domingo, 21 de noviembre de 2010

La irresistible ascensión de los hombres livianos


Nadie se esperaba aquello. Claro que empezó poco a poco, insidiosamente. Para cuando nos dimos cuenta ya era tarde. Fue allá por los 60 cuando el mundo cambió, y después empezamos a comprenderlo. ¿Pero quién tuvo la culpa? Se ha dicho que las dos Guerras Mundiales, y que tal vez la bomba atómica. Y, por supuesto, Auschwitz . En todo caso la constatación de que jamás se realizarían los ideales de la modernidad ilustrada. Ya nadie se lo iba a creer. Nadie se iba a tomar en serio las grandes palabras de los grandes hombres. Y, de ahí, quizá ni las de los hombres corrientes.

Me tocó, por azar de la edad, vivir ese tránsito del tiempo en el que ser un hombre tenía un peso específico decisivo en las relaciones entre sujetos. La virilidad era una referencia consistente, garantía de comida, protección, etc. Pero todo ello se esfumaría como humo en el aire.
Lo comenzamos a sospechar cuando nos fueron llegando los nuevos estilos de hombre que eran muy diferentes al nuestro. Recuerdo cómo vimos a laschicas de entonces vibrar con aquellos cuatro melenudos que les decían “all you need is love” y se quedaban fascinadas. Uno se miraba a sí mismo y se veía con aquél trajecillo “príncipe de Gales”, la camisa de nylon, la corbatilla y el pelo engominado con aquella brillantina – que se llamaba, ni más ni menos, “Varón Dandy” - mientras ellas miraban a los melenudos, y sentía que se había perdido algo, que aquello ya no iba a funcionar.

Más tarde llegaron los ecos del Mayo del 68, un follón que se había iniciado porque no les dejaban a las chicas quedarse a la noche en las residencias estudiantiles de los chicos. Luego todo fue más rápido. Acabamos la carrera vestidos con jerséis de gruesa lana y trenka, y nos dejamos crecer los rizos y las barbas mechadas, al estilo de aquel icono del momento que supuso el Che. El look informal, que el que pretendíamos “contestar” el viejo orden. Nunca el imaginario se alzó con tanta presunción para derribar obstáculos imaginarios. A ellas ya no había que dejarlas a las diez en el portal de su casa, y empezó la fiesta. Celebramos con alborozo la facilitación que pareció producirse para acceder al sexo, y la caída de la autoridad paterna para impedírnoslo. Fue la gran época de la “liberación sexual”. Estábamos lejos de saber las consecuencias que traería todo aquello. Ni sospechábamos que aquella desautorización de los padres caería, de otro modo, sobre nuestras propias cabezas.

Aquel entusiasmo con que festejábamos el crepúsculo del viejo gran Otro, con su arbitrariedad, sus prohibiciones, incluido el final de la dictadura franquista, no nos dejó ver que por detrás se alzaba en el horizonte un nuevo Otro que vendría cargado con ideales renovados, tan vigorosos que empujarían aún más a intentar escribir lo imposible de ser escrito. El retorno de un superyó más imperativo como se vería en tantos órdenes de la vida. La mezcla de discursos liberadores, revolucionarios, feministas y demás, forjarían nuevas exigencias. Como aquella pregunta que se extendía como un nuevo mandato del ideal: “¿estás seguro de que tu compañera goza también”. Había que ser un buen “compañero”. Otro significante que vería a idealizar al partener y seguir creyendo en la relación sexual. Y así, con sus variadas declinaciones inquisitoriales sobre el goce del Otro, aquellas preguntas nos arrojaron a los divanes a una generación de “antiautoritarios”, que veíamos cernirse sobre nuestra subjetividad la sombra de la decepción. Pues para cuando la pregunta se formulaba era que ya el nuevo semblante desfallecía. Fue la “neurosis de guerra” de tanto combatiente por las mil y una revoluciones pendientes.

Pero el cambio era irreversible y alcanzaría a la hora de la paternidad. Había que ser buenos padres para complacer a las compañeras, y nos enfrentamos a ello con dos armas imbatibles en las manos: el biberón en la derecha y el “dodotis” (evolución tecnológica del pañal) en la izquierda. Tuvo este movimiento un gran éxito en producir padres buenos.

No dejaríamos, más tarde, de constatar en múltiples ocasiones, las dificultades de los hombres en los nuevos tiempos, y que ya no servía el retorno a los antiguos semblantes. Recuerdo una fiesta, en un grupo de varones alguien comenzó a repetir los viejos chistes sobre las mujeres: que si el tamaño de su cerebro, que si tenían los pies pequeños para mejor acercarse a la fregadera, y otras construcciones conceptuales por el estilo. Surgieron las risas, la complicidad masculina complaciente en la degradación del objeto. En esto se acercó una mujer con un bandeja de canapés en su manos. Se agachó para depositarla en la mesa y su escote iluminó al grupo. Se hizo el silencio. “¿Qué os pasa muchachos, tan callados?" Siguió el silencio. “Pues si no me decís nada, me marcho”. Se echó la melena hacia atrás, sonrió, se dio media vuelta y se alejó moviéndose por el salón, mientras la seguíamos con la mirada. Me fijé en las caras de mis compinches y vi que las risas se habían transformado en muecas. El viejo semblante masculino había quedado pulverizado por el esplendor fálico de una mujer nueva.

Más tarde, aunque esto es ya otra historia, pudimos constatar en los nuevos jóvenes que había aumentado la liviandad masculina, como efecto de la ausencia de referencias por el declive de la función paterna, su dificultad para soportar la separación del objeto y las nuevas patologías que traería consigo.

Si una primera generación fue desautorizada por la siguiente, ésta tendría dificultades para autorizarse, y la última ni se lo propondría. Pequeño esquema de los cambios de la segunda mitad del siglo.

Concluiré con una anécdota que me relató un amigo. Hubo en mi ciudad, en los años cuarenta y cincuenta, un hombre, llamémosle Juan Aguirre, del que se habló mucho; una celebridad en nuestro ámbito. Se decía que había sido un tipo atractivo, elegante, deportista que jugó en el equipo de futbol local, con mucha gracia y de simpatía irresistible. Gran seductor, obviamente, se decía. Un día que mi amigo iba caminando con su padre se encontraron con un hombre que por su rostro arrugado, escasos cabellos y por la curva artrósica de su figura, aunque no exenta de cierta prestancia, aparentaba muchos años. Se abrazó efusivamente con el padre de mi amigo, y éste volviéndose dijo: “Mira hijo, te presento a mi viejo amigo Juan Aguirre” Cuando mi amigo le expresaba su satisfacción por haber llegado a conocerle, el hombre le interrumpió alzando su índice, y con afectada solemnidad le dijo: “Muchacho... ¡lo que queda de Juan Aguirre!”.

Lo que queda para el psicoanálisis, más allá de los estragos que sobre el semblante acarrea el tiempo, y nuestros tiempos, es un hilo rojo que deja el rastro del inaprehensible objeto que causa el deseo. Pues si éste perdura sabrá hallar las palabras capaces de aparejar las velas de un semblante que recojan el viento real de la vida.

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64 comentarios:

Blogger M ha dicho...

Precioso relato el que nos has traido!!
Iñaki dice:"si éste perdura sabrá hallar las palabras capaces de aparejar las velas de un semblante que recojan el viento real de la vida".Estoy segura de que el deseo sabrá hacerlo.
!Felices sueños!.

22 de noviembre de 2010, 1:18  
Anonymous Ana ha dicho...

Sí,es un relato precioso.

22 de noviembre de 2010, 16:00  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

De los hombres solo sé decir que me gustan.

Y la hombría menguante me ha hecho pensar en el problema del montón. Debería enunciarse en sus términos de paradoja matemática, pero digamos que muchos de nuestros conceptos cotidianos tienen límites difusos, y el de ser un montón es uno de ellos: ¿Dónde empieza un conjunto de granos a ser un montón de arena? ¿Tres o cuatro granos son ya un montón?, ¿cinco, seis, diez? Seguro que estamos de acuerdo en que un millón de granos lo es; pero si vamos quitando granos de este, ¿en qué momentoel montón deja de serlo? Lo que queda de un montón de arena, si le restamos un montón de arena más pequeño que él, no es otra cosa distinta que un montón de arena.
Lo que queda de Juan Aguirre no es otra cosa que Juan Aguirre, y lo que queda del hombre es hombre y no otra cosa, tal vez porque ser hombre es un concepto difuso y no perfectamente expresable en forma de rasgos necesarios y suficientes, como podría ser el caso si en vez de varones habláramos de triángulos.

Pesantez y liviandad. La poesía es pensamiento liviano (de ese débil de los posmodernos): nada se afirma en ella que pueda ser verificado en términos lógicos de verdad o falsedad; a cambio, produce una multiplicidad de significado que alimenta tanto nuestro conocimiento como nuestra fantasía y emociones. (Ya, yo también me recuerdo a mí misma a Ruiz Mateos, que a la menor oportunidad se abría la chaqueta y enseñaba la abeja de Rumasa). Aprovecho la entrada de Viar para enseñar uno de mis poemas favoritos, escrito por uno de mis canallas predilectos. (Viar, se lo dedico; entre otras muchas cosas porque me ha pintado la ocasión calva).


L'homme et la mer

Homme libre, toujours tu chériras la mer!
La mer est ton miroir; tu contemples ton âme
Dans le déroulement infini de sa lame,
Et ton esprit n'est pas un gouffre moins amer.

Tu te plais à plonger au sein de ton image;
Tu l'embrasses des yeux et des bras, et ton coeur
Se distrait quelquefois de sa propre rumeur
Au bruit de cette plainte indomptable et sauvage.

Vous êtes tous les deux ténébreux et discrets:
Homme, nul n'a sondé le fond de tes abîmes;
Ô mer, nul ne connaît tes richesses intimes,
Tant vous êtes jaloux de garder vos secrets!

Et cependant voilà des siècles innombrables
Que vous vous combattez sans pitié ni remords,
Tellement vous aimez le carnage et la mort,
Ô lutteurs éternels, ô frères implacables!

(Charles Baudelaire, de Spleen et Idéal, Les Fleurs du Mal, 1857)

Nota. En el fondo de mi corazón, sé que lo importante es el barco, las olas y la tripulación. Firmado: La Almiranta (y Grumeta, hay que fastidiarse.
(Asociación Española de Barcos sin Honra.)

(Se siente, yo estoy con un tema y me lo habéis puesto a huevo, es decir, irresistible: a) insoportable, b) arrebatador, c) o tal vez la irresistible combinación de ambos sentidos (es decir, la combinación a) insoportable, b) arrebatadora, c) la combinación irresistiblemente insoportable y arrebatadora. Etcétera).

22 de noviembre de 2010, 21:37  
Anonymous Ana ha dicho...

(Intentaré no volver a cambiar el nombre)

Para la que tiene el Honor de ser la Almirante y la Grumeta del Barco sin Honra: Excelente y brillante. Navegaréis con tu pericia y profesionalidad hasta donde queráis porque si el escrito de Iñaki Viar es precioso, tu comentario ha estado a su altura y a su bajura. Me ha encantado, de veras, Nati.

Iñaki Viar: yo, además de saber que me gustan los hombres, creo que puedo hablar sobre los hombres desde mi punto de vista. Reconozco lo que describes porque los melenudos pertenecieron a mi última niñez y principios de la adolescencia. Pero reconozco a las mujeres "liberadas" de aquella época (¿el 5% de la población femenina de aquella o de otra ciudad?)... y algunas de ellas estaban en mi clase, y aunque parecieran muy liberadas sexualmente, estoy segura que eran también unas chocholas y de sexo de verdad...poco. Pero solamente puedo hablar de esto desde el punto de vista nuestro, del de las mujeres, porque el mundo de los hombres estaba muy alejado de nosotras. Lo de las armas: biberón y dodotis, también para nosotras, que íbamos a cambiar el mundo y esas cosas, fue bastante "raro". Y lo de "satisfacer a la compañera" me acuerdo muy bien: se decía que no había mujeres frígidas, sino hombres inexpertos. Lo que sí creíamos, tanto los hombres como las mujeres, es en la “relación sexual” y en eso yo creo que gracias a vosotros, muchas mujeres, y, por lo que veo, muchos hombres, al poder poner “nombre” a lo que no ocurre, nos sentimos más “liberados”.
Yo creo que, como dice Nati, lo que queda hoy del hombre es hombre y no otra cosa. Pero, desde mi punto de vista, no veo diferencia alguna en “hombria” o en “virilidad” entre los hombres de la generación de nuestros padres y los de mi generación o los jóvenes actuales: los hombres viriles, masculinos, varonilos, han existido siempre, me atrevo a decir que desde la “prehistoria” hasta la actualidad., y los de ahora tienen los mismos atributos (que yo no sé cuáles son, eso es verdad – bueno, si se exceptúan los físicos-) que los de las generaciones anteriores. Pienso que cualidades como sensibilidad, comprensión, ternura, bondad, simpatía, afectuosidad, limpieza, orden … no son atributos femeninos ni masculinos, y lo mismo la agresividad, soberbia, determinación, eficacia, violencia (quizás la violencia física y la verbal está más interiorizada en unos o en otras) etc… simplemente se manifiestan de una forma a veces diferente.. Lo de la “autoridad” ya es otro cantar…
La insoportable levedad del ser, la pesantez y la liviandad...¿solidez?... La poesía es liviana,pero la hombría no, la hombría produce muchas obras sólidas, entre ellas, por no nombrar más que unas, los hijos, que son muy pero que muy sólidos.
(Bueno, a lo mejor también la poesía produce obras sólidas...)

23 de noviembre de 2010, 13:14  
Anonymous Ana ha dicho...

¡Además fuisteis vosotros, los de vuestra generación (ya he dicho antes que yo era algo más joven) los que abristeis el camino para empezar a conseguir las libertades de todo tipo que necesitábamos como agua de mayo en aquellos años del franquismo, incluídas las libertades de las mujeres y su liberación sexual.! ¡Fuisteis una gran generación y lo seguís siendo! Dixi!

23 de noviembre de 2010, 18:24  
Anonymous Ana ha dicho...

Los jóvenes, desde siempre se han rebelado a sus mayores y los mayores siempre han pensado que los jóvenes no tienen la energía, la autoridad enérgica que tuvieron ellos:

"O tempora, o mores! senatus haec intellegit, consul videt; his tamen vivit. [...] Fuit, fuit ista quondam in hac re publica virtus, ut viri fortes acrioribus suppliciis civem perniciosum quam acerbissimum hostem coercerent."

(Traducción: ¡Oh tiempos! ¡Oh costumbres! El senado conoce todo esto, el cónsul lo ve y ¡éste vive!. [...] Hubo, hubo en otro tiempo entre los hombres enérgicos de esta ciudad el brío para castigar con suplicios más acerbos al ciudadano pernicioso que al más cruel de los enemigos).

M.T. Cicerón, (Oratio prima), Catilinarias

23 de noviembre de 2010, 19:48  
Blogger Ali ha dicho...

!Qué sembrado has estado Iñaki, "pudiendo" constatar todo lo que pones en tu artículo!, y digo pudiendo, porque ¿cuántos ? no se enteraron de este gran paso, que sucedió en los años 60, ó que si se enteraron, no han podido hacer una reflexión de la situación (no es fácil hacerla), y que ahora si leyeran este texto, se llevarían las manos a la cabeza, al ver que ya es tarde, que ya es dificil adaptarse a el tiempo, ni asimilar las pérdidas tan rápidas que se estaban dando, sobre todo, la caída de la autoridad paterna.
¿Dónde poner el deseo?
¿Hasta dónde dejarse arrastrar por lo nuevo?
¿Dónde quedan los sentimientos de uno mismo?
Hoy en día también seguimos arrastrando mucho, el deseo es dificil de mantener, si uno no está dispuesto a reflexionar lo que fué, es y será.
El psicoanálisis nos lo pone un poco más claro, siempre habrá algo que nos "quede" y a la vez nos atrapa, que hace que nos ayude a evitar que se nos escape nuestro propio tren.

24 de noviembre de 2010, 11:09  
Blogger Iñaki Viar ha dicho...

De acuerdo con Nati que lo que queda de Juan Aguirre es el sujeto Juan Aguirre. Pero ha habido una pérdida con el paso del tiempo. Pérdida de fuerza, de belleza... pero la gracia de Juan Aguirre es hacer de lo que ha perdido un ganancia de humor. Superar las pèrdidas mediante el estilo.(El estilo es el hombre, dijo Buffon, creo)Su frase de "lo que queda de Juan Aguirre" nos dice que lo que queda es lo más importante, ya que puede reírse de lo que se fue.
"Homme, nul n´a sondé le fond de tes abîmes". Baudelaire nos enseñó su fondo, quizás.
Sí Ana, en todos las épocas, hombres y mujeres han dicho: "dónde vamos a parar" ante los nuevos tiempos. ¿Se acuerdan de nuestras abuelas cuando veían mujerso fumando y con pantalones? En cada encuentro de culturas, invasiones, etc. se han producido cataclismos subjetivos y, en ocasiones, inmensas tragedias. Sociedades de las que no quedó nadie.
Pero pienso que la particularidad actual se debe a la ciencia y tecnología que derriban imposibilidades, incrementan las posibilidades de goces, y globalizan todo. Nuestros hijos me parece que lo ven distinto que nosotros. A veces creo que para ellos soy el abuelo Cebolleta. ¿Recuerdan?
¡Oh tiempos!¡Oh costumbres! Cierta nostalgia ciceroniana por los hombres enérgicos. Pero a él también le alcanzó la energía de ¿Augusto? Y sus manos cortadas fueron exihibidas para gusto y escarmiento del populacho.
Hoy todos somos populacho.
¿Hasta donde dejarse arrastrar por lo nuevo? se pregunta Ali. La búsqueda permanente de lo nuevo es una forma de la pulsión mortífera. No puede pararse. ¡Que cada uno se detenga donde pueda?

25 de noviembre de 2010, 22:39  
Blogger helena ha dicho...

DECRECIMIENTO
Serge Latouche

25 de noviembre de 2010, 23:19  
Blogger Ali ha dicho...

Me preguntaba, si la anoréxica tambien se deja arrastrar en forma de pulsión mortífera, patologia tan frecuente hoy en nuestra sociedad. Hablando el otro día del caso de una anoréxica, se me ocurria pensar, la relacion de ésta, con el incremento de goces en este tiempo, unión de muerte y goce en su propio cuerpo.
Respecto a nuestro ya Juan Aguirre, me ha gustado mucho la exposición, lo que queda es lo más importante porque puede reirse de lo que fue", qué verdad cuando decimos que el sentido del humor es cualidad importante en personas inteligentes y cualidad que muchas mujeres exigen cuando "sueñan" con una futura pareja..(seguramente nos habría gustado mucho Juan Aguirre ) ja ja,,

26 de noviembre de 2010, 0:47  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

He leído en la Wikipedia sobre Serge Latouche y el decrecimiento, y aunque no soy capaz de juzgar ni siquiera pensar en términos concretos de teoría económica, me ha interesado mucho la "lógica del caracol": sus espiras se desarrollan solo hasta un punto, aquel en el que más expansión supondría un aplastamiento cierto bajo una carga insoportable, así que luego el sensato animalejo crece hacia dentro. Me ha hecho recordar precisamente un artículo muy bueno que leí hace unas semanas sobre Schopenhauer, porque el filósofo del deseo, la pasión y la voluntad hablaba de la necesidad moral de "remar hacia atrás" (la voluntad contra la voluntad o deseo), y el exégeta del filósofo, el que escribía el artículo, subrayaba la actualidad de este mensaje para la economía mundial.
Correteando tras estas y otras musarañas, me pregunto si decrecimiento es depresión, y si cabría ver en este estado del alma que se repliega e hiberna un bien estratégico o incluso moral. (Claro que luego he pensado también en hibernar, y en unos osos muy peludos, perezosos y desaseados que se alimentan durante meses de su propia orina, mientras dormitan en una cueva, y me ha dado un poco de ascazo. Fin del delirio).
Creo que sí, que seguramente en esa proclama de decrecimiento hay cosas de ascetismo y epicureismo (areté, virtud, "remar hacia atrás", felicidad de la ausencia de dolor y no necesitar, etc.) que son del abecedario de la sabiduría intemporal.

Y llevo pilón de ratos pensando en varones (no; quiero decir intelectualmente), porque me gustaría manifestar uno, dos y hasta tres; mi punto de vista, como dice Ana, que yo tengo una edad de estoooo cuarenta y siete años, y también soy histórica y sociológica. Pero no me sale. Así que luego me pongo a pensar en por qué no me sale, y me lo estoy mirando y remirando.
Me parece a mí que cuando nací todo estaba ya inventado. Y sin embargo, hace no mucho oí en la radio a un tipo bastante joven disculpándose porque los de "su generación" no sabían todavía no sé qué. Anda ya, chiquitín. Lo que decía Ali pero referido a otros pollos sin excusa. Y al revés también. O sea, que hay muchos mundos y están todos en este, y escogemos el que habitamos. Igual que como con los pisos, que escogemos el banco que nos lo quitará por impago.

26 de noviembre de 2010, 12:45  
Blogger helena ha dicho...

Gracias Nati por tu interés, que me dá pié a seguir comentando lo que me gusta.
Mi piso es de protección oficial. No elegí mi piso, ni elegí el banco. Mi coche es de segunda mano. Ya no pago hipotecas. Trabajo tres días por semana. Un agricultor a quien su trabajo le apasiona, me vende su verdura-sin pesticidas- sin intermediarios y los dos salimos ganando. Me encanta mi ropa que arreglo, transformo y cambio siempre que quiero sin necesidad de comprar siempre cosas nuevas... Pienso que seguir el hilo del deseo no es hacer lo que a uno le dé la gana, sin límites. Más bien crear y recrear cauces para que circule. La austeridad no tiene por qué coartar la libre circulación del deseo -quizá incluso todo lo contrario: hay que inventarle formas.Inventar formas es el trabajo del arte (todas las artes: pintura, literatura,música, cine, poesía...). La austeridad no menoscaba la felicidad, nisiquiera menoscaba la alegría.
Si los sistemas económicos y sociales han crecido hasta un punto en el que ya resultan aplastantes, parece algo sensato revisar sus argumentos para la interpretación de la realidad y de la vida en común... La cosa es que muchas de las ideas que constituyen nuestro imaginario simbólico particular, están conectadas con aquella realidad que yo pongo en entrdicho, agradecida por lo que me dió, mientras la dejo pasar diciéndole adios con la manita. Comprender esos hilos y dehacerme de ellos dulcemente (sin arrancar a la brava) es un trabajito que tengo. No digo que esto sea la verdad universal, ni que sea bueno para todos.Es una tendencia, otra cosa más, considerable...Creo que es interesante...

26 de noviembre de 2010, 13:13  
Anonymous Ana ha dicho...

No dejarse arrastar por lo nuevo, frenar, remar hacia atrás, filosofía del caracol, decrecimento (Serge Latouche)...
Psicoanalistas, filósofos, artistas, economistas y personas de muchas profesiones que piensan de la misma forma.
"Los avances responden a una pulsión mortífera": de acuerdo, pero después todos los utilizamos también en nuestras pulsiones de vida (¿Es un ejemplo este blog?)
A mí me sale decir esta bobada: si alguien, personalmente, quiere dar marcha atrás lo puede hacer pefectamente: se puede ir a un país subdesarrollado (que hay muchos) y vivir allí...
Y también me sale decir esta otra: los avances científicos y tecnológicos son tan rápidos e imprevisibles que ya "nadie" los puede predecir. Antiguamente una persona ilustrada podía saber un poco de "todo": ahora es imposible. Antiguamente sólo unos pocos podían saber "casi todo" y muchos de ellos (no todos, porque algunos de ellos "no querían") controlaban el mundo o buena parte de él: eran los "poderosos" (saber es poder). Ahora nadie tiene ese poder. Por eso ahora todos somos populacho.

"¡Hoy los tiempos adelantan, que es una barbaridad! ¡Es una brutalidad! ¡Es una bestialidad!"

Cantaba don Hilarión en la zarzuela de la "Verbena de la Paloma"...

... Pero a él no le preocupaba eso, como tampoco a Juan Aguirre...

¡ Claro que Juan Aguirre es muy digno y muy hombre porque puede reirse de sí mismo, de lo que ha perdido! Pero también porque no está asustado por su futuro ni por el porvenir de sus hijos. Juan Aguirre ha vivido siempre en el presente, porque ha sabido disfrutar del presente, ironizar sobre su pasado y porque la vida le ha enseñado que en cualquier momento de su futuro pueden tener él o los suyos una gran desgracia o todas las desgracias juntas, y está preparado para ello (aunque luego, si llega ese momento quizás se derrumbe, pero no llora antes de tiempo) y a un Juan Aguirre actual a lo mejor ese saber ironizar sobre su pasado, ese saber disfrutar del presente y ese no posible derrumbamiento en el futuro se lo da el psicoanálisis, que, como decís Iñaki, M. y Ali,sabrá encontrar las palabras, y en donde - como dice Helena- se revisan argumentos para la interpretación de la realidad.
(Yo también pienso, como Nati, que todo está inventado, pero como hay "tanto" y tan "contradictorio" lo inventado... pues yo hablo de lo que me apetece.)

26 de noviembre de 2010, 17:20  
Blogger helena ha dicho...

Lo que dices es bien interesante.
Bueno, el decrecimiento no es exactamente “remar hacia atrás” ni es una nostalgia de nada. Se supone que los que tenemos que decrecer somos las sociedades que más consumimos, por cuestiones ecológicas y de justicia social. Esto no significa que vayamos a volver a las cavernas ni que las ventajas tecnológicas sean indeseables “malas”. Se trata de decelerar hasta parar. Es decir: hablar de los límites, que son realmente los que ayudan a organizar las libertades. Esta deceleración será sí o sí. La diferencia estará en si queremos decelerar conscientemente, a propósito, sabiendo lo que hacemos, pensando juntos. De la otra opción ya tenemos el paisaje.
Iñaki, y todo esto está pensado por hombres enérgicos ( que no se parecen nada a los Bush ni a Sarkozy), hombres enérgicos, mujeres femeninas, menos femeninas…
Conozco hombres muy enérgicos que dan biberones y miman extraordinariamente a las mujeres y hasta lloran en público si se conmueven. Y cuantos más años cumplen, más extraordinario esto resulta y más respeto producen, que es una conquista mayor que seducir a veinteañeras ¿no? No borremos los lugares que nadie quiere borrar y lo que diga el mercado y el capitalismo rampante y toda su ideología sí que debe darnos igual, a pesar de que sea tan difícil –o imposible- no ser arrollado por él (es decir: que no nos da igual…)
Efectivamente: todos nos sentimos fuera de lugar por un motivo o por otro, en algún momento ¿y qué?, ¿es que es difícil reubicarse en la realidad cada día? Pues claro que sí. Me resulta irreal y cruel esa “teoría de los trenes”, que parece que nos obliga a correr por la vida con una lucidez sobrehumana, lamentando todo lo que no hacemos no vaya ser que estemos perdiendo algún tren importante…¡Uf! ¡qué agobio! Y resulta que cuando uno se para, ya, por fín, sentado en el centro de toda su sabiduría, con un par de arrestos a ver pasar los trenes, porque ya han dejado de engañarle, de repente se dice: me estoy haciendo viejo. No, no, no…¿eh? Que viejos y viejas nos hacemos todos y no es la edad lo que más pesa. ¡A sacudirse el polvo!
Es cierto que está todo inventado, pero también es cierto que algunas cosas (ideas, estilos de vida, formas de relación…y un larguísimo-ísimo etc.) son mucho más invisibles que otras, más vilipendiadas, ignoradas, desdeñadas, ninguneadas… que otras. Así que parece que hay cosas (ideas, estilos de vida, formas de relación…y un larguísimo-ísimo etc.) que no existieran, que no fueran factibles…Y ahí están, afortunadamente.
Vuelvo al principio para terminar esta larga entrada. Pensar en decrecimiento (en límites) frente al desarrollo ilimitado (que es un imposible, que solo garantiza sufrimiento) ¿no se parece a pensar en “lo que hace falta”, más que en satisfacción….?
Y ¿no es “lo que hace falta” aquello que más colabora en la circulación del deseo?

26 de noviembre de 2010, 21:10  
Blogger helena ha dicho...

Bueno, está claro que mis hombres enérgicos no son los de las Catilinarias.

26 de noviembre de 2010, 22:03  
Blogger M ha dicho...

He visto el video en you tube de Serge Latouche que nos ha traido Helena, un gusto, gracias; y es un señor con su edad y su Gran deseo por la vida, diciendo lo que él cree y sobre lo que yo opino igual. Y junto a él hay muchas + personas de diferentes edades que cada vez son más. Marcando un precioso camino con más sentido y pulsión de vida. Me gusta mucho ( y lo he comentado aquí más veces ) la creatividad, la ciencia y la tecnología creo que hay muchas más cosas x hacer y otras a las que volver pero de una forma mejor. A Serge no lo veo terminado ni a J Aguirre. Con biberones o sin
ellos creo mucho en los hombres. No veo las cosas tan mal, les veo con buenos semblantes. No a todos claro! menos mal.
Quizas el psicoanalisis tenga que mirar con otros ojos. Un poco osada Viar! pero pienso que el psicoanalisis tiene que interpretar a los nuevos semblantes que seguro siguen hablando de lo mismo.

27 de noviembre de 2010, 0:47  
Blogger helena ha dicho...

Musica para mis ojos.
No sé que "M" eres tú, ¿alguna relación con 007? (el jefe de James Bond se llama M), pero música para mis ojos. Merci.

27 de noviembre de 2010, 1:06  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Aviso:
Voy de Jardín, y me pido Castaño Oscuro y unas chinchetas (para no pasar de ahí, camuflarme un poquito y poner dos notas o dar la nota; Dios, qué problema siempre con esta gabardina que no cierra).

He visto un vídeo de Serge Latouche-Juan Aguirre que ayer no vi (no sé si es el mismo que vio M, pero me hizo sentir curiosidad), y sí, está un montón de macizo psicofísicamente hablando. La cosa es que me ha hecho pensar al revés. (Tantos ratos con Protágoras me están endemoniando). El propio Latouche decía que decrecimiento es un eslogan, es decir, no un programa que se concrete en medidas y normas, como por ejemplo, el código de la circulación, que dicta tonelajes, altura de gálibo, velocidades, giros obligatorios. Es más bien un principio moral que (por las razones que tan bien expone Helena y tanto nos hacen inclinarnos) ha de guiar nuestro pensamiento y nuestra conducta.
El código de circulación será un coñazo y su redacción te mata del asco, pero tiene una bonita cualidad, y es que donde él termina tú ya eres libre (por lo menos hasta que empieza el código penal). O sea, ese código es humilde, limitado y respetuoso con lo que no es él. Algunos principios morales en cambio podrían ser expansivos y devoradores hasta la crueldad, porque no tienen fin.
Helena, no creo que sea tu intención ponerte como ejemplo y sé que es una jugarreta un poco sucia y demagógica decirte que vivir en un piso protegido y tener un coche de segunda mano es un verdadero sueño consumista para muchos que tampoco tienen la opción de trabajar tres días, etc. Que no sé si utilizas lavadora, pero hace tiempo ya que han sido denunciados los dodotis de calibre recortado que mencionaba Viar, letales para el planeta. (Con lo buenísimos que son para la histeria). Y no seguiré la ejemplificación que para eso me he puesto en Castaño Oscuro, pero tenía que mostrar la línea de pensamiento concreto y adónde puede llevar. Mientras que el código de circulación solo ambiciona un pequeño lugar en nuestro cerebro y comportamiento, el principio de decrecimiento asienta sus reales en el corazón de cada conciencia, nos interroga sobre todos los detalles y, lo más grave: siempre quiere más. Es que esa es su naturaleza, porque de otro modo, una cosita tibia, un siesnoés, tal principio se convierte en pura filfa.
Mis carnes históricas y sociológicas han vivido algunas modalidades de la citada máxima, en versiones tal vez cutres de brillantes manufacturas californianas y de la provincia de Seattle. Pero llevan siglos recorriendo Europa ("Penitenciagite", decían los fratelli que salen en El nombre de la Rosa), y sus diversas formas tienen de común un durísimo hueso central irradiador de puritanismo. (Puritano: Que real o afectadamente profesa con rigor las virtudes públicas o privadas y hace alarde de ello. Rigor (1ª ac.): Excesiva y escrupulosa severidad).

Encaramada ya en todo lo alto de mi Castanea Sativa Oscura, pido límites para los límites.

27 de noviembre de 2010, 13:07  
Blogger helena ha dicho...

¡Me he puesto como ejemplo! ¡Anda es verdad! Es lo que tenía más a mano para decir que se puede vivir de muchas maneras. Acepto encantada esta toñeja tuya para hacerme abrir los ojos a la crudeza de la realidad social.

¿No se han convertido el mercado de consumo, el sistema económico actual, el neoliberalismo... en un principio moral que guia nuestro pensamiento y nuestra conducta (es difícil verlo porque es tan expansivo que lo llevamos inscrito en el tuétano)? ¿No parte de ahí? ¿Con qué argumentos si no, se construyó aquello de "El sueño americano"; "Hacerse uno mismo"... y algunos otros slogans más? Y también podemos ponernos a repasar toda la filosofía de los últimos tres siglos, para entretenernos durante estas largas tardes de invierno.

"La guía del buen decrecentista" incluye instrucciones muy concretas. Todavía no se ha escrito (que yo sepa). ¡Atentas a las librerías!

No seamos puritanas, es cierto.

27 de noviembre de 2010, 13:45  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Cuesta, hija mía, cuesta; pero echémosle fe y mucho sacrificio.
Un abrazo,

Sor Mari Puri

(Y que no decaiga)

27 de noviembre de 2010, 14:42  
Blogger Ali ha dicho...

Límites- los que ayudan a organizar las libertades.
¡Claro Elena que la vida no consiste en ser un "super-hombre!, posiblemente llegaríamos a enloquecer, siempre hay algo que nos hace parar, llorar,decelerar..para volver otra vez a empezar, pero no creo que por eso,haya que abandonar el tren.
Abandonar el tren, creo que sería la locura ó el pasotismo (por cierto abundan)
La vida está llena de limites, pero qué dificil es poner límites y qué fácil confundir la libertad con saber "limitar".
Ante muchas cosas que van surgiendo y que realmente me preocupan , me pregunto c.omo hacer con ello, para que no se me "escape", para intentar sujetar lo insujetable, y cuando sé que eso es un imposible, me caigo, me levanto, porque ver un pequeño avance, me permite crecer, decrecer y sobre todo sobrevivir.
Totalmente de acuerdo en no ser puritanas.

27 de noviembre de 2010, 17:18  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Leña (de Castaño Oscuro caído) para el fuego de Helena. Me he acordado de un vídeo de Juan Aguirre que vi hace meses. No sé si entiendo del todo la letra (es que estoy sentada con Ana en la tribuna de populacho), pero la música es maravillosa y el roquero Dani Aguirre (las antes rojas sienes ya plateadas) sigue arrebatando, por lo menos a mí.
http://www.youtube.com/watch?v=nqno8H-mjeY

28 de noviembre de 2010, 10:54  
Anonymous Ana ha dicho...

Pues sí, Nati, aquí estoy, en la tribuna de los "ignorantes", escuchándoos interesada, y pensando que en las consultas yo creo que algunos pacientes hemos hecho eso: contar nuestra vida hacia adelante y hacia atrás, creciendo y decreciendo, frenando y avanzando o
escondiéndola en el caparazón de un caracol.

Este roquero que estamos escuchando está muy bien (No tengo ni idea porque lo he buscado - sólo un poco por encima- en el Google y no lo he encontrado), pero me lo puedo imaginar.

Me parece que estoy comprendiendo ahora mismo un poco lo de los semblantes: ahora creo que comprendo el interés de M. sobre la enseñanza... De verdad, no creo que tengáis ningún problema con los semblantes: ni abuelos Cebolleta ni nada. Estáis en la tribuna de los semblantes y yo otra vez con mis disparates... me voy a la tribuna de los disparates.

Una cosa Nati: el otro día me contó una amiga profesora que a los jóvenes adolescentes les gusta muchísimo leer poesías en clase: incluso escriben poesías.

¡Anda! Parece que en este teatro de los disparates están representando una comedia de Plauto, "Anfitrión" (está en castellano) y hay un jaleo de cambios de "apariencias" y de "alter egos" que se pelean... pero la verdad, está llenita de autorizaciones paternas, o, por lo menos, eso es lo que yo creo.

28 de noviembre de 2010, 16:13  
Blogger helena ha dicho...

He encontrado unos cuantos documentos que quizá os puedan interesar.
El primero es un libro publicado en castellano: “La apuesta por el decrecimiento” de Serge Latouche de Icaria Editorial.

Muchas gracias por el vídeo Nati. Hablando de “hombres enérgicos” Me ha encantado y escalofriado… Mientras aparece el “Código de la circulación del decrecimiento”- estamos viendo que hay quien lo tiene muy claro, como este señor Daniel Cohen-Bendit, he encontrado este power point que es un resumen muy rápido y sintético. Igual os puede interesar. http://www.youtube.com/watch?v=rLuzErBS1CI&feature=fvw

En este documento también se mencionan, Alí, esos límites a los que no se puede poner límites. Esto es muy interesante. En arte, muchísimas veces un límite constituye una oportunidad. Por ejemplo una línea que delimita, en dibujo, es imprescindible para crear una forma…Hay muchos tipos de límites. La idea de límite es muy interesante, muy interesante.

En internet hay muchísimos artículos, vídeos, webs y blogs alrededor del tema “decrecimiento” que incluye muchos otros temas. He encontrado esta página que me ha parecido simpática: http://elproyectomatriz.wordpress.com/2008/09/24/simplicidad-voluntaria-y-decrecimiento/

Como dice M. (que es aquí la única inicial sin nombre y por eso le preguntaba yo si era la M. de la jefe de James Bond, que es la única “M” que conozco que es una letra que hace de nombre propio) hay muchísimas personas en ello y… bueno, M. Lo dice muy bien. Hay mucho empuje a favor del sujeto, de la vida.

28 de noviembre de 2010, 17:20  
Blogger Iñaki Viar ha dicho...

El asunto inquieta, sin duda. Serge Latouche escribe un fantasma que nos concierne a muchos: ¿Esto se va a acabar? No se si conocen la película "Solyent Green"

28 de noviembre de 2010, 19:21  
Blogger Iñaki Viar ha dicho...

Decía- lo que pasa es que mis dedos esquivan a mi cerebro- que esa película de los años sesenta, con Charlton Heston y Edward G. Robinson,plantea la situación que supone Latouche: el mundo no da más de sí, es imposible producir más comida, la escasez ha ido impusando hacia un sistema totalitario, deterioro social, urbanístico, total decadencia humana.
Para calmar a las masas la autoridad lanza a la venta en tiendas especiales un nuevo alimento: "soylent green", que va a reducir el hambre y permite seguir viviendo a las gentes. Pero Charlton, el poli bueno, descubre la verdad: el "solyent green" se hace con los cadáveres humanos que deja cada día.No me acuerdo de cómo acaba, la ví hace muchos años, pero seguro que fatal.Es una de las más subversivas películas que jamás he visto. Paradójica USA. El problema se solucionó con el canibalismo, del mismo modo que empezamos los humanos. (Ya saben, fueron las proteínas de sus congéneres lo que permitió aumentar el cerebro a los homínidos).
Algo de eso quise decir con que el empuje sin medida a la novedad es una actuación de la pulsión de muerte. No es posible ir para atrás, pero se trataría de modular esa ansia de novedad inducida por la sociedad de consumo.
El triunfo total del capitalismo ha traído un inmemnso aumento del nivel de vida (de consumo) pero, como la ciencia que utiliza, es ciego. Hoy la sociedad entera es presa de un delirio: todo puede aumentar indefinidamente. Sobre todo mi acceso a los diversos goces. Y en esto los trabajadores, sindicatos y todo movimiento reivindicativo es el mejor cómplice de este sistema: páguennos más y les prometemos que consumirmos más. (Ya se Nati que no es el caso en Bangla Desh, pero aquí es verdad).
Replica bien Latouche. La entropía disminuye la energía de un conjunto permanentemente. Esto fue enunciado en la 2º principio de la ley termodinámica. Cuando se presentó, Bertrand Russell dijo que era ya todo inútil, pues el mundo se iba a acabar. En unos millones de años la Tierra será una bola de ceniza ciega girando en órbitas cada vez más pequeñas hasta fundirse con el Sol. (esto es científico, no crean que hago poesía)
De ahí mi pregunta ¿importa tanto si se acaba antes o después? Es cuestión de tiempo.
Carpe Diem.
Dénme otras ideas para dormir en la impiedad de la noche.
Me alegro de que les haya caído bien Juan Aguirre que, con otro nombre, fue un querido tío mío.

28 de noviembre de 2010, 19:55  
Blogger Iñaki Viar ha dicho...

Otra paradoja.Según el gran científico Ilya Prygogine,autor de "La flecha del tiempo",una paradoja (cuando se efectúa un resultado opuesto al que cabía esperar) encubre siempre una verdad importante.
Hace un tiempo leí una entrevista a la actriz Victoria Vera donde, para mi sorpresa hacía la siguiente aseveración: "lo único subversivo, hoy día,aquí, es la austeridad".
Es la filofía contraria a la sociedad del "Centro Comercial" cuyo máxima aspiración es habitar en viviendas constuidas dentro de los centros comerciales. ¿Se imaginan?. Salir de casa y comprar y comprar, para consumir y consumir.¡Sin tener que desplazarse!El colmo. El otro día sufrí la tortura de pasar una tarde en IKEA. Las familias, con sus niños, estaban felices. Tenían de todo allí. Ahí se me ocurrió la idea de hacer urbanizaciones en los centros comerciales. Pronto quizá tengan "soylent green", y serán plenamente dichosos sin saber qué comen (es cuestión de ponerle edulcorantes, espesantes, colorantes, conservantes y algo de colesterol para el sabor; y de controlar los medios de comunicación).
Decididamente, tengo un día dramático. Me pasa desde niño que los domingos por la tarde no es mi mejor momento. Sabrán hacerse cargo.

28 de noviembre de 2010, 20:41  
Blogger helena ha dicho...

He estado viendo la peli.
A mi, la verdad: cuando se acabe el mundo, me dá igual. Total: todo se acaba...
Lo que no me dá igual es el "como" vivir hasta lo de la bola de ceniza.
No quiero acabar acochinada en un rincón bebiendo fluído alimentício hecho a base de la destilación de cuerpos humanos. No lo quiero ni para mí ni para los tataranietos de los hijos que no tengo. Así que... seguiré con mis cosillas.
Qué maja Victoria Vera.

28 de noviembre de 2010, 21:02  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Pues si Ana se va al banco de los disparates, yo paso de quedarme sola en las gradas del populacho aterrorizado. Me piro al rincón de los cantamañanas con los adolescentes. ¡A hacer borrones entrópicos de muchos colores!

28 de noviembre de 2010, 21:30  
Blogger helena ha dicho...

Me parece muy buena idea la de construir viviendas dentro de los centros comerciales. Seguro que si Kafka viviera ¡ya hubiera escrito una buenísima novela con ese argumento!
Ayer estuve participando en un pequeño mercado de trueque. Se trataba allí de hacer visible la idea de que, sin dinero, también se pueden conseguir “bienes”. Había un cocinero haciendo trufas, y te las cambiaba por lo que quisieras darle (pero claro: no valía darle una coz, ni cosas así). Podías darle un abrazo, o dos besos a cambio de las trufas, que estaban riquísimas. (Vale: esto puede sonar un poquito Power Flower,hippy de pacotilla, lo sé). Mucha gente estuvo ojeando las cosas que llevé. Cambié alguna de estas cosillas (mis catálogos, dibuzines…) por algunas otras… Bueno fue un poco caótico todo. Un hombre estaba muy interesado en mis cosas y me preguntó cuanto valía uno de mis catálogos. Le dije que no tenía precio, que me lo cambiara por algo… Se quedó un pelín cortado y como me pareció que estaba muy interesado, le dije que no importaba y le regalé el catálogo y alguna cosilla más. Se marchó y volvió al cabo de una hora con un libro “Cuentos y leyendas de Bilbao”. Se había ido hasta su casa a buscar algo para darme, a cambio.
Me marché encantada de aquella experiencia. La gente estaba -estábamos desorientados, intrigados, sorprendidos...Hubo muy buen ambiente y buenas ideas...

28 de noviembre de 2010, 21:36  
Anonymous Ana ha dicho...

Iñaki, yo te deseo que pases un buena noche y te doy las gracias por el relato de esta entrada y por mortrarnos a tu tío tan querido: seguro que fue un hombre estupendo.
Yo no soy exactamente de la filosofía del Carpe diem,: cuando hablo de disfrutar del presente no me estoy refiriendo al aspecto de no hacer nada, de vivir en los placeres...sino de disfrutar en lo que estamos haciendo y disfrutar haciéndolo bien (trabajo, ideas que queremos transmitir, estar con la famila, amigos o incluso darnos los placeres que podamos. Es no vivir aterrorizado por el futuro:preocupado, sí, pero no aterorizado
Pero la gente que me rodea no es tan catastrofista como lo que decís en esta entrada: algunos de ellos están en el mundo de la empresa a nivel mundial y no piensan nada de lo que habláis: por eso yo no he hecho comentarios a ese respecto.

Otras ideas para que puedas dormir en la impiedad de la noche:que en esta entrada no sólo no sólo nos ha gustado tu tío: también nos ha gustado mucho el retrato tan majo que has hecho de cuando eras un jovenzuelo, y a mí, por lo menos, me ha encantado... ¿verdad que tu tío tan querido fue un gran hombre también de joven, parecido a tí??
¡Felices sueños, Iñaki, y gracias por todo!

Nati, voy contigo y los adolescentes...

28 de noviembre de 2010, 22:12  
Blogger M ha dicho...

Qué ternura Ana, espero que Iñaki haya dormido encantado.
[Dios mío los domingos!... así que a ti Iñaki también te pasa. A mí me gustaría saber porqué me pongo tan baja de moral los domingos... no a todo el mundo le pasa. Si tienes algo construido al respecto me alegraría mucho que lo dijeras para así poder luchar un poquito con ese fantasma del domingo. Claro sólo me pasa si al día siguiente es día laboral hoy por suerte es fiesta]
He leído un artículo, en un periódico, que le hacen a Josep María Castellet, dice cosas muy interesantes de él y de sus conocidísimos amigos. Pero lo que me apetece resaltar es cómo habla del “esplendor del fracaso”. Dice que el esplendor del fracaso es haber hecho una obra (entiéndase como vida comprometida) y fracasado al final.
Dice, mis amigos (Barral, J.Gil de Biedma, Manuel Sacristán, Terenci Moix, etc.) aquella gente hizo de todo y en un momento de su vida fueron triunfadores pero la vida conlleva que fracasemos siempre, es un fracaso normal.
El periodista parece que no le entiende porque se queda con el concepto un poco corto de “fracaso” pero Josep sigue y le intenta explicar, sin muchas ganas, que a partir de ese fracaso surgen otras personas que hacen otras cosas y son los jóvenes que luchan por un mundo que no les gusta que están ahí aunque todavía no les conozcamos mucho.

Hace unos pocos días leí un relato que recomendaban en Liter-a-tulia: Stefan Zweig, ¿Fue él?; es cortito pero muy interesante y cuenta muchas cosas, como hacen los cuentos.
Habla de los celos, de cómo se siente uno cuando eres el centro del universo y luego lo dejas de ser porque te desbanca el mismo que te situó. Cómo una mujer parece encantada de no ser el objeto de deseo (o goce! qué lío tengo todavía Iñaki!) de su marido o de nadie. Cómo el marido puede ser empalagoso y excesivo en sus deseos que parecen hablar de una pulsión de muerte en él o de no poder desear, paradójicamente.
Es decir, del exceso o defecto del goce(deseo) y los estragos que supone.

Bueno… junto estos dos comentarios… que diréis: ¡qué mezcla M.! (Ah! Helena se diría “em” así sencillo, sin jefes ni héroes....)porque, por un lado, Josep, Aguirre, e Iñaki ahí están con sus deseos y sus vidas comprometidas y vosotras (yo a veces,… algún trozo del campo de algodón me lleva con su ritmo) y por otro lado, estaría el relato, un poco, como la otra cara de la moneda.

29 de noviembre de 2010, 13:27  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Acabamos el domingo con Viar haciendo mañas. (Que me pregunto yo si la noche más inclemente del domingo más taciturno no es una verdadera santa en comparación con algunos narradores de distopías que dirigen blogues.) Claro que hoy ya, para compensar, M. propone un tema que nos impulsará a comenzar la semana como unas castañuelas frenéticas. Pues yo quiero contribuir, porque hay un artículo de Vila-Matas, "Fracasa otra vez" (alude a unas frases famosas de Samuel Beckett: "Lo has intentado. Has fracasado. Da igual. Inténtalo de nuevo. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor."), que aún recuerdo.
El artículo de Vila-Matas puede leerse en esta dirección: http://www.enriquevilamatas.com/relecturas.html

Para perezosos, dejo aquí el final. (Podéis leerlo oyendo música de fado).
Y hala, alegría, mucha alegría insensata.


"En cualquier caso, el auténtico verdadero gran fracaso del escritor, aquel que alcanza a tantos, llega siempre con puntualidad, generalmente muy temprana. Es un fiasco doloroso, íntimo. Llega cuando no podemos reproducir con fidelidad lo que a acabamos de pensar y querríamos haber escrito. Llega cuando comprendemos que no hemos podido ser fieles a la ambiciosa idea que nos habíamos propuesto al comenzar un libro o un artículo. Son fracasos que a veces, por prudencia (surgen los enemigos como hongos), se silencian. Querríamos que nuestros libros y artículos contuvieran la verdad de nosotros, o por lo menos la parte de ésta que puede ser transmitida mediante el lenguaje. Pero escribir sabe a traición. Ese fracaso lo conocen todos los escritores serios. Como conocen también otro, de matiz no menos trágico, una clase de desastre que podríamos habernos ahorrado de no ser porque existe la literatura. Llega cuando comenzamos a envidiar a los personajes de las grandes novelas, tan correctos ellos, tan sólidos, tan bien explicados, aunque no sean más corpóreos que el vuelo de un alma. En cambio nosotros, aún estando inscritos en los registros de nuestra parroquia, cuanto más nos ilusionamos con la idea de estar vivos, más vemos que tendemos a borrarnos. Este drama nos sitúa precisamente en la curva principal del derrotero de los fracasos sin fin. O con fin. De hecho, el fin es otro fracaso".
(E. Vila-Matas, "Fracasa otra vez", 2010)

29 de noviembre de 2010, 21:14  
Anonymous Ana ha dicho...

M: lo que dices sobre el fracaso me ha gustado mucho, porque ahí sí que me siento identificada:"el esplandor del fracaso" porque "del propio fracaso "surgen" otras personas" que pueden sacarte de ese fracaso "total" , y lo enlazo con lo que dice Nati sobre "los fracasos sin fin o con fin´, porque de hecho el fin es otro fracaso". Yo he fracasado muchas veces en la vida y es verdad lo que decís... e incluso lo que dices, Nati, me ha ocurrido aquí, en estos comentarios: sobre lo escribimos y vemos que nos han entendido mal, o que no hemos sabido reproducir lo que pensamos o, sobre todo, que no nos hemos atrevido a decir el por qué hemos puesto algo... y te quedas con la sensación de haber fracasado. Gracias a las dos por vuestra comprensión y alegría, porque yo me había quedado con la sensación extraña, como de fracaso... pero habéis surgido con las palabras que yo necesitaba. ¡Qué curioso es todo!
“El esplandor del fracaso” yo lo uno con lo que dijo Ali sobre “la verdad de cada uno”: creo que en mi proceso de psicoanálisis, después de cada “fracaso”, desde el pozo del dolor, llegaba un rayo que iba iluminando un poco la escena de mi vida gracias a que iba surgiendo inconscientemente lo que tenía en mi interior, algo que surgió con todo su esplandor y belleza. ¡ Claro que entiendo lo que es el resplandor del fracaso!
Me da la sensación de que hoy voy a dormir bien.
He leído en el periódico “El Correo” de hoy un artículo de Juan Bas titulado “ Lo que resplandece” que me ha gustado mucho.

1 de diciembre de 2010, 22:41  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

¿Curioso dices?
Estaba yo abotonándome el chaquetón de aluminio cínico y viene Ana con un abrelatas.

1 de diciembre de 2010, 23:26  
Blogger M ha dicho...

He leído ahora mismo el artículo que nos recomiendas. También leí el que comentó Nati de Enrique Vila-Matas, será que no soy perezosa, aunque siempre pienso que lo soy. Me gustó mucho y me quedé enredada en otros más que había por ahí, muy buenos. El de Marcel Duchamp: Una vida absolutamente maravillosa, no tiene desperdicio, para restar a las castañuelas frenéticas, ¡ ja, ja! me gustó la expresión.
Bueno el de Juan Bas, me ha parecido que habla del proceso de un buen análisis (como el tuyo Ana que nos cuentas)
Os pongo un trocito: (a helena le gustará)
(…)Pero conseguir plenamente esa primigenia inconsciencia es una utopía y él lo sabe porque es un hombre culto y civilizado, mas no le desanima porque también sabe que la condición del artista es perseguir la utopía. Sus pinturas no son el resultado de un automatismo de cuatro trazos y colores simples. Las líneas, curvas y formas esenciales que configuran el cuadro final son, como he dicho, el resultado de un largo proceso de sustracción, no de adición; de llenar inicialmente el lienzo hasta el barroquismo y a partir de ahí comenzar a restar, a quitar todo lo que sobra a base de nuevas capas de pintura de las que surgirá lo que tenga que ser, que quedar. Creo que eso es pintar de verdad, con la cabeza, el corazón y las tripas; tener mirada. Y Gonzalo Jáuregui es un pintor de verdad, con una mirada genuina.”

1 de diciembre de 2010, 23:41  
Anonymous Ana ha dicho...

Pues sí: Iñaki, Iñaki Viar. el Doctor Iñaki Viar, es un médico sabio, un ciudadano honesto y un hombre que sabe mirar, es decir, un hombre de verdad.

3 de diciembre de 2010, 11:56  
Blogger Ali ha dicho...

A mí en concreto, el cambio de tercio de M. me ha hecho sentirme con una alegría insensata grande, y me he puesto a leer el libro que nos recomendó M.¿fué él?de Stefan Zweig, que abarca el tema del fracaso,proceso de sustracción, análisis de cada uno..más bien un tema de sustitución de objetos ,que ponen en duda el deseo. Es un libro precioso que trata de responsabilidad, de tratar de hacernos más dueños de nuestras vidas, de las decisiones que tomamos y las responsabilidades que de ellas se derivan, que es algo muy parecido a la experiencia de un análisis propio.
Nos habla de la confusión del deseo con el goce, un goce tan enorme en cada fijación del deseo, que hace de él,un máximo, una completud, y de ahí viene la tragedia.
¿es tan dificil desear? deseo que no puede ir más allá de la satisfacción de la demanda y que esconde la verdad de cada uno.

3 de diciembre de 2010, 19:39  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

He emprendido una persecución de palabras (de vuestras-nuestras palabras), porque creo que fracaso no forma parte del vocabulario tradicional de las mujeres. Nunca he oído a ninguna de mis antepasadas decirse fracasada; pero mayoritariamente tampoco sus hombres fracasaban. Lo suyo era un purito malvivir sin literatura.
O tal vez en nuestra especie el género va por clases. Igual que los continentes y las razas (que también van por clases) y el honor. (Sí, yaaaa. De mi niñez recuerdo la expresión "ser más pesado que un collar de melones con un cerdo de colgante", pero ya no se usa).

Ayer estuve en un cuartel de la Guardia Civil -por voluntad propia, por un recadito- y me recibió una gran inscripción frontispicial: "El honor, nuestra principal divisa". Atendía una guardia muy simpática, una niña, casi candorosa en su rudo traje verde oliva. Yo la seguía como un perrillo hasta que se giró; ella dijo: "Espere aquí"; entonces servidora paró en seco y pegó un taconazo. (Conversaciones de mujeres).
Pasé un agradable rato raro muy tenso (mucho Lorca, muchos gitanitos en la sangre). Salí reflexionando en masculino y femenino: el honor, la guardia civil y el fracaso son temas masculinos. Si tiene algún interés pensar en términos binarios elementales, la masculinidad tópica es hacia afuera y la feminidad correspondiente es hacia adentro: lo público y lo privado, la plaza y el fogón, la palabra y el silencio, y la metáfora fisiológica básica que no voy a decir porque ahora mismo no me acuerdo si es de mal gusto.
Solo hay fracaso cuando ha habido plan y empresa, deseo con forma y cálculo de fuerzas, esfuerzo y proyección hacia lo exterior. Problemas de hombres que se van llenando de mujeres, como la Benemérita. O sea, no es la prostatitis inaccesible sino el cáncer de pulmón. Una camarada decía una vez, mientras me daba lumbre, ya solo fumamos mujeres y negros. Sacto, respondí yo, los mismos que viajamos en bus. (Pura cháchara para alimentar el rencor y justificar la cuota que nos cobra sindicato; que hace mucho invierno fuera).

Bueno, chicas, yo creo que las enfermedades coronarias y el fracaso en general hace tiempo ya que nos reciben con los brazos abiertos, y nosotras aportamos nuestra histórica capacidad e incluso avaricia para gozar con las tareas. Si significa deseo nuestro fracaso es todo un éxito: "El fracaso, nuestra principal divisa".

4 de diciembre de 2010, 14:56  
Blogger Iñaki Viar ha dicho...

Tras los semblantes del fin del mundo:que se acaba la comida y el agua potable, y el de la Tierra como bola de ceniza terminal, que evocan el horror, que no deja de ser fantasmático, pues no existe certeza aunque sí inquietud, hemos vuelto al presente como aquello que es nuestra realidad. Y ha traído M. otro semblante, triste pero no tanto: el fracaso. La idea del sujeto como dividido, con falta, constituido su deseo en base a un objeto para siempre perdido nos remite al fracaso de toda vida, lo real imposible de evitar que subyace a todo semblante que surca la vida...hará que nunca se alcancé ese todo por el que el neurótico suspira. Si el fracaso es el destino humano, se trata de, como dice Lacan, "fracasar de la buena manera". Hay una ética del fracaso que consiste en no hacer balances de lo imposible de cuantificar, en responsabilizarnos de nuestras limitaciones, de nuestros síntomas, de nuestro "incurable", pero sin efecto depresivo, sino continuando en la búsqueda de invenciones para arreglarnos con el fracaso.
"Por el olivar venían,
bronce y sueño,
los gitanos"... a fracasar, seguro.Pero ¡qué hermoso!

5 de diciembre de 2010, 19:34  
Blogger helena ha dicho...

Si que me gusta texto de Juan Bas. Lo cuenta muy bien y puedo hacer con ello una metáfora extrapolable a muchos sucesos de la vida cotidiana y trascendente -que lo es- porque la forma de vivir el presente va dibujando parte del futuro, aunque no pueda pronosticarlo. Así lo entiendo para mí.
El fracaso es una de las materias primas del arte, que es –entre otras cosas- una escuela de “recortes”, de identificaciones y de desidentificaciones…
¿Dibujamos fantasmas? No hay certezas y los hechos siempre están ahí dejándose interpretar. Inscribiendo los hechos en un relato, la historia –que no es un devenir de azares, sino mas parece una construcción de contingencias (ladrillo a ladrillo)- hace la labor en el presente hilvanando un futuro, uno cualquiera. El psicoanális –como el arte- es para el sujeto (por decirlo de alguna manera), le abre camino, trabaja para él, lo reivindica.
Supongo que esto nos relaciona. Así que desacordada –desencordada- os dejo aquí unos besos cariñosos, y me voy por ahí con mi música, a visitar otros jardines. Me llevo de recuerdo el efecto de vuestras reflexiones (es decir: que no me voy indiferente) Os visitaré de vez en cuando. Más besos y agur.
(Mejor así que "desaparecer como un fantasma" je, je, je...)

5 de diciembre de 2010, 22:37  
Anonymous Anónimo ha dicho...

.Si cuando una persona quiere hacer algo y le sale mal (como dice Nati cuando hay plan y empresa)divorcio,negocios,estudios, perdida de trabajo... se dice: " ha fracasado". Nunca me gustó esa palabra. Me parece que es del orden moral.Si haces lo que está bien no habrá fracaso.Si no haces lo que te dice tu mama o papa, o jefe fracasarás.Ya no te digo si fracasa dos o más veces. Vamos... que habrá que ser muy fuerte, muy lista, para no hundirte en la miseria absoluta de porque yo y los demás no? que parece que triunfan.
Para mí el fracaso es una pérdida y a la vez una repetición. de mi deseo? de mi goce? de mi anhelo? Quiero entender que es mi goce,ese, el malo, que me lleva a emprender situaciones y tareas imposibles.Es que si es el deseo pues me hago Bautista digo budista. Tensión cero.Pero eso que mueve a estar a inscribirte, a participar... ¿Cómo se llama? ganas? Loco por vivir? Deseo? Iñaki
me ha gustado mucho como has escrito sobre el fracaso.Hay muchos estilos, muchos discursos para hablar y escribir del mismo tema, pero me quedo con el discurso psicoanalitico.
En estos tiempos que parece que no hay salida, como si fuera la pescadilla que se muerde la cola, me niego a pensar que el futuro para los jóvenes sea Lady gaga (Llevo todo el fin de semana impresionada por el poderío y la gente que arrastra.Eso cuentan).¿Por que no un poquito más de discurso psicoanalítico?
Ayer hizo no se que años que mataron a Lenon.Os acordais de una de sus frases?
La vida es aquello que te sucede cuando estas haciendo planes para hacer otra cosa mañana.
Iñaki necesito aclararme de que se repite.el goce o el deseo?Sé que el sintoma es lo que lo delata. Un beso

9 de diciembre de 2010, 16:07  
Anonymous Ana ha dicho...

Helena: a mí me gustan tus dibujos y también tu forma de escribir. Y lo de los fantasmas... En Bilbao, un fantasma es un fanfarrón: Chiste: Un bilbaino a otro :- ¿Sabes por qué al metro de Bibao le llaman el tren del terror?.- Pues, no sé, Patxi, ¿Por qué? - Pues porque va lleno de fantasmas! Un beso y hasta pronto.
Nati: Me ha gustado mucho lo que has escrito en tu último comentario.
Ali: a mí también me gustaría saber esa distinción entre deseo y goce...¿Es lo de que el goce es un sufrimiento insano porque hay algo metonímico y en cambio el deseo que no se realiza produce, no un sufrimiento insano, sino un dolor "sano"?
Y me uno al comentario de anónimo cuando pregunta sobre el goce y el deseo, y el síntoma que delata ¿qué? Otro beso.
Iñaki, a mí también me ha gustado mucho tu comentario, sobre todo lo de continuar en la búsqueda de invenciones.
Probablemnte no volveré a escribir en el blog hasta pasada una temporada. Otro beso.

9 de diciembre de 2010, 21:53  
Blogger M ha dicho...

Esto era de lo que yo hablaba, por eso me gustó la frase el “esplendor del fracaso”, porque me parece el motor. Cuando un científico consigue verificar su hipótesis, encontrar ESE descubrimiento que lo tiene enganchado, antes ha fracasado muchas veces, pero los fracasos son los que le van marcando el camino hacia lo que quiere conseguir.
Creo que se le ha dado connotaciones negativas pero yo rescataba ésta de la que estamos hablando.
Claro que cuando yo fracaso, no me gusta, por supuesto! y es a posterori cuando puedes ver lo positivo.
Repites al no resolver o que piensas que cambias de camino sin darte cuenta que sigues en el mismo.
Pienso que deberíamos darle más valor al fracaso y verlo como esplendor y un derecho natural del ser humano. Fracaso porque existo y me muevo. Fracaso porque me arriesgo.
Enseñar y valorizar esto en los jóvenes sería bueno.
El miedo a fracasar paraliza.
Aquí está muy bien la frase sobre el fracaso que trajo Nati, “fracasa….y fracasa mejor”
Qué es distinto al que no se mueve.

9 de diciembre de 2010, 22:01  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Yo también me quedé pensando en una cosa que dice Viar: "No hacer balances de lo imposible de cuantificar". (Porque, en realidad-realidad, solo entiendo-entiendo hasta ahí). Que hay un señor contable, tendero, tabernero viviendo dentro del concepto habitual de fracaso: alguien que se saca un lápiz un poco romo de detrás de la oreja y anota "dos celemines de trigo a cuarenta reales cada"; y echa cuentas.

La solución budista (siempre ha sido mi plan B, los de Churdínaga somos superespirituales), me hace recordar muchos versos de San Juan Budista, también conocido como Leonardo el Bautista, todo un experto (¡qué memorial de fracasos!, ¡y qué conciertazo hace un año en el BEC, gracias a los fracasos!). Estos se titulan "El monje enfermo de amor".

Me afeité la cabeza
Me puse un hábito
Duermo en el rincón de una cabaña
a dos mil metros de altura en una montaña
Esto es deprimente
Lo único que no necesito
es un peine

(Leonard Cohen, Libro del anhelo, 2006)

9 de diciembre de 2010, 22:04  
Blogger M ha dicho...

Ana y helena por qué no vais a escribir más??
Ana estaba escribiendo mi comentario cuando has escrito tú.
Un besito

9 de diciembre de 2010, 22:06  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

¡Cantando a la vez!

Ana, te reto a que fracases en tu vaticinio.

9 de diciembre de 2010, 22:10  
Blogger Ali ha dicho...

tanta despedida, me abruma. Me gusta pensar en lo dicho por Iñaki, de responsabilizarnos de nuestras limitaciones, de nuestros síntomas, de nuestro incurable. pienso que esto también ocurre en nuestro blog. El fracaso es dificil de llevar cuando vemos nuestras propias limitaciones, cuando mostramos nuestras faltas, cuando no nos gustamos con lo que decimos, ó no gustamos a los demás. Puedo creer que circula el deseo pero el goce también.

9 de diciembre de 2010, 22:56  
Blogger Ali ha dicho...

Iñaki: no sé si te habrás dado por aludido, pero creo que todos queremos que nos dés tu visión sobre el goce y el deseo, que creo que es un tema que sale mucho y todos tenemos distintas maneras de verlo. supongo tantos modos de desear, y tantos modos de gozar..y tantas maneras de explicarlo

9 de diciembre de 2010, 23:20  
Anonymous Ana ha dicho...

M: no he dicho que no vaya a escribir más: he dicho que no voy a escribir estos días. ¿Por qué?, me preguntas, y mi respuesta es que no lo sé muy bien.Lo que dices sobre los jóvenes: estoy muy de acuerdo. ¿Cómo hacerlo? Pues yo creo que solamente se puede transmitir esto con la forma de ser de las personas que rodean a los jóvenes: en el caso de los profesores, pues siendo ellos mismos los que "de verdad" acepten sus propios fracasos: esos son los que pueden ayudar a los niños, a los jóvenes, a los adultos y a los ancianos... . Pero lo mismo los padres, familiares, amigos y conocidos... Y, por supuesto, lo que decíais en otra entrada sobre hacer una especie de psicoanálisis con los jóvenes: a mí eso sí me parecería interesante, aunque no tengo ni idea de cómo hacerlo: eso, vosotros, los psicoanalistas, sería interesante que lo estudiarais.
Nati: soy una fracasadora continua, pero M. me ha dado las palabras para decirte que he fracasado en el reto, pero que "fracaso porque vivo, tengo derecho a fracasar y me arriesgo"
Ali: yo también estoy muy interesada en el tema del goce y el deseo.Yo voy a decir lo que pienso del tema ( con los errores-fracasos que escriba ): voy a escribir en el siguiente comentario -porque lo que quiero escribir es largo.

10 de diciembre de 2010, 21:55  
Anonymous Ana ha dicho...

Empiezo.

Nace un niño o una niña.

Su forma de comunicarse es llorar. Mediante el llanto obtiene comida y calor. Sus padres se lo dan. Si solamente quisiera esto, alimento y calor, ni aprendería a hablar, ni a andar ni a nada. Sólo lloraría para obtener todo lo que desea. Pero quiere más, lo quiere todo. Tiene el impulso del Eros y demanda de sus padres un amor total. Sus padres no le dan lo que él desea, sus padres le hablan. Y el niño aprende a hablar para demandar ese amor total y único para él. El niño “trabaja” porque el amor que quiere obtener le impulsa a “trabajar”, a aprender a hablar. También tiene el impulso de Zánatos por el que quiere destruir a todas las personas que rivalizan en conseguir el amor total de los padres. Las respuestas de los padres son palabras y esas palabras dejan huellas psíquicas en el niño. El niño, en un principio deseaba ser el amado y que sus padres sean los amantes, los que aman, pero al transferir ese deseo del niño al aprendizaje del lenguaje, el niño va convirtiéndose en amante y sus padres en amados. Los padres, mediante el lenguaje, van canalizando los dos impulsos de Eros y Zánatos del niño con normas éticas, morales, religiosas, etc… y en el niño se crean, mediante el lenguaje, las tres partes del “yo” “ello” y “super-yo”. El lenguaje, las huellas psíquicas de las palabras, han formado un entramado psíquico que es el inconsciente del niño. Como los deseos han sido fruto de los impulsos del Eros y del Zánatos, y el niño ha aprendido a hablar para conseguir estos deseos, entonces el lenguaje es el inconsciente del niño expresado en palabras y frases. La estructura del inconsciente se forma en la primera infancia. Es como la “civilización” del niño. Continuará demandando amor de una forma “civilizada” y también continuará destruyendo a quien rivalice por conseguir ese amor también de una forma “civilizada” (Aquí yo diría que en la educación de los niños y niñas la forma “civilizada” ya es diferente). Por lo tanto, el inconsciente está estructurado como un lenguaje y se cuela a través del lenguaje del niño durante toda su vida y ni él ni los que le rodean lo pueden reconocer. A partir de ese momento las experiencias que el niño va teniendo las vive según esa estructura ya hecha y sus respuestas van a ser siempre las mismas. Él tiene que vivir con un equilibrio, al menos aparente para él, entre su “yo”, su “ello” y su “super-yo”. Pero cuando algún o algunos impulsos inconscientes son demasiado intensos y “chocan” con alguna norma ética o moral que él tiene tan interiorizada que no puede aceptarlos conscientemente y que pueden romper ese equilibrio, entonces desarrolla unos síntomas, bien en el orden psíquico o físico, o en ambos. Si esa persona encuentra en esos síntomas algún “apaño” para engañar o tapar ese conocimiento consciente de esos impulsos, entonces puede seguir viviendo con su desequilibrio: el “apaño”, vamos a llamarlo “sano”, es hacer una especie de metáfora de ese hecho, es decir, hacer mediante el lenguaje otra construcción del hecho que por una parte lo aísle, lo analice, lo trate, y después lo devuelva al lenguaje con una carga emocional que la persona pueda admitirlo (Aquí yo diría que cambiaría la “frase”: las frases de esa persona no serían las mismas, y además, no estaría mal introducir un poco de humor).

Pero si el “apaño”, vamos a llamarlo de esta manera, es insano, entonces no se ha construido la metáfora, sino que se ha convertido en una metonimia, es decir, ha tomado una parte por el todo, o el significante por el significado, y entonces la persona no puede tratar el dolor de una forma sana porque ese dolor sano está oculto por un sufrimiento insano que incluso puede ser, y suele serlo muy a menudo, inconsciente.

Dolor = Sano Sufrimiento = Insano (¿Esto sería el “goce”?)

Pero si no encuentra ningún apaño (ni sano ni insano), entonces cae en crisis y se desmorona.

10 de diciembre de 2010, 21:58  
Anonymous Ana ha dicho...

¡Ay! ¡Menos mal que no soy psicoanalista! ¡Uf!
Ya véis, qué desastre... la que no iba a escribir más...

10 de diciembre de 2010, 22:19  
Anonymous Ana ha dicho...

¡Nati! ¿Dónde estábamos retando? ¿en el jardín, en una taberna... yo estoy ensangrentada... vamos al hospital a ver si me pueden arreglar los estropicios, aunque sea con un peine de esos...

10 de diciembre de 2010, 23:08  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Querida Ana (y ¡ay, mi madre! al mismo tiempo):
¿Tú has leído tu relato? ¿Por qué está todo tan claroooo?
Ana, felicidades por triunfar fracasando y ganar el reto. Ojalá que fuera en una taberna, porque así nos entregábamos al goce (¿insanoooo?) en uno de los lugares que se les reserva. Bueno, yo creo que practico el psicoanálisis en su modalidad borrica (no estoy segura de que mi psicoanalista lo sepa), que consiste básicamente en retozar con mi alfalfa mientras el dispositivo hace su trabajo. No sé pensar con palabras que me son ajenas. Y, cielos, cada vez más son ajenas palabras las me. (Es broma. Creo). Besos, campeona.

10 de diciembre de 2010, 23:17  
Anonymous Ana ha dicho...

Querida Nati: Te juro, te juro, te juro, que me ha sorprendido mucho lo que has dicho!¡Gracias por venir al hospital con el peine ese mágico que cura muchiiiísimo! ¡Besos a tí, campeona! (la verdad es que no te he entendido mucho lo que has dicho,) pero, venga, vamos a la taberna a gozar insanamente !

10 de diciembre de 2010, 23:41  
Anonymous Ana ha dicho...

No; no estoy en la taberna: estoy en el blog, esperando con vosotras a ver si Iñaki nos cuenta lo que le hemos pedido.

11 de diciembre de 2010, 11:44  
Anonymous Ana ha dicho...

¡Qué fácilmente me dejo llevar por el entusiasmo!

"Pensar con palabras que me son ajenas" y después has escrito la misma frase toda "desordenada":

Nati, no sé si te he entendido, pero lo que has escrito me ha impulsado a escribir aquí esto: (es largo, así que necesitaré otro comentario más...)

En mi psicoanálisis he llegado a la "conclusión" de que mi "yo", lo que me individualiza, son las relaciones que, a través de mi vida, del tiempo, he tenido con los demás, conmigo misma, con las cosas, con los conceptos, con todo lo que me rodea y con lo que he podido considerar que pertenece a mi persona. Mi "yo" no es algo consistente, compacto, sólido.

Hace tiempo me inventé una frase que era ésta:
"En estos momentos voy a inventarme algo, lo que se me ocurra" y comencé a dejar libre mi cabeza para que fueran surgiendo las frases libremente, qué me sugiere esta frase, por qué la he puesto, etc... y en primer lugar me sugiere algo abierto, como que tengo mucha libertad para poder decir lo que quiera, "lo que se me ocurra", pero por otra parte su contrario, es decir, algo cerrado, porque va a ser algo que está dentro de mí, no del exterior y, por tanto, siempre será algo referente a mi pasado, por lo tanto nada original para mí, por lo tanto no hay tanta libertad, sino al revés, algo que ya está definido. Así que, aunque el verbo "inventar" parezca muy activo, en realidad es superpasivo: porque en estos momentos no puedo inventarme nada. Sin embargo se me ocurre pensar que efectivamente, los "inventos" en realidad tampoco aparecen de repente, no son producto de un toque mágico con una varita... los inventos suelen ser producto de un tiempo de investigación y, aunque en algunos casos hayan podido resultar de cierta casualidad, siempre ha tenido que haber algún momento de reflexión, aunque sea posterior, y la reflexión es algo aprendido, no surge espontáneamente.

(Corto aquí porque no me cabe lo que quiero decir y continúo en el siguiente comentario)

11 de diciembre de 2010, 23:21  
Anonymous Ana ha dicho...

Continúo aquí porque no me cabía en el anterior…)

La reflexión se hace sólo a partir de lo que sabemos, de lo que hemos elaborado, de lo que hemos asimilado, de lo que hemos vivido, de nosotros mismos... y de esta forma llego a mi "yo", a la pregunta siguiente: "Algo que sé, no puedo inventarme algo que no sé" Y "¿qué es lo que sé?... "pues sé todo lo que tengo dentro de mí" y "¿qué es lo que tengo dentro de mí?" pues sólo palabras, frases y sentimientos "¿y qué palabras, qué frases, qué sentimientos" pues las palabras y los sentimientos son los de todo el mundo, pero las frases, no, las frases, aunque muchas de ellas son iguales a las de todo el mundo, muchas de ellas son diferentes, o por lo menos un grupo de ellas pueden ser iguales a las de mi madre, otras a las de mi padre, otras a las de un profesor de mi juventud, a una amiga actual, a un hijo, a algunos de vosotros- los del blog- , a un libro o a una película... pero no hay nadie en el mundo que utilice siempre exactamente las mismas frases que utilizo yo. Y las frases son palabras relacionadas sintácticamente entre sí. Pero si analizamos las frases sintácticamente, todos hablamos igual, todos utilizamos sujeto, verbo y complementos... No podemos aislar una palabra de una frase, pues ella sola no tiene contenido: por ejemplo si tomamos el concepto de "invento", si decimos simplemente "invento", no decimos nada, pues los demás no saben a qué invento nos estamos refiriendo, pues siempre debemos insertarlo en una frase, por ejemplo: "Vosotros hacéis un invento" o "Los inventos son bonitos". De esta forma se ve cómo incluso la palabra "invento" según esté en una frase o en otra frase, no solamente ha variado su función sintáctica (en el primer ejemplo tiene la función de objeto directo y en el segundo ejemplo la de sujeto) sino también ha variado su morfología (en el primer ejemplo es un sustantivo singular y en el segundo es plural), y así como hay frases mal construídas (por ejemplo "la invento es bonito" (hemos colocado mal el determinante "la" pues teníamos que haber puesto "el invento es bonito", o " el bonito es invento"... así también nuestro "yo" está mal colocado en algunas situaciones de nuestra vida, como "el bonito es invento", o a veces las circunstancias con las que hemos rodeado a nuestro "yo", lo que nos afecta, pueden no ser las correctas, como el determinante "la invento", en lugar de "el invento", y entonces, en mi caso, comienzan los síntomas y las angustias. Para ello utilizo el psicoanálisis, para "intentar" situar correctamente mi "yo", lo mismo que utilizamos la morfo-sintaxis para construir frases o para analizar frases ya construídas...

¡Por fin he acabado de resumir esta idea! ¡Ha sido una liberación! (Creo). Ya veo que estoy aquí sola… En fin, así es la vida. Pero es bonito.

11 de diciembre de 2010, 23:25  
Blogger M ha dicho...

Ana no estás sola. Voy a leerte ahora mismo.:-)

12 de diciembre de 2010, 0:56  
Anonymous Ana ha dicho...

Querida M: eres un encanto. Garcias y un beso.

12 de diciembre de 2010, 1:07  
Blogger M ha dicho...

Bueno, bueno... he tenido que leer varias veces los comentarios que había porque se me amontonaban todos y no veía nada claro. Sólo -ahora creo que nos dicen que va sin acento, esto es para la gramática de Ana, ja, ja- con la primera lectura tenía claro que Ana había vuelto a escribir, ¡genial Ana! me he alegrado. Así es más divertido e interesante. Luego he vuelto a leer otra vez(Nati divertida y maja!)y ya he entendió más los comentarios de Ana.
Y como yo, desde siempre, tengo la costumbre irresistible de sintetizar cuando leo o de quedarme con la idea principal a mi gusto; del comentario de Ana me ha gustado el ejemplo del *determinante*. Además el nombre de esta palabra ayuda más a entender lo que explicas muy bien. Yo pongo mal el determinante en mi vida, a veces creo que lo coloco perfecto y me siento contenta unos días, ¡avanzas M.! me digo, pero luego ¡zas! me veo poniéndolo mal otra vez. Esta repetición cansina…que algo tiene de ese goce malo que no termina de inscribirse dentro de uno/mí.

12 de diciembre de 2010, 1:44  
Blogger Ali ha dicho...

No sé Ana qué decir, porque te leo, y me gusta.
Te veo con mucha fuerza en tus an´lisis sobre la vida. .ue tu veo con fuerza en tus análisis sobre la vida. Me cuesta ver tu frase "estoy sola", como que nadie te escucha, ni te contesta. Yo solo quiero decirte, que no es así, que todo lo expuesto, todo lo "dicho", aporta. Tú mejor que nadie sabes que no existe la adecuación total en la respuesta que esperas.Mejor así, beso .

12 de diciembre de 2010, 21:22  
Anonymous Ana ha dicho...

M y Ali: no os preocupéis:cuando digo "estoy sola" no es que quiera que me "contestéis": lo que digo es ¿por qué no hablarán de lo que quieran, aunque no me contesten?... la sensación es de que a lo mejor estoy "cortando" la comunicación. Solo (sin acento, gracias M.)es eso.Pero ya os he entendido. Y como dice Ali: "mejor así".

13 de diciembre de 2010, 0:23  
Blogger M ha dicho...

Hay una entrada nueva de Iñaki desde ayer sobre las 21:00 horas

13 de diciembre de 2010, 14:35  

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