sábado, 24 de marzo de 2012

Transparencia y democracia


Ayer decretó el Gobierno de España una nueva Ley llamada de la Transparencia. Sorprendente que una cualidad física como la transparencia se decida por ley. Estamos ante un metáfora, no sé si acertada. Esta ley pretende que estén al alcance del público el conocimiento de las acciones de todas las instancias públicas: gobiernos, autonomías, ayuntamientos...( Pero lo que es transparente es atravesado por la luz y puede no verse si la transparencia es total, aunque lo que pretende la ley es que se haga visible lo que hoy no lo es. Sería mejor título Ley del Desvelamiento, ley que descorra los velos que velan los actos públicos que no lo son.)

Primero sorpresa: ¿pero no lo estaban ya? Pues no, por lo visto vivíamos en un país en el que no estaban al alcance de los gobernados las actuaciones de los gobernantes. Después, vergüenza. ¡Tras treinta y tres años de democracia la acción pública no era pública! Así que éramos como los siervos a quienes sus amos no tienen que dar cuenta de lo que hacen. De nuevo he recordado el texto que ya comenté aquí de Etienne de La Boetie,  "La servidumbre voluntaria" para explicarme esta cuestión. ¡Y eso que la izquierda - que se jacta de ser defensora de libertades y derechos -  ha gobernado durante más de 20 años de esta democracia!
¡Ay, no éramos ciudadanos de pleno derecho! Por eso me ha llamado la atención el trato discreto y escaso que los medios de comunicación inexistente le han dado a esta noticia. Como queriendo que pase desapercibida o, al menos, que no tenga la relevancia que merece. Y no la tendrá. Es para evitar la vergüenza a los gobernantes al hacerse evidente que actuaban con nocturnidad toda la vida, para no quedar deslumbrados en su acción a obscuras. Y también para evitarnos la vergüenza a los administrados. Tan ineptos que no querían enterarse de lo que pasaba, que aceptábamos sin rechistar nuestra condición de servidumbre.

Como en un chiste, tras el efecto buscado-la transparencia- aparecen las realidades reprimidas: la irresponsabilidad de gobernantes y la sumisión de los gobernados. La alegría por un logro queda ahogada por lo que nos descubre. De pronto se transparenta la mala calidad de nuestra democracia y tratamos de pasar de puntillas sobre ello. En fin, que toda la vida hemos sido siervos y señores en Hispania.
No acaba aquí nuestra decepción: en algunos medios comentan que en los Estados Unidos toda la acción pública es publicada y accesible inmediatamente a todos los ciudadanos. Hasta la agenda diaria del Presidente de la nación. Y desde la Constitución americana, hace más de doscientos años. Antes que nosotros llegáramos a Cádiz.

Fíjense que intolerable amargura para quienes siempre han denostado al Imperio del Mal americano haber descubierto que el presidente George Bush publicaba todo lo que hacía. Mientras que aquí no nos enterábamos de la misa la media de lo que hacían nuestros gobernantes con nuestro dinero.

Quizá los españoles aprendamos algún día que la democracia y la libertad no son frutos de la tierra, que no nos son debidos por nadie, que son solamente el resultado de un acto que los sujetos deciden. Los sujetos de derecho.  Que no nos los garantiza ningún Otro. Que dependen de nuestros deseos.
Ha resultado ser un buen golpe a nuestra presunción. A ver si aprendemos...

















domingo, 11 de marzo de 2012

La lengua y el sexo


Lo que usted ha podido pensar al leer el título, los diferentes sentidos que permite, o sea el equívoco, es la esencial forma de comunicación con el inconsciente: lo que habré dicho para que me entiendan esto. ¿Cuál era la intención del decir? ¡Ay! si uno mismo lo supiera con seguridad. El caso es que uno dice más que lo que pensaba y menos de lo que quería. "Esclavo de tus palabras..."
Este título se refiere al texto del académico Ignacio Bosque: "Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer" que ha despertado tan importante polémica. El profesor ha respondido a tantas "guías de lenguaje no sexista" que han proliferado por doquier. Antes también había guías como éstas pero se llamaban "Manual de buena conducta", "Consejos a la recién casada", "Cómo ser buenos padres", "El comportamiento correcto en la mesa"... Ya ven por dónde voy. Gran sabiduría y enorme paciencia derrochan el profesor Bosque y el profesor Alvarez de Miranda ("El género no marcado", El País 7 de marzo) para tratar de convencer a gentes tan bienintencionadas que Humpty Dumpty, el conejo blanco de Alicia, estaba loco. Que su afán de dominar el lenguaje de los otros (feliz no-cumpleaños), creerse el amo de lengua ("las cosas significan lo que yo quiero que signifiquen") en la clínica se llama psicosis. No es el caso de esta buena gente, pero quieren acercarse a decirnos cómo debemos hablar para que las cosas signifiquen otra cosa que el modo antiguo.
En realidad, la lectura de lo que dicen hace el mismo efecto cómico que el conejo: ¡qué chaladura! Lo grave es que lo dicen en serio, y muchas gentes apoyadas por partidos y organizaciones sociales y públicas. Y lo de la arroba es desternillante. Aquí pretenden inventar un nuevo alfabeto.
Para las tales guías y demás la cuestión clave es eliminar el genérico masculino, "el género no marcado" según la terminología empleada. Que haya que decirlo siempre en masculino y femenino. Por obligación, pretende esta nueva Inquisición. Pero aquí se encuentran con un límite: la imposibilidad práctica de hacer lo que dicen. Han topado con un límite porque el lenguaje es una estructura aunque no completa ni perfecta, por eso va variando con el uso. Y si rompes una estructura, la ley que determina el significado de los significantes, llegamos al pensamiento disgregado o incoherente. Y como en Babel, no nos entenderíamos.
 Era más suave la censura de los regímenes autoritarios, no atentaba contra el sentido, permitía sugerirlo. Fíjense, el mejor cine antifranquista se hizo en el franquismo. Y si no me creen vean a Berlanga y Bardem. El cine de la democracia no ha hecho nada más digno a favor de la libertad.
Es decir que hay un límite a las ocurrencias. El lenguaje no aguanta todo.
La pregunta que se hacen todos es por qué es masculino el género no marcado: "los españoles somos buenos". Dice el profesor Álvarez de Miranda que pueda deberse "a la prevalencia ancestral de patrones masculinistas". Efectivamente parece ser así en todas las culturas que han existido. Pero por qué ha sido así.
¿Por qué el género masculino puede usarse para abarcar a los dos sexos y, en cambio el femenino no?
Supongo compleja la respuesta pero ensayaré la mía. Hay una asimetría entre los sexos. La diferencia principal que otorga el sexo es tener pene o no tenerlo. Es decir tener una cosa o que no se tenga. Simple y elemental. Al hombre se le puede privar, a la mujer no. El uso del género masculino indica una significación de tener, y no significa una privación de la mujer, pero no las masculiniza. En cambio, el uso del género femenino apunta a la significación de no tener, no contradice a la mujer, pero priva al hombre del tener, lo feminiza. Por eso mis amigos y yo cuando tomamos una copa juntos, y con señoras, no decimos que estamos encantadas. Ellas nos abandonarían.
 Algo simple y elemental se significa con la lengua y no veo nada más sencillo. Ya sé que me mandarán a la hoguera por decir esto. Está inspirado en lo leído en Freud y Lacan, diré. Quizá sea peor.
Es decir, el sentido de ser mujer soporta el genérico masculino, en cambio el sentido de lo masculino no soporta el uso del genérico femenino, éste lo negativiza. Ya ven cuál es el sexo fuerte.
Existen connotaciones sexistas en la lengua hablada, pero no es a causa de la lengua, sino del uso que hacemos de la lengua.
Con todo, este debate está politizado e ideologizado. El feminismo en su largo recorrido ha sido dominado por un discurso que replica el sentido de cierta izquierda actual: de todo lo que pasa tiene la culpa el Otro. Se llame como se llame. Incluso si es lo que nos sirve para llamar a las cosas por su nombre.
En realidad esta cruzada por la purificación de la lengua tiene un aroma integrista, un estilo totalitario que de hacerles caso, más que a favorecer a la mujer, nos llevaría al silencio. Entonces quizá las mujeres fueran más "visibles", ¿pero serían más audibles?.