El nuevo orden simbólico (2)
Les prometí la continuación de la entrada sobre los cambios simbólicos en nuestras sociedades y el nuevo orden que impera en nuestro tiempo. Si vimos los cambios propulsados por movimientos y tendencias de tipo progresista que han traído una permisividad sobre los comportamientos desconocida hasta ahora, podemos constatar que también desde ámbitos del poder y del conservadurismo se han impulsado comportamientos permisivos y tolerantes en el funcionamiento empresarial y económico novedosos y contrarios a la política tradicional. Un nuevo orden - o desorden - se ha instaurado en la economía mundial cuya consecuencia más dramática ha sido la crisis que vivimos hoy.
Recientemente ha pasado por los cines una película americana, "Inside Job", que explica extraordinariamente los cambios que desde los setenta, y sobre todo los ochenta, se han producido en las políticas sobre el mundo empresarial y las finanzas (lo bueno de los americanos es que hacen las mejores críticas sobre los americanos). La locura del empuje al "enriquecimiento" que ha traído catástrofes a tantos países, como el ejemplo terrible de Islandia, donde el recurso demencial al crédito bancario ha hundido su economía.
Esta película sitúa muy exactamente el comienzo de estos cambios en los gobiernos de Ronald Reagan y de Margaret Tatcher, en USA y Reino Unido, en la década de los ochenta. Ellos iniciaron una política económica que llamaron muy precisamente "desregulación". Se trataba de eliminar requisitos legales y administrativos que según ellos dificultaban el funcionamiento de las empresas financieras. Desaparecieron las garantías necesarias para permitir los productos financieros que creaban los bancos. Este fue el camino por el que se ha llegado a los "bonos e hipotecas basura", y demás artificios financieros que envolvían de títulos la nada. Una gigantesca estafa que causó, al descubrirse, la quiebra y ruina de tanta gente.
Ello ha supuesto la ruptura del orden legal del capitalismo clásico que nace con la regulación del Estado como garantía de los intercambios en la vida económica. Este nuevo capitalismo tiene mucho de capitalismo sin ley, "desregulado", conforme a las teorías del neoliberalismo imperantes en los últimos tiempos, que consideran perniciosa la intervención del Estado en la economía. Nos proponen el delirio de que dejado en plena libertad - sin regulaciones - el mercado nos llevará siempre, por su propia lógica, a óptimos resultados. La actual crisis es su desmentido total.
Esta "nueva economía" se puede considerar también, en tanto "desregulación", caída del orden simbólico en que se sustentaba, como otra manifestación más de ese declive de la función paterna que desde el psicoanálisis observamos en la actualidad. La desregulación va a eliminar las barreras a los funcionamientos falsificadores de las empresas financieras. Va a poner en el puesto de mando la obtención del beneficio sin trabas, a la voz del nuevo mandamiento:"enriquecéos".
En la interesante película sobre Margaret Tatcher se puede ver el discurso que produjo ese cambio: la combinación del refuerzo del control del Estado sobre los ciudadanos y la liberalización extrema de la economía. Tatcher, mujer valiente y decidida, encarnó el signo de los nuevos tiempos, y su éxito fue facilitado por el descrédito de la permisividad en comportamientos sociales que resultaban destructivos. Representa la mezcla paradójica de autoritarismo político y anarquía económica que predomina hoy día. Según Tatcher, "la sociedad no existe, sólo hay individuos y familias". Este es un fantasma que ha cambiado el mundo, con el desprestigio del bien comunal y lo público.
Dice Tony Judt "las instituciones han sido degradadas, sobre todo por el dinero"..." peor todavía, el lenguaje de la propia política se ha vaciado de sustancia y significado"... "ya no hay lugar para la gran narración al viejo estilo"... "la santificación de cualquiera que tenga grandes sumas de dinero llevó a la admiración por un funcionamiento con una regulación mínima"..."la retrotransformación del lenguaje económico moderno nos ha llevado a los escándalos de las bancarrotas...".
Y una cita más de Judt que me parece muy lúcida: "Es la distancia entre la naturaleza intrínsecamente ética de la toma de decisiones públicas y el carácter utilitario del debate político contemporáneo lo que explica la falta de confianza en los políticos y la política".
La economía es la distribución del goce entre los actores de la misma. El goce de la acumulación de objetos, de su disfrute, o de su privación. Hoy hay una distribución más injusta- es decir, menos repartida- y esto tiene que ver con la crisis. Pero esto se hace mediante un consenso social mayoritario que acepta un nuevo ideal que ya vimos desde el progresismo: el individualismo. Esta ideología o ideal moderno, hipermoderno, ubica al individuo por encima de las referencias éticas, religiosas, sociales que quedan trasnochadas ante el empresario sin escrúpulos, el drogadicto, en suma, ante el individuo moderno amputado de un discurso comprensivo sobre sus relaciones con el conjunto.
El individuo es un Yo infatuado, imaginarizado sobre su propio carácter imaginario, empujado a la maximización de su goce, hasta situarlo por encima de todo orden simbólico. Ahora bien, este individuo agigantado se corresponde con un sujeto condenado a esforzarse sin descanso en búsqueda de ese goce prometido, y siempre fallido, para su Yo.
Finalmente no me resisto a otra cita de Judt: "El lector observará que estoy dando a palabras como "riqueza" o "posición" un sentido que va mucho más allá de su habitual aplicación material. Hacer esto a una escala mucho mayor - renovar nuestra conversación pública - me parece la única forma realista de propiciar un cambio. No pensaremos de otra forma si no hablamos de otra forma".
¿Seremos capaces de hablar de otra forma?