sábado, 17 de septiembre de 2011

Un toro llamado "Ratón"


Lo leí hace algún tiempo en la prensa: un toro llamado Ratón había matado a una persona en uno de esos "encierros" que se despliegan por nuestras tierras en verano. También decía la información que este toro "se cotizaba" mucho - supongo que se refería a que pagan mucho por tenerlo para el encierro, pero aún se iba a revalorizar mucho más porque era ya el segundo humano que mataba. Pensé: ¡qué país!, en plan intelectual humanista noventayochista. Pero he aquí que el otro día, estaba haciéndome algo para comer cuando oigo por tele : "el toro Ratón ..." Era un reportaje en el telediario sobre los éxitos de esta famoso animal. Repetía que había matado a no se cuantos y que iba un montón de gente a los sitios donde lo soltaban.
Escribió Freud, por 1920, que en el humano debía considerarse la existencia de una pulsión de muerte. Que se derivaría del propio destino de todo lo orgánico que no es sino la muerte. Lacan dirá que el goce, constitutivo de lo humano, contiene la pulsión hacia el objeto, lo erótico, el amor y la pulsión de rechazo, de destrucción de objeto. Pulsión de muerte. Y hay el placer en lo mortífero. No solo en los horrores de la historia, sino en la vida de cada uno ¿ de qué si no se alimentan los síntomas que padecemos? De lo contrario todos seríamos felices siempre. Es la idea del cielo. Y de la eternidad.
Como apunta doña Elefanta en su último comentario, se trata de un debate inmenso. Quizá el más importante del pensamiento humano. Porque la cuestión del Bien y el Mal hay que llevarla sobre esa "doble" condición humana.
El placer de la gente en fiestas con el toro "Ratón" es un puro goce con la pulsión de muerte. La mayoría consideran un Bien disfrutar de la fiesta. Que sea el juego con la muerte... es otra cosa, nos lleva a el factor histórico y cultural de la moral de cada época, que cambia...
Unos disfrutarán mirando a ver si mata a otro, aunque sin decírselo a sí mismos. Otros se apasionarán con el riesgo de que les mate el toro... cada uno desde sus fantasmas.
En la fiesta de los toros todo eso se hace con un "aparato simbólico", con el arte de torear. Hay el riesgo de muerte, pero hay un código que fija unos parámetros al juego. En los pueblos es a lo salvaje, vale todo. La pulsión de muerte está más a flor de piel. Es el tratamiento simbólico de la pulsión de muerte mediante normas, códigos, etc., lo que la "humaniza". Las reglas de las guerras, cuando se cumplen...
No olvidemos que el Bien nos satisface y el Mal nos desagrada. Y que eso cambia en la cultura.
No estoy seguro, doña Elefanta, que quienes construyeron la torre de Canterbury, o las pirámides, fueran menos dichosos , o más desgraciados que nosotros, ciudadanos del siglo XXI.
En todo caso, tras Auchswitz, que realizó lo impensable, es preciso proseguir el discurso sobre nuestro Bien y nuestro Mal.


2 comentarios:

Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

¡Ay, Señor, yo haciendo empanada de sofismas y va y me saca al ruedo! (Viar, por favor, ¡con estos pelos de Medusa que se me estaban poniendo!).

Pues ha elegido un ejemplo radiante para mí, porque esta misma semana, dormitaba un día ante la tele y salió una noticia sobre un torero que se llama Morante de la Puebla. (¿A que tiene nombre de caballero andante?)
Decían que había cortado dos orejas en Vistalegre, que se preparaba para despedirse de la Monumental. Y salían algunas imágenes, triunfante Morante, sucinto, sereno y hermoso torero. Respondía a algunas preguntas, por ejemplo, qué había ambicionado de la feria de Bilbao. "Salir vivo". Qué pensaba de los antitaurinos. "Les entiendo". Le hablaron de la estética, y respondió "prefiero la belleza". Grande era ya mi embebecimiento, pero al verle fumar un habano en el burladero, así, con la mirada algo perdida, caí completamente en trance definitivo de adoración por Morante. Morante y el tigre de Borges, que son tres: el que ruge en las selvas; el descrito, hecho de la memoria de palabras y símbolos; y el tercer tigre:
"Un tercer tigre buscamos. Éste
será como los otros una forma
de mi sueño, un sistema de palabras
humanas y no el tigre vertebrado
que, más allá de las mitologías,
pisa la tierra. Bien lo sé, pero algo
me impone esta aventura indefinida,
insensata y antigua, y persevero
en buscar por el tiempo de la tarde
el otro tigre, el que no está en el verso."

(J.L. Borges, de "El otro tigre", en El Hacedor, 1960)

(P.D. ¿No es este un poema lacaniano en su concepción de la trinidad tigresa?)

18 de septiembre de 2011, 2:16  
Blogger Ali ha dicho...

Un saludo a todos los del blog, se nota que el descanso del verano, ha hecho que cueste un poco más retomarlo, como si se tratase de un nuevo curso que comienza.
Ya habíamos hablado algo sobre las pulsiones, pero hablar directamente sobre el bien y el mal, como condiciones de la vida humana, se hace un poco más complicado.
El placer en lo mortífero, me hace recordar al tema tan repetido, como es el de la castración, no llegar a ser lo que el otro quiera que sea,y que produce negación, destrucción, en definitiva que conlleva un cierto placer en lo mortífero, un sufrimiento.
Por otro lado me llama la atención la relación con la persistencia del sufrimiento a la curación, porqué se agravan los síntomas de un paciente, cuando debían mejorarse dentro de una terapia, cuantos intentos de suicidio que aparecen después de un diálogo con su paciente, al que se le cuestiona por la muerte, y al día siguiente acaba haciéndolo.
¿pulsión de muerte?

20 de septiembre de 2011, 14:40  

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