiento del señor Fernando, hable de lo que hable este. (A mí con Savater en cambio no me pasa, porque ya empiezo sabiéndome rendida y entregada).

(Unamax, bienvenida, me encanta tu nombre.)

3 de febrero de 2011, 13:57  
Blogger M ha dicho...

Hola y besos también para las nuevas May y Unamax. Nunca eres inoportuna Elefante de Guerra me ha gustado tu comentario.
En las que estoy casi no puedo ni imaginar el dolor añadido que tiene que ser para las víctimas no poder compartir con todos el dolor de la pérdida de un ser querido. Es como dice Iñaki (…) una segunda muerte: la injuria que recae sobre el sujeto fallecido (…) siempre con la significación de que el muerto ha merecido ese destino por el daño del que le acusan. (…) el agravio a su memoria, dificulta enormemente el duelo”.
Que importante lo que comentas Unamax “de estar en e l deber de hacérselo reconocer a nuestros hijos” aunque ahora creo que es más fácil conseguirlo. La cotidianidad del hogar es un buen lugar para conversar.
Lo que cuenta Iñaki de la viuda de Iruretagoyena me ha partido el alma.
Yo tengo una historia en la que no reconocí ese dolor, ese horror y lo siento.
Ana cuando contabas lo de la canción de Carrero se me han puesto los pelos de punta, yo la he cantado.
Muchas gracias por esta entrada Iñaki de verdad, me he visto como un lobo despistado en mi historia.
Ha costado mucho poner/me las cosas en su sitio.
*"El deber de la memoria porque de ella depende el relato"*

3 de febrero de 2011, 22:13  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Esas palabras de Viar ("El deber de la memoria...") son verdaderamente la frase, es la presentación y es la síntesis. Pues no puedo dejar de recordar la parábola de los ciegos que tenían que describir un elefante (este egocentrismo paquidérmicoooo) palpando cada uno una parte, y el que cogía la trompa decía que un elefante era una soga gigante, y el que tocaba la pata que una columna, el de la oreja un cesto, y así. ¿Que cómo acabó el seminario? Pues, por lo visto, en gran reyerta de invidentes, de modo que tenemos moraleja, y es 1) que somos ciegos en nuestra limitación; 2) que creemos que nuestra manera de ver las cosas es la única adecuada, pero todas son igual de erróneas en su parcialidad. Ergo, resignación en la ignorancia y/o relativismo a grandes cucharadas. ¿Supresión, amplificación, adición y dislocación serán las insalvables formas constitutivas de legítimos puntos de vista y, por tanto, cada uno su relato, etcétera?
Como no me conformo, aunque tampoco se me ocurre una buena contrafábula, quiero traer un par de fogonazos que he recibido del periódico de hoy (no tengo tiempo para las cosas importantes, solo he leído el suplemento sabatino de tonterías, "Bobalia"). Por ejemplo, Mainer sobre Marsé: "Novela a novela, el escritor ha descubierto que la memoria es cada vez menos exacta. Pero también sabe que quien cuenta es el que manda". Cuánto recuerda a Humpty Dumpty en "Alicia a través del Espejo": "las palabras significan lo que diga yo, que soy quien está al mando"; y, desde luego, no le faltaba razón al huevo aquel. Claro que también dice Mainer que "la potestad de narrar hay que merecerla". Entonces, es que da por hecho que sabemos y coincidimos en lo que significa merecer, aunque yo, que a veces me pongo bizca de mirar a diestro y siniestro, no estoy tan segura.
Vila-Matas traía unas palabras de Tabucchi sacadas de una entrevista antigua: "El hombre no se siente mirado y se vuelve, por ello, un poco inexistente. La idea de ser mirado confiere a la existencia cierta plenitud". He brincado al tema del blog, porque se me ha ocurrido que, a falta de Dios (¡cuánto le echamos de menos, la virgen (santa)!), los ideales proporcionan esa mirada exterior y esas cimas. Qué escalofrío, un par de zancadas más y estoy ya de nuevo metida en "Chuky, el muñeco diabólico", la pesadilla de hallar el mal agazapado en todas las monedas lingüísticas de la historia de mi felicidad.

5 de febrero de 2011, 20:48  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Esta mañana, fumando en el balcón (será el humo, será la luz del domingo, será que el humo se disuelve en la luz del domingo), me han subido a la mente unas viejas palabras muy psicoanalíticas: Sapere aude. Contra relativismo, atrevimiento.

6 de febrero de 2011, 20:39  
Blogger Ali ha dicho...

Cómo me ha gustado la parábola de los ciegos!, no la conocía, pero me ha hecho pensar bastante,esto de elegir entre la ignorancia, ó el relativismo a todo pasto.
Creer que uno siempre tiene la razón, creer su manera de ver la vida como la razonable, creemos que es pura ignorancia,,unica manera de tachar de inútiles a los demás, casi como que me inclino por el relativismo a todo pasto, ojalá esta decisión nos haga poder pensar un poco más sobre nuestra manera de recordar,de pensar y por tanto de sentir algo.. y ¡cuidado con el atrevimiento!

6 de febrero de 2011, 23:32  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Hola, aquí Elefanta en un intermedio de la Guerra. ¡Audentes fortuna iuvat! Que me he encontrado con el artículo de Joseba Arregui en El Correo de hoy, y él sí que audet (con el Valor de la Razón)a meter mano en el traje imperial del relativismo.

7 de febrero de 2011, 10:06  
Blogger M ha dicho...

Me ha gustado el artículo que comentas de Joseba Arregui, supongo que es el de “dualismos peligrosos” está muy bien trazado lo que al final quiere decir.
La ética es importante para convivir tanto en nuestra vida cotidiana, trabajo, familia, amigos como en la sociedad y como dice él en la política.
Es muy interesante todo lo que va comentando sobre dualismo como lo privado y lo público, y otros.

7 de febrero de 2011, 20:25  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Sí, es ese artículo; y cuando lo he leído esta mañana he pensado ¡Dios mío, mis plegarias antirrelativistas escuchadas, mi negrura iluminada con la luz precisa de una hermosa mente ilustrada! Seguramente, no hay contradicción con lo que escribió Ali (¡Ali!, ¿cómo te ha podido gustar el cuento del elefante?, ¡a mí me atormentaaa!), que ella habla desde otro ángulo, el del miembro particular de la dicotomía, porque el verdadero respeto (¡noli me tangere!) por lo privado y su singularidad solo lo garantiza el que algunos principios éticos universales reinen absolutamente en lo público. (Bueno, lo explica Arregi con la riqueza que lo explica; menudos aplausos con mis orejotas).
(La verdad, vuelvo de la Guerra bastante cansada y ceno un huevo, pero me emociona comprobar qué personas portentosas hay entre nosotros, como el citado Arregi y, ya de paso, que nunca es mucho, nuestro Viar-sensei, a cuyo abrigo electrónico, y bajo muy notable texto, podemos reunirnos).

7 de febrero de 2011, 23:52  
Blogger Ali ha dicho...

Recuerdo a un psiquiatra, que decía que sabía que todo tenía su motivo, que tal vez, en el momento que se produce un hecho, no contamos con previsiones para entender las razones, pero que con el tiempo, saldrán a la luz.Esto me hace recordar la conferencia de Iñaki, el de las víctimas del terrorismo, el de los asesinos, el de la ética,y relativismo.. todo un tiempo para comprender.

7 de febrero de 2011, 23:55  
Anonymous Ana ha dicho...

Me gusta el atrevimiento, el riesgo, aunque estoy de acuerdo con Ali en lo de que hay que tener cuidado con él, pero solamente por una razón estoy de acuerdo: porque la ignorancia es atrevida, no por otra razón. La Ignorancia es Atrevida. Por eso me atrevo yo a opinar en este blog…

Me gustaría que Iñaki Viar diera su opinión sobre lo que plantea Elefante de Guerra en uno de sus comentarios, cuando dice que los crímenes del amor al amor son por el destete (?) y los crímenes del amor a la patria ¿Son los lactantes sociales? Y también en que reprobamos totalmente a los criminales de mujeres y en cambio “respetamos y aprobamos fantasías que empujan más que carretas al asesino social”… ¿ Por qué ? (Bueno, he dicho que me gustaría saber lo que opina Iñaki Viar, pero también los demás.)

El artículo de Joseba arregui en el Correo también me ha gustado: y al hilo de esto quisiera decir que entonces no está nada claro el límite, las medidas de las que hablaba Ali y a lo que yo le contesté diciendo que el límite está en el cuerpo. Entonces, yo, [cuando,[ leído el artículo de Joseba] y [hechas unas cuantas reflexiones,] pensé en el tema comentado por Ali y por mí,] he llegado a la frase siguiente: que la medida, el límite, no está en el cuerpo, sino en la ética y que la ética recoge los derechos universales por supuesto que uno de los derechos universales es que el cuerpo es intocable, pero hay muchos más.

Y respecto a los dualismos, quisiera añadir o subrayar, que tanto en psicoanálisis como en todo lo demás no creo que se distingue el dualismo entre cuerpo y alma (o espíritu o mente. Sí, hay muchos dualismos peligrosos que han hecho mucho daño durante toda la historia de la humanidad y que aún perduran.

Ni relativismo ni ignorancia, que sino nos quedamos paralizados. Mejor audacia, aunque nos equivoquemos: "Errare humanum est" y nos quedamos paralizados pensando que no tenemos derecho a hablar sobre este u otro tema pensando que nos somos expertos en ese tema, que doctores hay sobre ello, que quizás estamos metiéndonos en un campo ajeno ... Pero "Homo sum:nihil humani a me alienum puto".

Elefante de Guerra hablas del muñeco diabólico y M hablas de un lobo despistado… pues me niego a reconoceros como tales ¿en qué se parece un elefante de guerra a un muñeco malo? En Nada. ¿Y un lobo despistado con una M de Mujer Muy Maja? En nada; así que menos lobos y menos maleficios.

Lo que sí me gustaría subrayar es que ahora estamos hablando sobre el tema de la violencia en el País Vasco y que continuamos las mujeres sin dar a conocer nuestra identidad y que estamos todas hablando en un blog que sí lleva un apellido: Viar. (No lo digo ni como reproche ni estoy insinuando que demos a conocer nuestra identidad - yo soy la primera que no quiero hacerlo- pero sí quiero decirlo, porque me apetece decirlo.)

8 de febrero de 2011, 0:14  
Anonymous Ana ha dicho...

También me parece muy interesante cuando dices que ves, Elefante de Guerra, "los horrores del todo amor, hasta el solo lírico y no violento". No sé si te he entendido bien, pero yo lo interpreto algo así como que de pacifismo angelical nada de na. Y yo en eso estoy muy de acuerdo (si te he interpretado bien, claro.)
Pero lo del deber la memoria, porque de esa memoria se va a realizar un relato, pues yo creo que estamos en eso y que se necesita tiempo para ver los frutos de toda esa gente que citáis, que está luchando para que aquí triunfe la pulsión de vida sobre la pulsión de muerte. Por ejemplo, en El Correo de hoy aparece un artículo sobre el periodista Salvador Robles que ha publicado una novela “Contra el cielo” que es un homenaje a las víctimas del terrorismo de ETA y que es “un homenaje a los que han sufrido escarnio, ignominia y burla y han aguantado con dignidad” y también dice que las víctimas del terorismo “han sido ejemplares porque no han devuelto la violencia. Si no, este país se habría ido al carajo”.

8 de febrero de 2011, 14:53  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Sí, es lo que quería decir, Ana. Y el muñeco diabólico no soy yo (que como malísima juego en un equipo muy local, solo familia y amigos), sino algunos objetos deslumbrantes (ese amor que dices, los ideales (muy amados), cuando se oculta el sol y revelan su cara siniestra.
Bien, confiemos en que el tiempo haga "prevalecer un discurso que responda al que sustenta la praxis perversa en todos sus aspectos" (Viar). Además, es que yo siempre me he sentido infradotada para la política, pero muy muy satisfecha de haberme criado y de vivir en una democracia, sea esta lo mejorable que sea (¡Chuky, al cajón!). La guerra, la limpieza del hogar y un escuadrón de musarañas hiperactivas reclaman todo mi tiempo, así que la democracia me parece un maravilloso sistema para vivir porque nos hemos avenido a repartir los trabajos de organización, y uno es poli, otro juez y otro político (hacen y vigilan las reglas del juego, les votamos para ello). Pero para postularse como reglistas tendrán que asumir algunos principios de los que decíamos, no valen solo los votos. Mi vecina en su casa tiene un gulag como los chorros del oro, y por mí bien; pero si va a montar un partido, que asuma las cositas, no vaya a ser que le vote todo el barrio por error (ya, claro, se verá después) e invadamos Polonia este verano. Estas son algunas limaduras de lo que entendí con mis patazas en el artículo de ayer de Arregui, y lo que espero.
Una frase nada más, oída en titular a un tal Etxeberria (sí, "esos López son otros López, señor"): "El ciclo de la lucha armada se ha cerrado". A ver, eufemismo significa señalar con el dedo un velero que se mece en el horizonte para decir culo peludo; y que cuando llamamos baño a un sucio cubículo con un agujero como cloaca, en el que nadie jamás nunca se bañará, se trata solo de una mentirijilla de señoras finas; con neoplasia de células plasmáticas los expertos tratan de reducir el temor y el dolor de la palabra cáncer y, además, seleccionan a su interlocutor. Pero por mucho que estiremos las palabras de Rufino, nadie puede nunca sacar de ellas lo que no está: eso de no sé qué de responsabilidad de los sujetos y cosas psicoanalíticas poquísimo compasivas. Los jueces sabrán de qué se trata, y si no que se asesoren con unas comisiones, de la Internacional Lacaniana o de la misma RAE, por favor. (Para compensar, hoy con el huevo de la cena, me pongo un paquete de chetos; te invito, Ana: yo también me encontré el domingo, pensando, esa valla y salté: la ignorancia no es atrevida, es muy pero que muy conformista).

8 de febrero de 2011, 22:16  
Anonymous Ana ha dicho...

Hola, Unamax, yo también te doy la bienvenida (No te he saludado antes porque estoy releyendo poco a poco cada uno de los comenarios y he ido desde los anteriores a los posteriores):Pues sí: muchos estamos en eso, en relatar a nuestros hijos nuestras memorias, las que están en ese tiempo de ver, comprender y concluir y el tiempo de concluir de ETA parece que está cercano. Todo depende de ese "nosotros" que habla Iñaki en la entrada y de todos los valientes que a lo largo de tantos años han dado la cara, entre ellos, algunas víctimas del terrorismo.

8 de febrero de 2011, 22:18  
Anonymous Ana ha dicho...

¡Vaya! Elefante de Guerra, hemos debido escribir a la vez el comentario, porque ahora te lo leo: ¡Ay, qué lío, ya no sé lo que es la ignorancia ni el atrevimiento ni nada... A veces somos ignorantes porque no queremos saber, ¡Ay, qué lío! porque eso de querer saber sí que me suena a psicoanálisis, me suena tanto que incluso en algunas ocasiones los pacientes decimos en lugar de "porque no quiero entrar en crisis", decimos: "por qué quiero entrar en crisis",por qué quiero saber.
Creo que te he entendido lo que es el muñeco diabólico (¿Impulsos de muerte agazapados bajo nombres de "ideales" y demás?
Yo no me crié en una democracia, sino en el franquismo, y ya que hablamos de dualismos quisiera comentar que en aquellos tiempos para mí la política y la religión tenían muchos aspectos comunes, tanto los adictos al régimen (Franco bajo palio, con su catolicismo-obispos y curas- intrínsecamente metido en su movimiento), como los no adictos al régimen (Curas que habían cogido del Marxismo muchas ideas revolucionarias y con las cuales luchaban junto a partidos clandestinos como L.K.I. o el P.C. contra el sistema franquista) y desde luego que la democracia de ahora no tiene nada que ver, excepto en el País Vasco, en donde un grupo muy extendido de gente no aceptó la democracia... Por eso he dicho antes que deseaba conocer la opinión de Iñaki sobre lo que habías dicho sobre la gente que asesina en nombre de la madre patria. Elefante de Guerra ¿Qué son chetos?

8 de febrero de 2011, 22:44  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Pues en mi barrio salió que sí, pero no nos dejaron autodeterminarnos de la aseveración esa que se oye de que "aquí salió no". (Tú lo pones bien dicho, pero me lo ha evocado). Me acuerdo ahora de alguno que escribía cosas en el periódico sobre las paradojas y contradicciones de esto del derecho de los pueblos a tomar soberano, y se tuvo que machar por voluntad propia a dar unos cursos en el extranjero.
Jo, Ana, lo que es la ignorancia: "Cheetos", una porquería anaranjada buenísima que venden unas máquinas tragaperras muy simpáticas, y las bolsas llevan una lista de colorantes, conservantes y saborizantes, como un poema épico postmoderno de nuestra civilización.

8 de febrero de 2011, 23:17  
Anonymous Ana ha dicho...

Pues tienen buena pinta, y junto al huevo será una cena muy rica: muchas gracias por invitarme, a pesar de mi ignorancia: me encantan los poemas épicos antiguos, medios, modernos, postmodernos y futuribles... el tiempo que está roto, el tiempo sin fronteras.
Sí, durante la democracia hubo muchos que escribieron algunas cosillas en los periódicos, tv, radio etc... y que se tuvieron que marchar voluntariamente.

8 de febrero de 2011, 23:31  
Blogger M ha dicho...

Viaje a Bilbao
Hoy he ido a Bilbao y he tenido un ratito para tomarme un café, le he pedido un periódico a la camarera y me ha preguntado cuál quería y yo encantada de poder contestar le he pedido "el correo". Los periódicos locales suelen ser lejanos para las personas que no viven ahí.
Este periódico se ha hecho conocido para mí gracias a vosotras. Me he sentido como si la ciudad fuese un poco más familiar para mí, ahí sentada y buscando con ganas si había algún artículo de las personas que a Ana y Elefante de Guerra les gustan y han acercado a este blog.
Hasta ahora lo he leído online después de vuestras recomendaciones.
Ha sido un rato muy agradable, sólo me faltaba el cigarrillo…
Ya estoy otra vez en casa.
(Ana gracias por tus palabras a mi también me pareces majísima)

9 de febrero de 2011, 23:15  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Desde luego, Ana, la expresión "tiempo roto", que además enlaza con la entrada anterior, expresa a la perfección el tema de esta: el tiempo roto de las víctimas y su reparación.
En el suplemento de El País de este domingo había un reportaje ("Brotes verdes en Euskadi"), en el que encontré algo que me cuesta calificar. Se menciona un poema de Joseba Sarrionaindia, "Tiro hotsak": "En él, la madre de un preso ve a un policía que yace herido bajo su ventana y se niega a prestarle ayuda. Dice que jamás lo hará mientras su hijo continúe en la cárcel". El periodista, José L. Barbería, comenta: "Esas madres terribles, implacables, que nadie quisiera para sí encuentran ahí un extraño reconocimiento". (También Barbería se colapsa en el calificativo, solo acierta a decir "extraño").
Al leerlo he recordado sin remedio un canción de Sting muy bonita que decía que "las madres rusas también quieren a sus hijos", apelando a eso que es, estoy segura, más ciencia que creencia: que, a pesar del ahínco que queramos poner en hallar y afilar diferencias reales y ficticias, somos una misma cosa, y la razón y la sinrazón y los sentimientos nos unen completamente. En medio de todo ello, el amor de madre parece tan básico e incontestable, al margen de ideologías, brazos de legionarios tatuados y medallitas de mayo, que en cierto modo agradezco a Sarrionaindia el poema. Es uno de esos que a una de esas como yo, le permite ver con terrible claridad el perfil de algunos límites.

(M., acabo de leerte, qué gracia, y no sabía que fumabas. Pues igual has leído un artículo de Ruiz Soroa en diálogo con el tema de ayer que, claro, es omnipresente estos días. Un abrazo).

9 de febrero de 2011, 23:30  
Blogger M ha dicho...

Hola Elefante de Guerra sí que fumo,antes más a gusto ahora con un poco de culpa !un rollo!
He leído uno titulado ¿paso de gigantes? me parece que no era de Ruíz Soroa, pero yo para los nombres no soy muy buena. Y realmente el tema es omnipresente y !qué tiempo tan buenísimo hacía!. Besos.

9 de febrero de 2011, 23:45  
Anonymous Ana ha dicho...

Pues precisamente hoy en el Correo ha aparecido un artículo escrito por J.M. Ruiz Soroa muy, muy interesante, bajo mi punto de vista.
Estoy dejando de fumar gracias a unas pastillas que se llaman Champix - lo digo porque os he leído varias veces que queréis dejar de fumar. LLevo dos semanas sin fumar y mi record de estar sin fumar era de dos días (después de leer un libro para dejar de fumar) y de unas horas (después de ir a un curandero), por lo demás nunca lo he intentado y he sido una excesiva fumadora durante más de cuarenta años. En estos momentos estoy muy contenta y muy bien respecto al tema del fumeteo. ¿Qué fumonas las mujeres de este blog!
Pues yo venga a intentar enviar mi comentario y salían los vuestros: parece que todas hemos leído el mismo artículo.

9 de febrero de 2011, 23:50  
Anonymous Ana ha dicho...

El tiempo roto es lo que dices tú, Elefante de Guerra, y también Iñaki, cuando las víctimas del terrorismo no pueden elaborar el duelo porque el vacío que les ha dejado el ser querido no pueden rellenarlo con imágenes y recuerdos buenos de esa persona querida ya que sienten un dolor doble y desconcierto y una rabia tal que les impide que el recuerdo del momento de la muerte de la persona querida se instale en el inconsciente para, como dice Iñaki, comenzar a recordar todos los buenos momentos pasados con esa persona querida. En lugar de ello, el tiempo se queda atascado en el momento del atentado y hace imposible que se produzca ese olvido del momento de la muerte para que se recuerden esos otros momentos, porque para recordar hay que primero olvidar.
Yo ya he dicho que a mí me ocurrió algo similar y que con el psicoanálisis pude llegar a olvidar todas aquellas circunstancias dolorosas y traumáticas que rodearon la muerte de un ser muy querido y que persistieron durante muchos años: primero tuve que tratar lo doloroso y traumático, después tuve que elaborar el duelo, y como consecuencia de ello pude curarme y encontrar la paz. Que las víctimas del terrorismo encuentren la paz en sus corazones es nuestra tarea, y al hacerlo la memoria, ella sola, irá tejiendo ese relato que dice Iñaski que tenemos el deber de transmitir a la nueva generación.

10 de febrero de 2011, 21:38  
Blogger M ha dicho...

Ana me alegro mucho de que lo hayas superado y estés en paz. Sabía que algo importante te había acercado al psicoanálisis pero no una muerte.
Me sumo a tus líneas.
Un abrazo.

10 de febrero de 2011, 23:42  
Anonymous Ana ha dicho...

Pues sí, me encuentro muy bien, muy en paz. Muchas gracias, M, y un beso.

11 de febrero de 2011, 14:36  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Ceo que esto me cuesta, porque me parece que hablar de la muerte tiene algo de profanación, pero no nombrarla es idolizarla y ahí siento que hay algo mucho peor. Cuando alguien se nos muere nos quedamos bastante a solas con él, o solos con respecto a él, que estará siempre, pero no va a responder ya ninguna pregunta, atender ningún reproche ni dar más de lo que dio. Esa soledad seguramente es intransferible, pero el calor de la compañía la ablanda, la disipa, la hace vivible; y los funerales (que se llaman honras) tienen algo de antídoto social contra el veneno de la soledad impotente. (Y todo lo dice Viar: la doble muerte, de esos muertos que son de todos). Por eso las palabras curan, no hablamos nunca solos.
Ana, a mí también me reconforta tu paz, es igual que el chivatazo de las pastillas. (¡No me digas que funcionan! ¡Noooo, no quiero que funcionen!).
Una cosa más, porque esta elefanta gañana ha empezado a leer a Lacan (el mismísmo Lacan de París), el Seminario VII, "La ética del psicoanálisis". ¿Y cómo he principiado título tan notable? ¡Pues cómo va a ser! ¡Robandoooo!
(Bueno, robando del éter, que no sé si es robar-robar, típicas dudas de ratera; es que, como solemos decir los ladrones, está a mano. Pero ya me veo castigada con un "en el pecado llevas la penitencia", porque es una traducción un poco antisistema, antisistema lingüístico, digo).

11 de febrero de 2011, 23:18  
Anonymous Ana ha dicho...

¡Esos deberes que nos propones, Elefante de Guerra, son de un nivel altísimo! Nada menos que leer a Lacan… en fin, lo intentaré. De momento he leído un poco por Internet algunos artículos de lacanianos que hablan sobre ese seminario, el de la ética del psicoanálisis y he visto que hay opiniones variadas. Yo, naturalmente, como no lo he leído no tengo ninguna opinión (cuando lo leas te agradecería que nos contaras un poco tu opinión). Así que lo que voy a hacer es contar lo que yo pienso desde mi posición de una paciente que hizo psicoanálisis, es decir, desde mi experiencia con el psicoanálisis:
Yo creo que cuando vamos a la consulta es para curarnos la angustia, y la angustia sí que creo que tiene que ver con la ética, porque, como dije en otra entrada, creo que entramos en crisis porque una serie de impulsos inconscientes están saliendo a la luz y nuestra ética no los aprueba, y no hemos encontrado ningún apaño sano ni insano para taparlos: de ahí surge la angustia.
El psicoanálisis es, como su nombre lo indica, un análisis de la psique y yo creo que la psique no es buena ni mala, no es ética, es ella. Lo que sí es ética es el mecanismo que utilizamos, el apaño, para tapar – o al revés, dejar salir a la luz y aceptar- esos impulsos que también nuestra ética los ha condenado.
Yo sí creo que el psicoanálisis tiene que ver con la ética: el problema es definir qué es ética: parece ser que el término viene del griego, ethos, que significa “costumbre, hábito, uso”, lo mismo que el término latino “mos,moris” (la expresión “mos maiorum” – la costumbre de nuestros mayores, de los antepasados”) que fue la base del derecho romano, es decir, el derecho fue en un principio- y yo creo que siempre ha seguido siendo así- un poner por escrito las costumbres que tenían cierta tradición, cierto arraigo.
Y en la actualidad yo creo que continuamos igual, y que tenemos una base en la que apoyarnos, que es la declaración de los derechos humanos universales, que están escritos, y que si queremos seguir en democracia, tenemos que respetarlos, que no hay otro camino.
(Bueno, cuando consiga leer a Lacan a lo mejor puedo opinar de este tema de una forma teórica: lo único que he querido reflejar ahora ha sido mi propia experiencia.)

12 de febrero de 2011, 13:09  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Ana, no me pidas opiniones, que me se agarran todos los nervios a la tripa, y son más nervios que tripa; además, yo leo una cosa y olvido la anterior, ¡y me se están cayendo todo el rato los rotus de colores!
Pero sí quiero comunicar unas primeras sorpresas, porque en las cuarenta páginas que llevo he tenido ya varias (lo primero, confirmar que, en efecto, mi edición, por llamarle algo, no es apta para melindrosos ni finos estilistas), y te aseguro que se comprueba que en materia de ideas ir a las fuentes siempre trae premio.
Por ejemplo, había leído citar que Lacan decía que "el inconsciente está estructurado como un lenguaje". Y bueno, me parecía una frase revoloteable, pero enigmática y un poco porque sí. Pues hete aquí que lo que dice en la segunda clase de este seminario ("Realidad y placer") es, creo, bien distinto y, además, diáfano. Pongo el párrafo (se siente): "Si el inconsciente nos es revelado, en tanto solo lo captamos en su explicitación, al fin de cuentas, en lo que está articulado a él de lo que pasa en palabras, es a partir de allí que tenemos el derecho […] de darnos cuenta [de] que este inconsciente mismo no tiene otra estructura en último término que una estructura de lenguaje".
A ver, que lo oscuro fluye en las palabras, y esa es pues su forma aprensible, que la lengua le da esta forma como el globo se la da al aire y la botella al vino; bueno, mejor, como en una ropa mojada el tejido es la estructura del agua que contiene. (¿?) (Recojo rotus y me callo un ratito).

13 de febrero de 2011, 14:13  
Anonymous Ana ha dicho...

¡Te he entendido mejor a tí, Elefante de Guerra, que lo que transcribes de Lacan! Vamos, que se me ha quedado grabado lo del globo, la botella y el tejido... ¡Qué gráfico y qué bien expresado!
En alguna entrada anterior yo había escrito un comentario en el que cito eso de que el inconsciente está estructurado como un lenguaje y lo incluyo en mi explicación a mi manera, y creo que se refiere a lo mismo que dices tú, pero ya he dicho muchas veces que yo no he leído a Lacan directamente porque me parece muy difícil,que leo lo que los lacanianos dicen sobre Lacan y si lo entiendo y me es cercano y me identifico con ello pues lo incorporo a mi propio psicoanálisis, o mejor dicho, a las explicaciones sobre mi propio psicoanálisis: por eso siempre digo que a lo mejor digo burradas o disparates. Pero creo que en este caso no andaba yo descaminada en mi apreciación sobre el inconsciente y el lenguaje.
De todas formas tienes muchas razón cuando dices que el ir a las fuentes es muy bueno: pues intentaré leer a Lacan directamente.
Te comprendo cuando dices que el dar opinión te da dolor de tripas:_ a mi me pasa algo parecido y por eso siempre pienso que ya no voy a escribir más y me despido de vosotros y eso, pero es que cuando escribimos de alguna manera estamos dando opiniones aunque no lo formulemos de esa forma, aunque escribamos de una forma muy abierta, aunque parezca que no. Yo por eso me pongo mala pensando que he dicho disparates o que he podido hacer daño a alguien o que se me puede entender de otra forma lo que quiero decir, y entonces decido no volver a escribir, pero luego vosotros me contagiáis y escribo pensando que será la última o casi la última vez, pero nada, vuelvo a las andadas. Errepetisión que hace una.

13 de febrero de 2011, 17:04  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Querida doña Erre Que Erre, aquí Mari Chunta-Chunta se ha acordado de lo que decías en uno y varios comentarios sobre la gramática, pero yo entendí más bien que hacías con la sintaxis una metáfora del orden anímico y también me gustó así.
Bueno, con le parole andiamo, y traigo otra cosa. Ayer Savater terminaba su artículo ("De la 'Mili' a doña Virtudes") citando un párrafo de Floren Aoiz en Gara; esto decía Aoiz: "La batalla de las ideas va a adquirir cada vez más protagonismo. Batalla de las ideas y batalla de los relatos, para contar lo que ocurre y sus razones".
He tratado de escurrir mi redacción todo lo posible para que no chorree el goce negro de los improperios, pero es que alude inmediatamente a las frases de Viar, sobre el relato que debe prevalecer, el de la victoria sobre el mal.
Viar: "De lo que se trata es de que, al final de esta pesadilla, se pueda construir un relato transmisible a las generaciones venideras de cómo, en este lugar y este tiempo, se consiguió una victoria sobre la pulsión de muerte que habita en la condición humana".
Viar, construir; Aoiz, batallar. Viar, victoria sobre la pulsión de muerte, victoria de y para la condición humana. (Aoiz, batalla, batalla y estooo, batalla). Ante tamaña batalla, yo creo que también Savater ha sentido el incrédulo alivio de quien está siendo pateado por un burro, cuando el pollino para y concede "bueno, vale, a coces ya no, ahora te crujo a sumas y restas".
¿Qué batalla? ¿Y cómo sabrá un burro cuándo es domingo si nunca va a misa?

13 de febrero de 2011, 20:16  

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