jueves, 5 de enero de 2012

La nocturnidad de los Reyes Magos


A los mito, como a los cuentos y las leyendas, hay que interrogarles. Nos pueden proporcionar conocimiento sobre la condición humana, pues los mitos son saberes concentrados transmitidos a través de siglos o milenios por las generaciones. Y transmiten en forma cifrada, metafórica, cuestiones esenciales de las relaciones entre los sujetos. Por ejemplo lo prohibido y su sentido. Los mandamientos religiosos y las doctrinas son para quienes ya tienen "uso de razón" (hoy ya no se emplea esta expresión pues sería complicado establecer su edad correspondiente), pero para cuando lo estudian ya saben lo fundamental porque desde niños han recibido la transmisión oral de estos mitos. Porque lo fundamental en la condición humana no se transmite por enunciados explícitos, no es una instrucción, se transmite mediante referencias con elipsis y metáforas, en decires que anudan sentidos sobre lo indecible.
Hoy, gracias al psicoanálisis, estos mitos y cuentos infantiles son fáciles de descifrar. ¿Por qué los Reyes actúan de noche? (A mí me desesperaba cómo era posible que en una noche trajeran juguetes para todos los niños del mundo) ¿Por qué los niños no pueden verles, bajo pena de quedarse sin regalos? Además deben estar dormidos cuando los Reyes lleguen. Vemos claramente de qué es metáfora esa grave prohibición de verles lo que actúan por la noche: el goce de los padres debe permanecer oculto a los hijos. En ese secreto se basa la familia. Los niños siempre saben que los Reyes son los padres, o mejor, que los padres son esos seres todopoderosos cuyo secreto, la práctica sexual, es algo traumático que debe quedar velado.
A cambio de aceptar dormirse tendrán sus regalos. Esos objetos cuyo valor se basa exclusivamente en ser signo de amor. Para que los niños sepan que aunque sus padres tienen otros goces no se olvidan de ellos, no los dejarán caer nunca, y que de su actividad nocturna, de allá donde ellos han venido, siempre se desprenderán unos restos que son para ellos. Prueba de que a sus padres no les bastó con gozar del sexo y de que necesitaron traerles a ellos. Desde luego que es para alegrarse. Es incluso la alegría perfecta: recibir un regalo sin sujeto que lo regale, gratis et amore, sin deuda con el otro, por el simple hecho de ser. Es la alegría posible por la elipsis de los padres. Y los regalos, más allá de juguetes, son las palabras de amor con que se contó la vieja historia de los Reyes.
Les deseo que les traigan los Magos de Oriente lo que no se merecen. Será la mejor prueba de que les quieren...

10 comentarios:

Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

A todos los niños de las diferentes décadas.

Nota Bene, et anche Benissime: Si aquestos Astrólogos o Nigromantes Levantinos citados (y tantoooo, a veeeer, ¡venga, Magooos!) no dieran en traeros nada (rien de rien), ni cosita alguna ella (nothing at all), es sola-y-únicamente porque ¡os merecéis TODO! (Vid. Viar, palabras finales, de las que rectamente esto se deduce. Bien es verdad que él habla así, a veces, medio oscuro; pero ya he hecho yo el análisis paranoico-crítico de este texto, y está superclaro: no mosquearse, nada es lo más).

6 de enero de 2012, 1:18  
Anonymous anonima ha dicho...

Sr Viar, se le olvidó nombrar el carbón. A l@s malos los reyes les traen carbón

6 de enero de 2012, 9:20  
Blogger Iñaki Viar ha dicho...

Gracias a vuestras mercedes, señoras mías, por sus comentarios.
Querida Anónima,no se sabe de ningún niño a quien le hayan traído carbón. En todo caso de algún niño a quien no le hayan traído nada.
Querida Elefanta, la verdad solamente se puede decir a medias, o sea, medio oscura. Y luego se escapa, como el agua de las manos. Como usted dice: no mosquearse porque todo no existe.

6 de enero de 2012, 11:34  
Anonymous anonima ha dicho...

Sr Viar, tiene razón. Yo tampoco se de ningún niño a quien le hayan traido carbón. Este cuento me lo contaron de pequeña.

7 de enero de 2012, 9:05  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Una vez vi un documental sobre unas tribus de Oceanía (ya sé que Oceanía es muy grande, es más grande que Bilbao; pero es que no me acuerdo bien), que contaba que aquellos oceanienses tenían como encargo y misión de sus vidas componer un regalo para un vecino de otra tribu (vecina) cuya entrega se realizaba en el pedazo de ceremonia correspondiente. En ese deber de ciudadanía, costoso en todos los sentidos (años y trabajo, pasta de la de ellos), se jugaba el valor social de la persona, toda su importancia y la consideración que merecía. Por otro lado, el presente del que uno mismo era acreedor constituía una trampa temible, pues cuanto mejor y más gordo, más obligaba luego, con una deuda que se convertía en hereditaria. Lo he recordado al pensar en la frase de Viar, porque se entiende así tan bien: "recibir un regalo sin sujeto que lo regale, gratis et amore, sin deuda con el otro, por el simple hecho de ser". Es, como él dice, una alegría pura, yo creo que es también la maravillosa alegría de los dones más o menos naturales: la salud, el sol en el cielo, haber nacido en el Primer Mundo.
Y me he acordado asimismo de una vez que oí a García Calvo (en la radio, La Barraca, radio 3, qué tiempos) en pleno ataque de rigorismo moral, clamar contra el regalar: regalar es comprar, decía, ¡prostituir! Qué fuerte. No sé, a mí la prostitución no me parece tan mal como para que su mera mención anule mi juicio y me haga detenerme espantada. Es decir, querría mejor saber de qué hablamos. Yo creo que se regala por muchas razones, a lo mejor todas es la misma, igual no. Había un anuncio muy grasioso en que un desconocido, movido por un impulso, regalaba flores a una titi, ya no me acuerdo si por la colonia o por la compresa (pero tal vez para la merita prostitución, mucho ojito).
No me importa aceptar, si es menester, que hay interés y deuda como motivo y posible efecto del obsequio, el "do ut des" ('doy para que des', ya se sabe, dar para recibir) del regalo. Dice el diccionario (ños, qué pesadiña me pongooo) que esta locución latina se emplea "para indicar que la esperanza de la reciprocidad es el móvil interesado de una acción".

Bueno, y a quién le interesa el desinterés.

7 de enero de 2012, 22:06  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Postdata sobre el Tema Carbón:
Dis-cre-po. Todos los niños sabemos que el carbón existe y espera: hay toneladas de carbón, camiones eternos de carbón negro, polvoriento e incombustible rugiendo en las autopistas de nuestra decepción. Si no lo digo me ahogo.

7 de enero de 2012, 23:59  
Blogger M ha dicho...

Me ha gustado mucho la entrada Iñaki. Los Reyes Magos…!qué recuerdos! los míos de cuando yo era pequeña y también con el amor que le hemos puesto siempre los regalos a mi hijo. Con cuidado, primero escondidos en casa en un armario para que no los viese, antes claro…pensar qué era lo que le podría hacer ilusión que le trajesen, escribir la carta con él… Luego ir a la cabalgata, buscar el lugar perfecto para que nuestro hijo los viera bien, su padre teniéndolo encima con los piececitos colgando sobre el cuello… su cara mirando la cabalgata y nosotros enseñándole cómo se hace, ¡llama a Melchor, a Baltasar! (nunca he sido de Gaspar a pesar de ser la de en medio)
Volvíamos nosotros reventados…pero felices y él lleno de preguntas: ¿Ya estarán en casa? No, no, todavía es pronto irán a otras casas antes.
En fin…momentos de dicha y mucho amor.
Ahora después de leer esta entrada es la primera vez que me cuestiono porqué le descubrí tan pronto la verdad a mi hijo, ahora lo veo de otro modo, en ese momento quizás estaba aprendiendo a ser madre y quería hacerlo todo muy, muy bien (como Merche, va por ti Elefanta me gustó mucho tu comentario)

9 de enero de 2012, 21:25  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

M., me recuerdas muchas cosas. Además de a la cabalgata, durante cinco o seis años llevé a mi hijo a la entrega de la carta al Cartero Real (al que por un inocente a la par que desagradable lapsus, llamaba continuamente "Pajero Real", cruce entre paje y cartero). Esperábamos una cola de varias horas, pues asistía al evento casi toda la infancia municipal censada. Al llegar, sentaban al niño en la rodilla de raso de un Cartero empelucado y muy teñido, aunque con bastante acento regional también. El mío no solía ni mirarle, me miraba a mí o al infinito, a su infinito cansancio y angustia. Remataba el acto una sacada de foto, y yo las tengo todas: "Mira qué cara de susto tienes en esta, y en esta; y también en esta ... y en esta". Es que en ese punto, probablemente el niño más que un flash, esperaba o deseaba una bala y que por fin acabara todo. Pero su madre, en la asignatura "Protocolo Infancia Feliz", aspiró a sacar un Mercedes Fernández con nota. Y no hay nada que se interponga entre una madre y su deseo de hacer feliz a un hijo.
Creo que este niño que digo había cumplido ya los once cuando se atrevió a decirme "Los Reyes son los Padres". Lo pensé un poquito y le respondí, "Mmmm. Yo también he oído eso". Luego proseguimos el diálogo en silencio, y mientras él, con la mente, me gritaba: ¡Dímeloooo!; yo, con la mente también, le tarareaba "El dulce lamentar de dos pastores, Salicio juntamente y Nemoroso, he de cantar...", ¿o prefieres "Un soneto me manda hacer Violante"?; es todo lo que me vas a sacar, orejas de nata; me muera.

11 de enero de 2012, 14:25  
Blogger Ali ha dicho...

Yo, también recuerdo los Reyes Magos, la ilusión tan grande, por lo mágico de la fiesta, casi no se podía uno dormir con esa mezcla de ansiedad y miedo a la vez.
Con el tiempo,pasada esa 1ª decepción, es necesario buscar "esa magia soñada", y cambias la figura de el Rey Mago por la de "otra" que puede ser tu padre,madre,abuela..que pueda perpetuar el momento de nuestra niñez, y hace que el regalo sea un objeto más de lo que uno pueda desear.
Hoy en día veo a mi hijo(15 años),que duda en sus deseos, y que acaba pidiendo, por miedo a que no se haga realidad, pero dejando una puerta abierta a la sorpresa.

11 de enero de 2012, 14:42  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Mis hermanos mayores, para gozo de mi madre, juran que los vieron.

Yo soy creyente -soy creyente- en los Reyes Magos pero no en mentir a un niño. Prefiero ser paje de del RRMM, en recuerdo de los tesoros que abrieron a Jesús en Belén. y que ellos lo acepten.
No me convence ni un poco que los niños aprendan a mentir enseñados por sus propios padres.

22 de noviembre de 2018, 20:38  

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