domingo, 25 de septiembre de 2011

Una mirada



Va de arte la cosa. O, más bien, de mi punto de vista arbitrario, elitista, totalmente subjetivo respecto a las cosas que dicen ser arte. Y viene a cuento de que tengo que soportar, desde hace unos días, la presencia de una escultura en la Gran Vía bilbaina. Digo que la tengo que soportar porque está muy cercana del lugar donde trabajo. O sea que la tengo que ver casi cada día. Y hoy me he decidido a contarles mi queja por ello.

Se trata de "Carmen despierta", una escultura del célebre pintor Antonio López. Está ahí, sobre una peana de hormigón sobre la acera. Y sobre los transeúntes, que se paran, leen el cartelito de la base, fotografían a la niña con sus móviles y comentan con expresión circunspecta - se trata de arte - sus impresiones.

Pues se trata de una niña, lo que es muy obvio pues lleva pendientes para que sepamos el sexo, ya que es sólo de la cabeza la escultura. También nos informan de que es la nieta del pintor. Y que hay otra similar que se llama "Carmen dormida", y que, juntas, dice el autor que sugieren la noche y el día. Impresionante. Bueno a mí me impresiona esta escultura. Al principio la miré, me acerqué, incluso leí el cartelito para ver de que se trataba. Pero poco a poco, cada día, paso cada vez má rápido y más lejos. Intento mirar para otro lado, pero no tiene arreglo: me encoje de todas maneras.

A estas alturas ya habrán adivinado que no me gusta esta escultura. ¿Y por qué diablos me disgusta? Pues por los diablos que suscita en mí. Porque me parece de una simpleza grosera, cansina, pesada y lo peor: es tan obvia que parece casi insultante. ¿Qué quiero decir? Pues que es obesa y estúpida la escultura.

Bueno, ya vale. A ver si puedo explicarme mejor. Aunque igual es peor. Es que es una obra, como saben de Antonio López, un pintor hiperrealista. Lo que no sé muy bien que significa. ¿Demasiada realidad, exceso de realidad? Pues por ahí va lo que no me gusta. Por el exceso. Porque ocupa todo el espacio, no deja ni respirar. Y llena todo el sentido. Exceso de sentido: es una niña despierta, fíjense: ¡es que es una niña y está despierta!. Increíble. Yo es que no me lo creo. A mí me parece un enorme pedazo de masa metálica puesto ahí por las autoridades. Para que me entere de que se trata de arte, y de que nuestros buenos amos quieren divertirnos ilustrándonos. ¿No estamos en la sociedad del consumo? Pues ¡Consuman! Mientras se consumen.

Quizá algunos de ustedes, con todo el derecho del mundo, consideran que me estoy pasando. ¡Aciertan! Es lo que pretendo. Defenderme como ciudadano de lo que consideran arte quienes mandan. Pues fíjense, si pasan por ahí, en el otro cartelito que está, desde hace años, en el balcón del palacio de la Diputación que está frente a la estatua: otro monumento a lo obvio. Dice el cartelito de marras:"Pakea behar dugu", supongo que a estas alturas todos saben (incluso los senegaleses bilbainos para cobrar el subsidio) su significado: "Necesitamos la paz". Tengo que calmarme en este punto para seguir escribiendo.

Pues ocurre que cuando alguien me cuenta obviedades no me gusta. Se trata primero de cobardía: no nombran a quien nos quita la paz y la vida. Segundo, esconden por tanto a los asesinos, y finalmente, y subliminalmente, les envían a éstos su mensaje de complicidad.

La escultura es menos peligrosa. Pero es del mismo pelo: se trata sólo de "esto" y que usted se satisfaga con ello.
He leído en varios lugares (mi amiga Helena me corregirá) que una obra de arte, un cuadro, una escultura, debe remitir al sujeto que mira a lo que es su relación con el objeto. A que pueda ubicar la obra en relación a su modalidad de goce en su encuentro con el objeto. Por eso una obra de arte no dice "todo", debe tener algún punto de fuga, algo que consigne el vacío de la existencia, el hueco donde encajamos el objeto en nuestro propio ser. Eso es lo que deja el espacio para la subjetividad particular de cada sujeto, para su modo de vivir la obra de arte. Tanto más arte cuanto mayor sea su capacidad de sugerir a sujetos distintos distintas cosas.
Me refiero a esa camisa blanca del centro del cuadro en los "Fusilamientos del 2 de mayo". O a esa luz que viene tras la puerta del fondo del cuadro en "Las Meninas". A esa líneas de fuga que van más allá de la víctimas y del caballo en el Guernica. Incluso a esas bandas de colores asfixiantes de Rotkho. A toda obra que me pide algo de sentido en su interrogación, o de amor, o de dolor en su sinsentido.

Estos días ha tenido lugar una gran exposición de Antonio López en Madrid - prepárense, ahora viene a Bilbao (lo siento, no me han pedido permiso)- con gran éxito de público. La exposición más visitada de la historia del museo. ¡Oh Dios, qué equivocado debo estar!.

Pero la escultura de "Carmen despierta" sigue despertando en mí desasosiego, me mira de un modo que no me gusta. Mi mirada se desvanece y la de ella se condensa.

10 comentarios:

Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Me habría gustado pelear pero estoy con su cabreo: esa cabezota es una mole siniestra, solo le falta sonreír, jopé qué yuyu.
Pues yo también soy muy mía con las cosas del arte. Y no soy nada elitista (como vos decís de vos), soy dócil y convencional, me chiflan los museos, todos; y contemplo agradecida todas las cosas de las que se dicen arte, incluido el también llamado fraude contemporáneo, que muy a menudo me mata de risa y me llena de pensamientos y alegría. Pero lo que más me gusta es a veces darme cuenta de cómo me llegan las cosas que me placen, a capricho de ellas y casi sin control. Yo suelo decirles, "gústame", y unas me conquistan y otras no, y la razones fundamentales son porque sí y porque no, respectivamente. Aunque eso también me hace pararme, fijarme y darme cuenta. Buaaah, me encuentro mucho conmigo misma mirando.
Si la apuesta del arte y su desafío es decir más de lo consabido, el arte letrero de la pública balconada, que dice mucho menos, será engañ-ARTE, estaf-ARTE y traicion-ARTE.

25 de septiembre de 2011, 21:36  
Blogger M ha dicho...

De super Ratón a Carmen despierta.
En un viaje a Madrid aproveché para ver la exposición de A. López, pintor que me ha gustado muchísimo desde que lo descubrí hace muchos años, así que yo ya tengo una mirada determinada cuando miro sus cuadros y pinturas.
Además de ver su exposición en Madrid que me gustó mucho también fui a escucharle a una charla que daba con más pintores. Allí le oí hablar y es muy, muy agradable escucharle. Tiene una tremenda sencillez en el porte y una gran complejidad en su decir que a la vez es muy claro y transmite muy bien cómo pinta, su intención. Es un buen comunicador, despierto, alegre, sonriente. Es de los pintores que mejor le he entendido cuando explican su proceso de pintar, es verdad que pinta naturaleza y es más fácil quizás explicarse.
Bueno pues allí explicó lo que para él significó realizar grandes esculturas, poderlas sacar a la calle y que la gente las pudiese no solo mirar si no tocar , etc., y daba gusto escucharle .No lo podría repetir pero él estaba a gusto, él cree que aporta algo poniéndolo tan cerca de las personas, pero así somos los humanos lo que uno hace para agradar el otro lo puede ver como una intromisión en su hacer y los dos tienen el derecho hacerlo . Me sonrío al poner esto porque a A.L. seguro que le interesaría mucho saber porqué produce ese efecto en Iñaki, Elefante de Guerra y seguro que en más personas.

En un periódico Antonio López comentó que le encantaría que le pudiesen explicar, interpretar sus obras desde una perspectiva psicológica.
Cuando estuve en Bilbao vi la escultura en la calle y me resultó agradable. Creo que no estamos a acostumbrados a tener un paisaje cambiante en nuestras aceras pero a mí me gustaría que las calles fuesen un espacio más vivo, más animado y no solo lleno de terrazas (que algunas me gustan y otras me horrorizan).
Me parecería interesante tener exposiciones en las paredes de las calles,( en vez de tanta y tanta tienda) que fuesen cambiando, esculturas en las aceras que fuesen cambiando, músicos buenos tocando, todo de forma armónica, divertida interesante.
Que salir a la calle fuese un paseo de arte informal.
Me gustaría.

26 de septiembre de 2011, 20:15  
Anonymous maite ha dicho...

pues a mi tampoco me gusta la escultura de la foto. No me gusta porque la veo como un trozo de... cuerpo? masa? Un trozo. Cuando la he mirado por primera vez he recordado unas esculturas de Botero, que ví hace unos años. Pero mira que no.Las esculturas de botero eran redondas, contundentes pero muy armoniosas. Vuelvo a mirarla. Un trozo.

28 de septiembre de 2011, 23:07  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Maite, ya lo tengo: ¡esa cabeza es el trozo que queda de una niña que se zampó Gargatúa!

29 de septiembre de 2011, 0:26  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Yo había visto otra Gross Kopf semejante, y a lo mejor en esta he resucitado la sensación de la primera. Creo que eran unos desarbolados parajes fabriles cerca de la autopista, probablemente en Inglaterra, para cuya regeneración (espiritual) se había levantado una cabeza infantil, o sea, renovación, purificación, esperanza y tal y cual. La cabeza tenía un tamaño como para que no se la salten ni los marcianos cuando miran distraídos por las ventanillas de sus naves. Una de las cosas buenas que tienen los museos es que, si quieres, ¡puedes no ir! Además, menudo truco: ¿quién va a ser tan animal como para no sentir chorros la ternura y el catálogo completo de sentimientos bonitos al mirar una cabeza infantil? Pues, por ejemplo, una servidora, dispuesta siempre a dar testimonio. A mí aquellas ruinas industriales me parecían francamente hermosas y conmovedoras por sí mismas. Y en las gigantescas figuraciones de bebés con pocos rasgos veo ocultaciones inquietantes, amenazadores mascarones llenos de pesadilla, como caídos de "Un mundo feliz". (Y no he conseguido acordarme del escultor ni encontrar las imágenes en ninguna parte, por lo que también me cabe la sospecha de que todo haya salido de unas calenturas de mi mente, de modo que con esta miradita me dibujo un retratito).

En cambio, vi "El sol del membrillo" y me gustó mucho. Es milagroso qué apasionante película hace Erice con la persecución por López de una luz en un membrillo que crece, cómo es capaz de mantenerte sin respiración ante el relato de la obsesión del artista, a partir de un motivo tan anticinematográfico.

29 de septiembre de 2011, 0:47  
Anonymous maite ha dicho...

Esta mañana me he encontrado con este texto :
Un psicoanalista sólo tiene derecho a sacar ventaja de su posición (…) recordar con Freud, que en su materia, el artista siempre le lleva la delantera, y que no tiene que hacer de psicólogo donde el artista le desbroza el camino".
Jacques Lacan

Creo entender que el artista muestra su síntoma? plasma su ser en sus obras? Recuerdo una anterior entrada, donde se comentaba que hitler también pintaba. No se si lo habia bien o mal. Reflejaba su síntima su ser?. A mí Picasso me gusta, mucho. Luego he leido que no era la persona más agradable del mundo.También lei a Iñaki decir que habia que separar al artista de lo que era su obra.¿Son todos los artista "raritos" para poder crear? yo tambiénsoy rarita, pero no artista en este sentido.Para mi en el texto desbrozar el bosque es mostrar lo suyo. Help. Confundida estoy. Salud

3 de octubre de 2011, 22:08  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Leí un artículo del novelista argentino Ricardo Piglia ("Literatura y psicoanálisis", teclear todo en google, si volete!), que decía cosas divertidas y pertinentes sobre esto que se pregunta Maite. Piglia dice que los escritores observan que el psicoanalista quiere intervenir en aquello que los escritores convocan cuando citan a las musas. Y los escritores lo hacen "en relaciones muy frágiles y siempre tocadas por la gracia. En esa relación imposible de provocar deliberadamente, en esa situación de espera tan sutil, los escritores sintieron que el psicoanálisis avanzaba como un loco furioso".
Y como estoy segura de que no soy la única que ha hablado y pensado su malestar en términos de aguas, olas y ahogamientos, o que ve el diván como barquilla (entre leño zozobrante y bajel pirata que le llaman por su bravura, etcétera), saco este otro parrafito que contiene esa imagen, la variable de nuestras irrepetibles cifras:
"El psicoanálisis y la literatura tienen mucho que ver con el arte de la natación. El psicoanálisis es en cierto sentido un arte de la natación, un arte de mantener a flote en el mar del lenguaje a gente que está siempre tratando de hundirse. Y un artista es aquel que nunca sabe si va a poder nadar: ha podido nadar antes, pero no sabe si va a poder nadar la próxima vez que entre en el mar".

5 de octubre de 2011, 0:29  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

Hoy he pensado lo que he podido en el premio Euskadi de ensayo al etarra prófugo Sarrionaindia, necesito hacerme una idea, sencilla pero limpia como el plato de la sopa que como. Y no quiero elevarlo a problema teórico, porque sospecho que hay ingredientes artificiosos o falsos y trucados en toda la situación.
He podido leer corriendo a Ruiz Soroa, que evocaba el caso Céline y secundaba la firme postura de Arteta, que tanto me ha hecho retorcerme por aquí, así que no me repetiré. Por defender a Céline (cuyo "Viaje" es lo único que he leído, y era yo tan doncella que me repelió un abismo), y en Céline la escritura, fui capaz de calificar de pederasta a Machado: antes que eso, yo habría preferido llamar prostituta a mi querida y recta madre. De Sarrionaindia vi unos versos que también cité aquí con mi horror: el poeta se aproxima al corazón empedernido de la madre de un asesino, incapaz de apiadarse de un policía al que han pegado un tiro y se desangra en la acera. Es el poema del corazón monstruoso. No sé más de su arte literario. Un escritor que escribe en una lengua pequeña seguramente tiene un tú igualmente restringido. El jurado, que ha dejado triste constancia de sí en la redacción del fallo, forma parte de ese pequeño tú, un tú casi idéntico a su propio yo, un yo con deudas muy graves. ¿Por qué se le ha permitido presentarse?

5 de octubre de 2011, 0:40  
Blogger M ha dicho...

Muy interesante el comentario de Maite y también el de Elefante de Guerra, no he seguido el tema del premio de Euskadi de ensayo, sé que ha suscitado interrogantes como el de Elefanta.
Siguiendo por otros caminos que al final son los mismos os pongo un comentario de Juan Carlos Fresnadillo que dice en una entrevista que hasta los treinta y pico años no podía dormir solo en una casa y con la luz apagada".
El entrevistador le pregunta: ¿Dame un remedio para el miedo? y él le dice:
Si el miedo empieza a ser algo grave, recomiendo psicoanálisis. Cuando estaba haciendo terapia (algo que siempre me ha parecido muy sano y productivo) empecé a indagar sobre uno de mis mayores miedos: despertarme en mitad de la noche y que haya alguien en la esquina de mi habitación observándome. Con ayuda de la terapia entré en trance, me levanté de la cama, me acerqué a la esquina y descubrí que había un niño muy asustado allí en el rincón, y que era yo.
Estaba escribiendo "Intruders" y fue una clave para hacer el guión. Los fantasmas que te atacan siempre eres tú mismo. Así que el psicoanálisis es un buen quitamiedos para descubrir que parte de ti anda por la casa asustándome".
No es muy habitual escuchar que alguien conocido diga que se ha psicoanalizado y que lo recomiende.

6 de octubre de 2011, 21:46  
Blogger Elefante de Guerra ha dicho...

La verdad es que a mí me ha costado bastante comprender que los sueños y las pesadillas no son cosas que nos pasan dormidos sino cosas que hacemos aprovechando que lo estamos, capaces de conducir un camión sin frenos, ir a trabajar en bragas y hacernos acechar en la oscuridad del cuarto por un asesino sigiloso. (O por la mismísima "Carmen despierta").
Hace meses leí una entrevista al arquitecto americano Peter Eisenman, que es el autor del polémico proyecto coruñés de la Ciudad de la Cultura (y también del Memorial del Holocausto en Berlín, y otras cosas importantes). Contaba que se psicoanalizó durante muchos años y que, gracias al psicoanálisis, se había divorciado de su segunda mujer, con la que siempre creyó que envejecería, y había abandonado su carrera universitaria para entregarse a la arquitectura sin red. Mientras iba leyéndolo, Vocecilla Prudente susurraba "nooo, no lo hagas Peter, es mejor que no lo haaaagas". Qué horrorosamente mal podía haberle salido todo. Incluso, ¿cómo le ha salido todo? Nunca vivirá ya el argumento que esquivó, y nadie puede ser tan redondamente feliz como para no echar en falta nada, que a lo mejor staba o hubiera estado... (O sea, "Nooo, no lo hagaaaas").
Sin embargo, Lectora de Novelas y Pesadillas aplaude a rabiar que el señor Eisenman haya actuado con su vida como un valiente creador de trama. Odiseos todos, soñando a Homero. (Perdón, es que estoy leyendo a Borges estos días, que es más pegadizo que el aserejé, y lo tenía que soltar).

9 de octubre de 2011, 23:46  

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