sábado, 25 de septiembre de 2010

El destete


El destete, sea del pecho materno a del biberón, hace referencia a la primera separación del niño de su madre. Quizá sea la época más dramática de la vida, pero nadie se acuerda. Se trata de separarse de algo que para el bebé es parte de sí mismo, perder el objeto primordial de la satisfacción. Cómo esto se produzca tendrá consecuencias para el sujeto adulto que ese bebé llegará a ser. Para que se efectúe satisfactoriamente es preciso que algo más aparezca en juego. Un tercero que entre el Otro materno y el niño sea un operador que facilite esa separación, que introduzca algo a cambio-una nueva dimensión de la vida- de tan terrible pérdida, que le permita al sujeto adulto soportar las separaciones que encontrará a lo largo de su vida, porque ha adquirido otros mecanismos diferentes de satisfacción. Si no hay una separación acabada, bien resuelta, el adulto puede arrastrar consecuencias de esa no-realización de la separación. Por ejemplo una relación de dependencia desmedida de sus objetos de satisfacción. Así se explican la patologías de la adicción (drogas, juego, alcohol...) y de la anorexia (como un reverso, radical separación del objeto) que parecen haberse incrementado en las últimas décadas. Se trata sobre todo de patologías orales, o de este tipo, y se han llamado "patologías del destete", muy bien explicadas por el psicoanalista Manuel Fernández Blanco.




Pero curiosamente también tiene que ver con esto un problema actual acuciante: el aumento de la violencia sexual. Cierto tipo de esa violencia, sobre todo. La del que mata a su pareja o ex pareja. Y que, en algunos casos, luego se suicida. Se trata de sujetos que, aunque sean maltratadores, no pueden soportar la separación, la pérdida de ese objeto que es su pareja. Aunque no sean conscientes de ello, su dependencia es tan grande que se lanzan al acto asesino antes que quedarse sin ella. Lo que ocurre después, y por eso algunos se matan, es que caen en que no hay sentido para su vida cuando ya la han matado. No es amor, obviamente- en todo caso aman como el yonki a la heroína-, es la terrible inmadurez de un individuo que no es capaz de soportar una pérdida. A la gente le gusta pensar: ya se podía haber suicidado primero. Pero precisamente se suicidan cuando se encuentran ante el horror del vacío en el que su acto les ha precipitado.



¿Y por qué aumentan estas "patologías del destete" que tienen en común que lo que no pueden poner en palabras lo actúan? La respuesta es compleja, sin duda. El psicoanálisis apunta a que hay un declive de la función paterna que es el operador de la separación. Que es un fenómeno cultural y social de nuestra modernidad. El padre, y el hombre en general, no tiene ya los atributos de autoridad que tenía hasta hace poco. Es un efecto de los cambios sociales como el nuevo lugar de la mujer y la igualdad que de ello se deriva.



Así que, ¡oh paradoja!, el aumento de la violencia sexual no tiene nada que ver con el viejo machismo, que conllevaba otros problemas: las mujeres no podían decidir sobre su vida.



No hay más que ver que es más frecuente el crimen sexual en los países nórdicos, donde precisamente las políticas de igualdad sexual han sido anteriores a los países latinos.



Simplificando diríamos que el orden autoritario facilitaba más la función separadora del padre. Acarreaba otras desdichas, quizá peores, como más guerras. Es estado normal de la humanidad era la guerra hasta la mitad del siglo XX.



No se alarmen. No vamos a reclamar la vuelta del viejo orden. Porque no era justo, no podemos y, además, es imposible la vuelta a atrás. Pero si debemos pensar que no es alcanzable una sociedad ideal, que la condición humana produce estas contradicciones: que de algo bueno venga también algo malo. Que la verdad no coincide con lo ideal. Que siempre hay síntomas en el lazo social, y que los discursos políticos, hechos para complacer a los electores, deben ser más prudentes en el tratamiento de estas cuestiones.



Deberían apuntar a saber hacer con lo traumático que siempre acompaña a la sociedad.



Porque el discurso actual sobre la violencia sexual (llamada de género, invención de las universidades norteamericanas) al insistir en el carácter ideológico de esta violencia, y en que es un problema de igualdad, deja inermes a las mujeres potenciales víctimas de esta plaga contemporánea.

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martes, 14 de septiembre de 2010

El acontecimiento


"Un acontecimiento no es un hecho" comienza el poema de Chantal que nos trae Yyo Quesé.
Es muy cierto. Un acontecimiento es más que un hecho. Un suceso importante o de gran resonancia, nos dice María Moliner. Corominas en su diccionario etimológico nos dice que "acontecer" deriva de "contigere" que es "tocar", "suceder". Y más tarde "acontecimiento" que también viene de "contingente", es decir," lo que puede o no suceder", y del participio "contingens", que sería lo que toca a cada uno".

O sea, un acontecimiento es aquello que se produce (pero podría haber no sucedido, depende del azar) y que nos afecta.

¿Cómo traducir que nos toca, que nos ha afectado (el uso del pasado conviene porque solo sabemos que es un acontecimiento después que ha sucedido)? Creo que se trata del advenimiento de una nueva significación. "Un poema puede sugerir el instante / Y en ese instante está el universo entero". Espléndida ilustración. Un poema puede dar una significación que nos "toque", que nos invada con una nueva significación que nos "llena", que hace rebosar nuestra subjetividad: es el universo entero.

Y una nueva significación supone una nueva satisfacción, un goce que vivimos con nuestro cuerpo. Por eso se dice que un acontecimiento nos toca. Y marca una discontinuidad en la vida. Por el placer o por el dolor que esa significación produce. "El sentido de la vida" se va desplegando en ese "acontecer".

Y nunca es el ideal la vida, como pretendiera Platón. Porque como vimos en la anterior entrada, los humanos padecemos de narcisismo congénito, ya que al adquirir nuestra identidad de una imagen exterior, nunca hay una armonía, una completud ideal, entre nuestro ser y nuestro cuerpo, sino más bien un "decalage", una dehiscencia (dehiscere:entreabrirse, como una herida incurable) que el

narcisismo trata inútilmente de suturar

Desde el psicoanálisis se considera que un síntoma, como comenta J-A Miller, es un acontecimiento del cuerpo, alcanzado por una nueva significación, y que se anuda en nuestra vida. Por eso hay que respetar los síntomas y tratar de hacer un mejor uso de aquello de que padecemos.

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