domingo, 12 de diciembre de 2010

Del goce y del deseo

Eolo es el dios del viento que simboliza el deseo

Freud consideró que los humanos se satisfacían mediante sus pulsiones. Y que estaban regidos por el "principio del placer", cuyo límite era el displacer y vendría fijado por el "principio de realidad", es decir que el sujeto se adaptaba a las limitaciones que se encontraba en la búsqueda del placer. Más tarde, Freud se percató que podía existir un empuje "más allá del principio del placer" (título de un escrito fundamental), que llevaría al individuo a persistir, en ocasiones, en su sufrimiento, en su desgracia, en su autodestrucción. A esto le llamó pulsión de muerte. Por tanto habría dos tendencias que regían el funcionamiento de los humanos: Eros, o pulsión de vida y Tánatos, o pulsión de muerte.
Lacan propuso el concepto de goce que vendría a unificar esos dos principios sugiriendo que el sujeto siempre goza, que sería este el funcionamiento básico de la vida, que el sujeto siempre goza, que es la condición del ser viviente. Y que el goce puede ser consciente y placentero, pero también inconsciente y acarrear el sufrimiento.
Esto explica por qué perduran los síntomas que nos hacen sufrir. Porque hay un goce inconsciente, un enganche a ese procedimiento que nos causa dolor, o pesar, pero que está fijado por un modo de operar del incosnciente que lo repite. Es lo que explica la repetición que se produce en tantos órdenes en la vida del sujeto: nos parece evidente repetir en lo que causa placer, pero resulta más extraño a la subjetividad admitir que también se repite en lo que causa displacer. El sujeto piensa que no es responsable del síntoma que causa su desgracia, que eso le viene de otro lugar. Pero ese Otro lugar es lo que llamamos inconsciente y determina nuestra vida.
La Humanidad siempre ha colocado ahí el castigo divino, o todo tipo de supersticiones, dando al síntoma la significación de algo exterior que nos domina. La revolución copernicana que opera el psicoanálisis es considerar que todo lo que nos pasa tiene en el inconsciente su fundamento.

Al nacer, el ser viviente es un cuerpo gozante, no hay más que obsevar a un bebé. El camino para hacerse un sujeto es ubicarse, entrar en el lenguaje. Pasar a ser no sólo un cuerpo, sino "Fulano", y para eso es preciso que haya una pérdida de goce, un vaciamiento en sus modos de gozar (separación del seno materno, educación de esfínteres... )que dejará una incompletud en el ser vivo que es un niño (es lo que se llama la "castración", que Freud ilustró con el complejo de Edipo). En ese vacío podrá surgir el sujeto, el ser hablante. Así se constituirá el inconsciente, con las marcas de lo vivido. Y vivirá siempre con esa falta de completud, de satisfacción total y permanente, que le llevará a una búqueda constante de los objetos de los que espera el goce anhelado. Esa búsqueda es el deseo. Lo que nos mueve, determina, empuja en los empeños de nuestra vida.
Como el objeto que se busca tiene como referencia el objeto perdido, siempre encontramos aquél que tiene su huella, pero que nunca será el mismo: para llegar a ser sujetos hablantes habrá que poder perderlo definitivamente.
En el goce vivimos mientras vivimos, pero sufriendo cuando acarrea un exceso. Con el objeto imaginamos, soñamos, lo perseguimos, y alcanzamos, a veces, la dicha, los momentos de felicidad. Pero, por la estructura del ser hablante, el objeto caduca, y el deseo relanza su búsqueda aunque sabe que nunca lo hallará del todo. Pero irá escribiendo su historia.

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30 comentarios:

Blogger Ali ha dicho...

El deseo, siempre es más fácil de ver y de entender porque siempre está unido al placer.Nos permite ejercer nuestra libertad por no estar apegados a un objeto determinado.
El goce parece que no permite tener libertad.
Cuando fracasamos, ¿qué tipo de goce es? Se me ocurre que tiene que ver según el síntoma, veo que existe la tendencia en algún caso, de que el fracaso le lleve a la pulsión de muerte, y no poder salir de ahí.

13 de diciembre de 2010, 14:50  
Anonymous Ana ha dicho...

Yo creo que he entendido lo que has explicado, Iñaki: me gustaría hablar acerca del cuerpo (lo del destete ya lo hablasteis en otras entradas, pero respecto a los esfínteres es nuevo en el blog (quiero decir que yo hace muchos años me curé, gracias a haber hecho psicoanálisis, de un estreñimiento crónico)...¿Hay más, aparte de estos dos? Me imagino que hay tantos como elementos tiene el cuerpo… y el inconsciente ¿ en qué parte del cuerpo está ? pues estará en todo el cuerpo y todo el cuerpo está “controlado” o “medio controlado” por el cerebro, por la psique, y si el psicoanalista cura la “cabeza”, la psique, con las palabras que el paciente dice, entonces es el propio paciente el que se va curando su propio cuerpo.

¿Y la dignidad? ¿En qué parte del cuerpo está? Pues me imagino que también, según cada persona… o, probablemente, en todas las partes del cuerpo… ¿Y los que fuman? Son los pulmones, y los pulmones cogen aire… Eolo, dios de los vientos, molinos de viento, energía eólica… Al final todas las “ideas” tienen una estrecha relación con todo lo físico, con el cuerpo, (porque la tierra, el fuego, el agua, y el viento, son siempre en relación a la persona humana, a su cuerpo)

Subrayaría lo de "la revolución copernicana que opera el psicoanálisis es considerar que todo lo que nos pasa tiene en el inconsciente su fundamento" y quisiera aportar (porque lo he buscado en una enciclopedia) que la obra revolucionaria de Copérnico, su obra principal, fue prohibida por considerarla una herejía. Se llamaba "De revolutionibus orbium caelestium", es decir, hasta en el título aparece la palabra "revolución".

(M. y Ali: ya sabía que había una entrada nueva pero quería contestaros, por eso lo hice en la entrada anterior, y lo de esta entrada lo quería “pensar”)

13 de diciembre de 2010, 19:54  
Anonymous Ana ha dicho...

¡Ah! También me gustaría hacer unas preguntas: ¿Eolo simboliza el deseo por el episodio con Ulises? Porque si es así, no lo entiendo muy bien. ¿Y qué simboliza Gea, la diosa de la tierra, o Hesfestos, el dios del fuego, o Neptuno, el dios del agua? Demasiadas preguntas... Pero yo, por si acaso, las hago.

13 de diciembre de 2010, 22:29  
Anonymous Ana ha dicho...

Perdón, Neptuno es el nombre latino, quería decir Poseidón.

13 de diciembre de 2010, 22:33  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

El charco, un modelo de gozar:
Los charcos eran el océano de mi barrio ("Homme libre, toujours tu chériras la mer..."), qué charcos profundos, con varios tonos y temperaturas de agua, con fondos fangosos, sedosos al principio, posesivos luego. Primero se prueba un poco con la punta del zapato y luego hay que saltar por los cabos y penínsulas, pero tras el primer traspié (deliberado, involuntario) puedes, debes entrar sin más, para que el agua cale libre y conscientemente las suelas, se meta por todos los agujeros, empape los calcetines, se embalse en la bota y suba por las pantorrillas. Qué pisadas pesadas de hombre en el mar de la luna de los charcos de mi barrio.
Entre tanto, Madre llega por la espalda y te arranca del bailar, salpicar, agitar, olear, surcar y arremolinar. Unas horas después y algunos buenos azotazos mediante, el culo reposa rojo y delicado como una amapola, la sangre corre cálida y apaciguada y el sueño tiende una sábana de quietud y perdón.

14 de diciembre de 2010, 0:03  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Ana, a mí me parece que la gracia del fragmento del cuadro que ilustra la entrada es precisamente que nos hurta a Venus, pomposilla en su concha llegando a la playa gracias a los soplidos, que es lo que nos ha puesto M. (Viar dijo que era M.): ¡Señooor, lo que tiene que soplar una todo el santo día!

14 de diciembre de 2010, 0:20  
Anonymous Ana ha dicho...

¡Ay Nati! Ese charco que tiene islas y penínsulas… ¡Y gracias por los soplidos, por soplar lo de Venus-Afrodita, cuadro que lo veo todos los días en mi lugar de trabajo y que me empeñé en decir lo de Ulises. Pero tampoco entiendo muy bien por qué Eolo es el símbolo del deseo: es verdad que es el deseo el que nos empuja o nos impulsa, pero el deseo siempre está impulsando, y, en cambio, el viento…¡ Cuántas batallas no se pudieron librar en el pasado porque no había viento y sí había deseo de entablarlas y cuántos barcos no llegaron a su destino por la falta de viento…
Ese charco que tiene islas y penínsulas… me ha impulsado a escribir lo siguiente:
Yo escribí muchísimo sobre mi psicoanálisis: porque me salía así y porque mi psicoanalista, el doctor Iñaki Viar, me animaba a hacerlo.
Voy a resumir algo de lo que escribí hace muchísimos años(saltándome los “episodios de mi vida” y “las personas que aparecen” y cambiando algunas palabras,)
“En un libro sobre lingüística que trataba sobre el estructuralismo, encontré un párrafo o que se podría resumir más o menos en lo siguiente:
" Una estructura general, compacta, tiene, a su vez, en su interior, otras estructuras completas con las mismas y/u otras características que la estructura general, y que, a su vez, generan otras estructuras completas o incompletas... de tal forma que no podemos entender ni aprehender la estructura general sin considerar a las demás, ni podemos entender ni aprehender cada una de las otras prescindiendo de la estructura general y de las demás, que incluso en el tiempo pueden ser anteriores, simultáneas o posteriores ".
No sé muy bien si era exactamente esto lo que decía el texto, pero es lo que en estos momentos creo que decía, aunque tengo la sensación de que he añadido algunos conceptos de mi cosecha.
Llevo tiempo hablando y analizando mi vida, mi "yo", mi "algo", y concretar tantas palabras, tantas frases que he dicho sería larguísimo e imposible, pero, a la vez, sin concretar, no podría desarrollar lo que quiero expresar en este trabajo. De ahí la dificultad: no se puede analizar sintácticamente una frase sin tener los elementos de la frase a la vista, y no se puede analizar una frase dicha en una sesión de psicoanálisis sin tener la frase a la vista, y, a su vez, esa frase, tanto en sintaxis como en psicoanálisis, no se puede aislar de las otras frases junto a las cuales está insertada... ( he subrayado "junto a...está insertada"), por lo tanto, tenemos que hacer el esfuerzo de, por un lado olvidando y por otro lado sin olvidar en dónde está insertada esa frase, aislarla y analizarla: en sintaxis es fácil, porque no solamente tenemos nombres para cada uno de los elementos de la frase (sujeto, verbo, complementos).
Y así toda mi vida está relacionada como sintácticamente, y, curiosamente, a pesar de que mi vida, como la de todo el mundo, transcurre a través del tiempo, apenas me salen oraciones temporales; los episodios de mi vida, en lugar de estar relacionados por nexos temporales, parece que simplemente están relacionados por algunos nexos causales, pero, sobre todo, son aposiciones, explicaciones o adjetivos.
Pero, a medida que voy analizando otras cosas, las ya analizadas, se asientan de otra forma, como que establecen otras relaciones con los nuevos episodios que van surgiendo y sirven como de puente para enlazar los nuevos episodios con los viejos (no he dicho los anteriores con los posteriores, porque psicoanalíticamente, en lugar de hablar de "tiempo", es decir, de conceptos como "anterioridad, simultaneidad o posterioridad" prefiero hablar de episodios nuevos o viejos atendiendo al momento en que han surgido en las sesiones, no al tiempo cronológico de mi vida. Pero, además, una vez que han surgido, incluso pierden el concepto de "novedad", y están todos en un mismo plano temporal.

14 de diciembre de 2010, 21:57  
Anonymous Ana ha dicho...

Esto lo escribí hace muchos años, y el poder escribirlo aquí es como una liberación.
Creo que lo que he escrito es un poco como el principio de lo que dice Iñaki en la entrada, que “El sujeto piensa que no es responsable del síntoma que causa su desgracia , que eso le viene de otro lugar. Pero ese Otro lugar es lo que llamamos inconsciente y determina nuestra vida.” Por supuesto que sólo es el principio, pero es que no me cabe más aquí, y además ya es suficiente por hoy, aparte de que tampoco sé si tiene interés decir solamente el principio, pero tampoco voy a empezar por el final, que , por cierto, aún no sé cómo “resumirlo”, ni tampoco sé si tendrá interés.

14 de diciembre de 2010, 22:04  
Anonymous Ana ha dicho...

Ese cuadro de Boticcelli es precioso... Me gusta mucho.

14 de diciembre de 2010, 23:18  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Iñaki, gracias por tu buena entrada para aclararme de lo que es el deseo y el goce.Me he hecho muchas risas porque me he acordado de lo que dijo Freud una vez acerca de que "no basta con comunicarle al paciente lo qué le pasa" o algo así... A mi me ha pasado esto.En el momento que se ha dicho, que se ha tapado mi demanda, pues, ¡que ya no tenía nada más que decir...! Pero aquí estoy otra vez para participar en este blog.

17 de diciembre de 2010, 12:59  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

El monje de Mount Baldy llamado Leonard Cohen (que cité en la entrada pasada, a propósito del mensaje de Anónimo que aludía a la solución budista para el fracaso del deseo), escribió estos versos en el poema que abre su Libro del Anhelo:
"Deseo es el caballo / Depresión es el carro".

Entre la estampa del tren como pórtico de la primera entrada y el viento que empuja a la diosa, este blog está lleno de imágenes que evocan el movimiento para expresar el deseo. Tanto el nombrar el deseo como ingeniarle una figura supone también, necesariamente, separarlo de quien somos. Entonces, yo pongo aquí el caballo de Cohen, y quiero precipitar la escena y figurarme al caballo enfermo, famélico (casualmente, etimología de jamelgo), desfalleciente.
Si el caballo se ha desplomado, al viajero se le presentan dos opciones: a) entregarse a la extenuación (¿cuál es el goce de la parálisis?); b) montar al equino en el pescante y tirar del rucio y de la carreta. ¿Cómo hará el hombre para tirar de su deseo enfermo, subido al carro de la más negra inmovilidad?
Un poeta bilbaíno decía que le quedaba la palabra: o sea, nuestro protagonista sonámbulo aún podría caminar en pos de la palabra. Y ese es el único truco que yo me sé; como los demás aquí, pues está claro que en este blog creemos en la curación por la palabra, pero tal vez nos referimos sobre todo a la palabra propia. Yo ahora me refiero a la palabra ajena.
Una de las cosas que me ha interesado del escrito de Ana (Ana, ¿lo has quitado?, si no te gusta que lo recuerde lo siento, pero me ha parecido un asunto clave) es la amenazante posibilidad de concebir todo diálogo como monólogo. Lo que dice tiene mucho sentido, pero quiero mirar el envés, pues solo hay palabra si hay interlocutor, aunque sea imaginario. Toda palabra, incluido el soliloquio, tiene en el intercambio del diálogo su razón de ser. Estamos hechos de palabras, las palabras nos sustentan, las palabras de los otros. Hay frases sólidas como el pan y que embriagan como vino, nadie necesita más ni hay nada mejor. Hay frases milagrosas celebres ("levántate y anda") y sencillos prodigios privados tan cortos como "mira" y "escucha".
Si estamos hechos de palabras, y solo somos el caballo, mi propuesta es alimentarle con sílabas frescas (y, estoooo, agua de charcos hondos -ay, que viene mi madre-).

17 de diciembre de 2010, 23:23  
Anonymous Ana ha dicho...

Sí, he quitado el comentario porque ése ha sido mi deseo:

Yo estoy en Wikipedia, gozando con el precioso cuadro que nos ha traido M. y gozando con el análisis que hacen del cuadro...
Lo copio aquí:
"Análisis del cuadro"
"Según cuenta la leyenda Venus, diosa del amor, nació de los genitales del dios Urano, cortados por su hijo Crono y luego arrojados al mar. El título de la obra no es, por lo tanto, exacto, ya que el cuadro no representa el momento del nacimiento de la diosa, sino que muestra la llegada de Venus, sobre una concha, a la playa de una de las islas que tradicionalmente se le dedican, como Chipre, Pafos o Citerea. La diosa es empujada por el soplo de los dioses alados, entre una lluvia de flores.

Desde los tiempos de la Roma clásica no se había vuelto a representar a esta diosa pagana desnuda y de tales dimensiones: el desnudo femenino, considerado pecaminoso en el arte medieval cristiano, se recupera en el Renacimiento como símbolo de inmaterialidad. Esta Venus no representa el amor carnal o el placer sensual sino que, con su postura y sus facciones finas, se acerca más al ideal de inteligencia pura o saber supremo. Venus sustituye a la Virgen, expresando una fascinación hacia la mitología común a muchos artistas del Renacimiento.

Una de las Horas o Ninfas que espera a la diosa en la playa, para cubrirla con un manto rojo con motivos florales. Se cree que se trata, específicamente, de la Primavera, la estación del renacer. Lleva un traje floreado: es blanco y está bordado de acianos. Un cinturón de rosas rodea su cintura y en el cuello luce una elegante guirnalda de mirto, planta sagrada de Venus y símbolo del amor eterno. Entre sus pies florece una anémona azul.

El que la ninfa tape con su manto a la diosa es señal de que los misterios de Venus, como los del conocimiento, se encuentran ocultos."

Miradas ajenas, imágenes ajenas, palabras ajenas... ¡Madre, Hija, Abuela,... Qué bello!

18 de diciembre de 2010, 16:26  
Blogger Ali ha dicho...

Nati: impresionante exposición la del charco, me gustó mucho tu "manera" de decir sobre el deseo-goce.
Hoy estoy tremendamente..(no encuentro el adjetivo que lo adecúe totalmente porque seguramente no existirá)pero mi hijo de 19 años, ha sufrido esta noche una agresión, que me ha hecho pensar sobre nuestro tema de esta semana.
El canalla, es la figura de quien se deja llevar únicamente por su goce,sin tener en cuenta al otro ni a la ley. No quisiera ponerme ni blanda, ni mojigata, pero hoy en día lo que impera es la violencia, la violencia sin consecuencias, la violencia sin discurso, la violencia que intenta tapar las decepciones de los jóvenes, porque cada vez se intenta colmar el deseo, de una manera violenta y rápida.
Lacan decía que el deseo siempre es deseo del Otro, el goce, no es goce del Otro, no hay intercambios con el Otro (impide pensar, hablar)..y acabo con Lacan diciendo que el bien tiene que ver con el deseo, cuando se conjuga con el goce y por tanto con el amor,y para eso es necesario que el goce haya sido rechazado, separado del cuerpo (de la madre) por el Otro del significante y de la ley.

18 de diciembre de 2010, 23:24  
Blogger Ali ha dicho...

"Hay gente que no merece vivir en sociedad".
esto es lo que he sacado de esa ira que tenía él mismo y que le impedía serenarse.
El deseo "calma". el goce desconcierta.

18 de diciembre de 2010, 23:59  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

19 de diciembre de 2010, 0:06  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Cuando te conviertes en madre (seguro que es parecido en padre) te haces falsa madre de un montón de falsos hijos, que son todos los que te duelen y te oyes llamar porque te duele, como me pasa a mí con el tuyo ahora.
El Señor del Lugar de la Importancia dijo hace poco "Es que el mal existe", y me parece que lo que cuentas es un caso de mal, que existe. También dijo "El odio es una forma del amor", y, Ali, tus palabras no traslucen odio, pero mirando lo que sentiría cualquiera y también yo misma, creo que es muy importante apartarse del odio al agresor. Para que en ningún caso pueda llevarse un pedazo de ti, alejarle de tu mente y confiar en que la ley esté para resarcirte, que la ley esté en el lugar al que no ha llegado la Ley de Lacan.

19 de diciembre de 2010, 0:10  
Anonymous Ana ha dicho...

¡Ay Ali! Sí, haz eso, confía en eso.Yo también soy madre y sé lo que duele. Sí, hay gente que no merece vivir en sociedad. Un beso.

(Estaba yo en la isla del cuadro y de repente he visto una avioneta: me he subido en ella y he comenzado a despegar hacia el cielo mientras veía cómo la isla se iba empequeñeciendo y el paisaje iba tomando otra perspectiva: aquí una península, allá un cabo... todo cada vez más pequeño... y no era el océano lo que estaba viendo: era un charco, un charco precioso, y una niña que jugaba en él.)

19 de diciembre de 2010, 10:23  
Blogger Iñaki Viar ha dicho...

Querida Ali, te envío un fuerte abrazo. Y haces bien en poner palabras a tu indignación y la sensación de absurdo que te produce el hecho que nos cuentas.
Hoy vemos cómo el cuerpo hace de límite (para agredirlo o agredirse) de lo que es imposible que pase a la palabra: precariedad simbólica que impide "decir", y consiguiente desesperación que empuja al acto mortífero.
Tu comentario, Ali (y también los demás) es una buena ilustración de mi entrada. Del distinto tratamiento del goce y del deseo.

19 de diciembre de 2010, 19:15  
Anonymous maite ha dicho...

Ali, siento mucho las malas horas que estas pasando.Espero que tu hijo se encuentre bien. Un beso

19 de diciembre de 2010, 21:30  
Blogger Ali ha dicho...

Lo 1º,agradereros un montón vuestras palabras.
Después, ya poder expresar cómo algo "anormal" en la vida, se pueda llegar a ver como normal.
Frases como "esto es lo normal de todas las noches" "podía haber sido peor" "con el alcohol y las drogas que consumen"hace que no pueda verse las consecuencias que puede acarrear una agresión incontrolada-
Nos dice Iñaki, que el cuerpo hace de límite de lo que es imposible que pase a la palabra, y veo que el cuerpo no lo es todo en ese momento; el dolor que supone ver una cara desfigurada es muy fuerte, pero lo es más el dolor que supone, pensar cómo ocurren los hechos, cómo ha vivido él en soledad las horas del hospital, la amargura, la decepción, y su verguenza.
Por mi parte, decir que mi dolor sí que era como si me hubiesen arrebatado una parte de mí misma, por la impotencia que supone no estar para defender lo "tuyo", por no aceptar del todo que ya él no depende todo de mí. un beso y gracias.

19 de diciembre de 2010, 23:34  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

La bestialidad, el goce de la bestia muda nos deja a todos también en silencio.
He estado pensando en el silencio que puedo sentir ante el dolor de Ali, y creo que es sencillamente respeto. Y me he puesto a pensar en el respeto, una de esas palabras abusadas y a menudo más esgrimidas que experimentadas: qué es exactamente el respeto. Creo tener un sentido del respeto mal definido y también particular, porque tal vez no coincide con algunos usos frecuentes, sobre todo en lo que se entiende por respeto de palabra y sobre todo a las palabras; y las palabras también agreden, se llama por algo agresión verbal al insulto.
Más allá de la definición del diccionario, considero que el significado de respeto es básicamente prohibición, límite. (Aquí se ha hablado un motón de veces de límites pero yo he tenido hasta este momento castigado al término, de rodillas y cara a la pared). La violencia física en los críos, incluso la pequeña o anecdótica, a mí como madre me ha hecho sufrir bastante, por cosas que ahora me parecen tonterías. Un compañero (que no tiene hijos) me calmaba diciendo "es un juego, son cachorros, ¿no has visto cómo se muerden los gatitos?", etcétera. Nunca fui capaz de vivirlo así; yo me recuerdo adiestrando a mi hijo cuando era una bestezuela de un metro (juro que después de reflexiones continuadas): "No se pega, se insulta". No pido aplausos por la frase; entonces me parecía que permitía conjugar cosas muy importantes: expulsar la furia que otro provoca (y puede excitarla incluso con su mera existencia) y mantener una prohibición sobre el cuerpo ajeno.
Como Viar habla del límite del cuerpo ("el cuerpo hace de límite de lo que es imposible que pase a la palabra"), he visto que si el cuerpo es un límite tendrá que ser el objeto de la prohibición radical, una que tiene que cumplirse con respecto a todos y cada uno. Que no creo que signifique en absoluto que todos tenemos que ser respetados, ni globalmente ni en nuestros hechos ni en nuestras palabras, pero sí en cada cuerpo. Cuando decimos respetar a una persona, el sentido cambia y, sin embargo, esa expresión comparte la idea básica de prohibición, tal vez prohibición de juicio que uno asume de grado ante las personas de su respeto (y ellos sí, tal vez podrán hacer cosas horripilantes, como leer El Mundo, por ejemplo, y seguirán manteniéndose intocables en mi corazón). Pero el respeto al cuerpo tiene que darse ecuménicamente como límite infranqueable del goce. Estoy convencida de que puede haber otros límites, pero este es primordial y sagrado.

Lo que digo es evidente y resultará una obviedad, pero a mí el psicoanálisis me sirve para conquistar vocabulario muy muy básico (y sin límite).

22 de diciembre de 2010, 0:27  
Anonymous Ana ha dicho...

¿ E insultar respecto al "cuerpo"?, es decir, el racismo, el machismo, la xenofobia, la burla ante una invalidez, o poca validez física o intelectual (que también es física) o ante un defecto físico... utilizan palabras que hieren profundamente, que "tocan" al cuerpo, aunque no toquen físicamente... Lo mismo que las palabras cariñosas, comprensivas que tocan al cuerpo directamente (un beso, un abrazo, una palabra cariñosa, etc...) también nos "tocan", nos gustan, nos reconfortan. ¿En el insulto también está como límite el cuerpo? ¿Al final el cuerpo es el límite tanto físicamente como en el lenguaje? Estoy de acuerdo contigo, Nati,y contigo, Iñaki, en que el respeto al cuerpo tiene que darse como límite infranqueable... pero ¿solamente físico, o también en el lenguaje?
(Ali: espero y deseo que estéis mejosr, tanto tu hijo como tú. Un beso.)

22 de diciembre de 2010, 15:49  
Anonymous Ana ha dicho...

No: tenéis razón: yo creo que es el cuerpo el límite.

22 de diciembre de 2010, 18:58  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

En la reflexión que yo me traigo sobre el concepto de respeto, despojado de inflación verbosa y entendido radicalmente como prohibición esencial, veo claramente su sentido con respecto al cuerpo ("Noli me tangere"), el cuerpo ajeno como espacio sagrado. (Para mí, también el dolor ajeno tiene a veces algo de sagrado, como era este caso, y por eso empecé a pensar en el asunto). En cambio, las palabras, que no son inocentes y que construyen el bien y el mal, no pueden ser terreno de una prohibición de la misma naturaleza, sino solo de libertad y por tanto de responsabilidad. Es mucho menos sencillo de lo que hago ver al reducirlo a unas frases, pero cogiendo el asunto muy concreto de la agresión verbal, creo que hay libertad y responsabilidad tanto en la víctima como en el victimario. Recuerdo todavía a Palomo Linares a punto de liarse a golpes con Paco Camino porque este le había llamado "muchacho". Mientras que "hideputa" corre alegre por las páginas del Quijote y vive cariñosamente en las bocas de los gaditanos, según dicen. Ante la agresión verbal uno siempre puede optar por hacerse a un lado (se contesta, por ejemplo, "ladra chucho que no te escucho", o "eso lo será tu padre" y otras cosas buenas que aprendemos en la Escuela Superior de Altos Estudios Arrabaleros).
(Ana, esto son retoños de mi magín; Viar ya sabes que pensará exactamente lo que le parezca, que por lo que yo sé de él, es su realísima costumbre).

22 de diciembre de 2010, 22:06  
Anonymous Ana ha dicho...

Totalmente de acuerdo en todo, absolutamente en todo lo que dices, Nati. Por eso me había retractado en el comentario anterior: pero tú lo has expresado perfectamente. Además yo creo que en lo que dices está el quid de muchas cuestiones, incluso de mi propio psicoanálisis. Increíble cómo en unas pocas líneas has podido decirlo todo tan claro y tan contundente, como se deben decir las cosas.

22 de diciembre de 2010, 22:53  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Ana, esto va a ser que vamos a las mismas aulas de la Academia Copérnico, pero te quiero advertir que con la claridad de las palabras yo me hago un trajecillo vistoso, cuyos bajos arrastro y piso todo el tiempo, y que me aprieta un horror en las axilas. Porque los sentidos más reales de libertad y responsabilidad (ya sabes, los temas superhueso de la Academia Copérnico) se me vuelven entre impenetrables e imposibles, aunque los conceptos me atraigan fatalmente y revolotee siempre alrededor, como las polillas en las bombillas.

23 de diciembre de 2010, 12:58  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Sí, yo también voy a las mismas aulas.Desde los tiempos remotos, los humanos nos hemos hecho las mismas preguntas, de lo que acontece,de las cosas que pasan,nos pasan.También hemos buscado respuestas de muchas maneras, con la filosofia, con el budismo, con las religiones con la poesía, con la escritura, la danza, en el cine, en la literatura... Hay muchas maneras de hablar y decir lo mismo.Los conceptos psicoanáliticos
para mí son dificilis de entender.Pero me gusta ese saber.Yo pedía el otro día más discurso psi.Me equivoqué en el sentido que quise darle como concepto.Ahora pienso que para mí pedir discurso psicoanálitico en la sociedad, es pedir otra cosa en la medida que el psicoanálisis apela a la responsabilidad, al límite y a la ética del sujeto.

Un niño le pegaba a mi hijo cuando era pequeño.Cuando no pude más fui a hablar con el padre del otro niño.Me dijo: !bah¡ nahi gabe, (Es sin querer)Aún me puse más loca.


Beno Zorionak eta urte berri on. Muxus

23 de diciembre de 2010, 15:43  
Anonymous Ana ha dicho...

(Eskerrik asko eta muxuak zuri, Anonimori, eta urte berri on, ere bai.)

Yo creo que todos estamos en las mismas aulas: Nahi gabe (sin querer)! Eso es lo que yo creo que dice Iñaki Viar en la entrada: que lo que mueve nuestras acciones (y nuestras palabras) es el inconsciente y esa, creo yo,es la revolución de Copérnico, que creemos que no tenemos responsabilidad cuando es nuestro inconsciente el que nos impulsa a agredir al cuerpo del otro, que creemos que ha sido el otro el que nos ha dado el motivo para agredirlo! Y después decir:¡Lo he hecho sin querer!

(Nati: a ti todos los vestidos te sientan estupendamente, y puedes llevarlos a cualquier aula, escuela o academia)

23 de diciembre de 2010, 16:42  
Blogger Ali ha dicho...

Recuerdo, leyendo lo que ha escrito anónimo, una clase con Iñaki, que hablabamos un poco sobre este tema, si el psicoanálisis apela a la responsabilidad y a la ética del sujeto, el psicoanálisis tiene los días contados, y de hecho, está claro que no tiene muchos seguidores.El ponerse a pensar, el esfuerzo. el respeto,,y añadiría otro concepto que me parece fundamental, la justicia e injusticia son cosas para dejarlas a un lado, porque resultan muy incómodas. Me gusta Ana tu frase "lo he hecho sin querer" porque puede ser una frase hecha y como tal es dificil reparar en ella,y que claramente nos muestra la falta de responsabilidad.

23 de diciembre de 2010, 22:17  
Blogger Ali ha dicho...

Todos tendemos a defender a nuestros hijos, la justicia es un concepto dificil de entender.
No existen agresiones justificadas, pero sí existen ajustes de cuentas, por causas justas ó injustas, por eso como bien dice Nati, las aulas copernicanas están tan dificiles de entender..y hace falta demasiado esfuerzo

24 de diciembre de 2010, 10:42  

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